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Editorial 647

 


Lo esencial no cambia, sólo cambian las apariencias

 

"La materia ni se crea ni se destruye sólo se transforma" Lavoisier


Lo que es hoy (países, bosques, personas) mañana dejará de ser y surgirán nuevos países, nuevos bosques y nuevas personas. Todo se transforma en procesos largos o cortos. Por ejemplo, el Sol se formó hace unos 5.650 millones de años y se convertirá en estrella roja dentro de unos 5.500 millones de años para luego terminar convertido en una enana negra y desaparecer en la oscuridad, pero seguirá sujeto a las leyes que rigen el universo y pasará por numerosas transformaciones. Los procesos de las mariposas son cortos, suelen vivir dos semas, la mariposa monarca vive seis meses y la nymphalis antiopa llega a vivir un año.


Los seres humanos hemos evolucionado a lo largo de cuatro millones de años, sin embargo, nuestro código genético es básicamente igual al de nuestros primeros ancestros, nuestros instintos son similares y nuestras necesidades fundamentales (amor, seguridad, etc.) también son similares.

 

Dentro de millones de años, los valores fundamentales, como la verdad, la justicia, la honestidad y la responsabilidad, seguirán siendo tan válidos como hoy, porque no son valores circunstanciales creados por el hombre, son valores permanentes que surgen de la propia naturaleza humana.

 

Surgen porque son necesarios para el desarrollo y la supervivencia. Así como existen leyes naturales que se imponen de forma inexorable, porque en el universo es necesaria una lógica; por la misma razón existen principios humanos que se imponen porque son lógicos y necesarios.


Sin embargo, como la humanidad está sujeta a un proceso de evolución es necesario renovarse y renovar también la forma en que aplicamos los principios, las normas y las conductas. No se trata de alejarse de los principios y valores naturales sino de actualizarlos sin que pierdan su esencia.


Los seres humanos nos sentimos fascinados y orgullosos de los avances de la ciencia y menospreciamos a las generaciones que nos han precedido; sin embargo, todo lo que hemos logrado está construido sobre las bases del pasado. Sin el pasado no tendríamos lenguaje, ni pensamiento, ni memoria, ni iniciativa para nada. En realidad somos el pasado.


Dentro de unos años la ciencia habrá avanzado una inmensidad y al mirar hacia atrás nos verán como seres prehistóricos. Ellos también desconocerán que lo que son se lo deben a los hombres de las cavernas y a las generaciones que les han precedido, pues la evolución es un proceso que se inició hace cuatro millones de años, y desde entonces es poco lo que han cambiado las cosas esencialmente; lo que sí ha cambiado es la apariencia de las cosas (ahora nos bañamos, nos vestimos con ropa fina, tenemos casa en vez de cavernas, nos comunicamos por teléfono, viajamos en auto o en avión o por internet, nos amamos de forma más racional pero menos vital, somos más educados en las relacione, pero también más hipócritas.


Antes cerraban los acuerdos con un apretón de manos o con la simple palabra, hoy necesitamos un documento notariado, debido a que la honestidad y la responsabilidad hace tiempo que se fueron de viaje.


Antes vivían en guerras naturales por al supervivencia, hoy vivimos en guerras planificadas por odio o por ambición.


Estamos vestidos con un barniz de civilización, pero si nos raspan un poco, si nos molestan o hieren, aparece el hombre prehistórico que todos llevamos dentro.


Podríamos hablar de infinidad de cosas y se nos caería la cara de vergüeza al compararnos con el hombre prehistórico y comprobar que, en algunos aspectos, somos menos nobles que él.


¿Qué es lo que ha cambiado?


Como no nos hemos desarrollado como auténticas personas, no podemos mostrarnos tal como somos y tenemos que recurrir a fabricar una imagen personal que resulte aceptable para los demás.


Hoy no vende la calidad sino la imagen. No gana la verdad sino la astucia.


Al invertir los valores se ha creado una desconfianza generalizada que nos lleva a vivir a la defensiva.


Como no gana la verdad ni la calidad, las personas no se preocupan por su calidad personal ni por la calidad de lo que producen sino por la imagen, por la apariencia, por la forma de impresionar y de embaucar. En este caso no sólo cambian las apariencias, también cambia la esencia del ser humano, y, el cambio es hacia peor.


Lo importante es saber que la evolución humana es un proceso que no se detiene, debido a que depende de programaciones genéticas que escapan al control del ser humano, por tanto, la humanidad como especie sigue adelante, a pesar de las crisis de todo tipo que afectan constantemente a la sociedad. Las crisis son mecanismos que obligan a reaccionar y que ponen a prueba la capacidad de supervivencia de la especie humana. En las crisis, personales y sociales, desaparecen los débiles y se fortalecen los fuertes. De modo que, muchas cosas que vemos como crisis y fracasos son mecanismos de ajuste que utiliza sabiamente la naturaleza para liberarse de lo que no funciona.


Otra idea importante que debes tener en cuenta es que, los seres humanos quedan programados básicamente en la infancia, que es cuando se consolidan las estructuras afectivas, cognitivas, sociales y morales y se convierten en hábitos que determinan la forma de ver las cosas, de pensar y de reaccionar. De aquí la importancia de tratar bien a los niños, de estimularlos y de orientarlos.


Ahora bien, el ser humano tiene siempre cierta conciencia de las cosas y posee el libre albedrío para decidir su futuro, por lo cual, siempre es responsable de su conducta. Los problemas son personales y sólo uno mismo puede resolverlos. No sirve culpar a los demás ni buscar excusas. Las personas tienen tiempo para rectificar y programarse correctamente.


Una vez que las personas consolidan sus hábitos quedan atrapadas en la dinámica de los mismos y es poco lo que pueden hacer para rectificar por sí mismas, porque su forma de pensar les impide ver sus errores. En estos casos necesitan orientación, necesitan que alguien les abra los ojos, les estimule y les ayude a encontrar formas correctas de hacer las cosas.


En el fondo, todos los seres somos semejantes, porque somos hijos de una misma sociedad, vivimos el mismo momento evolutivo, participamos de la misma cultura universal, tenemos los mismos instintos, las mismas necesidades básicas, las mismas angustias y las mismas ilusiones de amor, de paz, de amistad, etc. De modo que, a pesar de la diversidad de países, razas, lenguas, creencias, todos tenemos un denominador común: Somos humanos, somos hermanos. Lo que nos diferencia es muy poco y mucho lo que nos une. Lo esencial no cambia, sólo cambian las apariencias.


En estos tiempos de globalización, en que todos estamos obligados a convivir en un mismo espacio, es importante aceptar que todos tenemos mucho de fanáticos, de racistas, de xenófobos y que debemos aprender a controlar estos sentimientos y a respetar al otro, porque nadie es más que nadie y nadie tiene derecho a ofender a nadie.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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