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Editorial 621

 


Cómo dar sentido a tu vida

 

En la naturaleza todo tiene una lógica, un sentido y una función. Todo está predeterminado y funciona de acuerdo a leyes que se cumplen de forma inexorable. Casi todos los científicos admiten que lo que ocurre en el universo parece tener un propósito que escapa al entendimiento humano.


Sin embargo, los seres humanos, gracias al libre albedrío, pueden liberarse, en parte, del determinismo que rige a la naturaleza. Cada persona es artífice de su propio destino y puede elegir el sentido que da a su vida.


El medio social y la educación recibida influyen mucho, pero, por encima de todos estos condicionantes está la decisión personal, por lo cual, cada persona es responsable del sentido que da a su vida, y, en consecuencia, de cómo le va en la vida.


Los seres humanos somos muy dados a buscar excusas y a culpar a los demás de nuestros fracasos, pero la naturaleza no acepta excusas y da a cada quién lo que se merece en atención a sus obras.


Dar sentido de la vida significa encontrar las razones por las cuales vale la pena vivir y luchar, y, puesto que el objeto de la vida es el desarrollo y la felicidad, sólo tiene sentido lo que nos ayuda a lograr estos objetivos.


El tiempo es un capital que has recibido como préstamo al nacer para que compres con él lo más valioso de la vida (conocimiento, experiencia, amigos, libertad y felicidad. Pero, ¿Qué es para ti lo más valioso? ¿En qué inviertes el tiempo?


Unos invierten el tiempo en amasar riquezas, otros en acumular poder, otros en lograr fama, otros en disfrutar los placeres y otros, simplemente, lo dejan pasar. Como puedes observar, todos estos personajes tratan de lograr "cosas" El problema está en que, no importa lo que logren, siempre les quedará una sensación de vacío que no pueden llenar con cosas, porque sólo se llena con el desarrollo de sí mismo.

Todo existe por una razón y tienen una función. El objeto de la vida humana es el desarrollo y la felicidad. En realidad, todas las personas tienen grabado en su ADN el impulso a desarrollarse y a ser felices; pero este impulso necesita ser activado y orientado a través de la educación y de decisiones inteligentes.


En teoría, la humanidad ha aprendido mucho a través de cuatro millones de años de evolución. Tenemos un impulso instintivo a crecer y tenemos principios, experiencias y valores comprobados que podrían ayudarnos a evolucionar rápidamente; pero también tenemos complejos y temores que generan fuerte resistencia al cambio.


Encontrar el sentido de la vida es una necesidad instintiva, genética. La pregunta más profunda y constante que se hacen todas las personas es: ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Cuál es mi destino? Es una inquietud que nos preocupa y angustia constantemente, aunque no tengamos conciencia clara de ella o tratemos de evadirla distrayéndonos con mil cosas; pero, cuando hacemos un poco de silencio interior, surge el mismo interrogante.


La angustia existencial se cierne sobre todos los seres humanos, desde el nacimiento hasta la muerte.


Algunas personas tienen claro el sentido de su vida, otras llevan muchos años tratando de encontrarlo, y, para muchas personas, la vida carece de sentido. De modo que, algunas personas viven de forma consciente y creen que saben hacia dónde caminan, otras caminan a la deriva, buscando la razón de su existencia, y otras viven por vivir. En consecuencia, el sentido de la vida es distinto para cada una de estas personas, y, como es lógico, unas son más felices que otras.


Las personas que tienen claro el objetivo de su vida, tienen bastante seguridad, buen porcentaje de fe y de esperanza, motivación al desarrollo y buen nivel de felicidad. Las personas que no encuentran el sentido de su vida, carecen de convicciones firmes y la angustia preside su vida.


Antes, las personas se apoyaban más en su fe y tenía mayor sentido de pertenencia a una familia y a un entorno social, lo cual mitigaba la angustia existencial. Hoy, el desarraigo familiar y el debilitamiento de la fe y de los valores hace a las personas más vulnerables a la angustia y a la soledad. Cada día se multiplican las enfermedades psicosomáticas y crece el estrés, la incertidumbre y la falta de sentido de la vida. Crece también el número de personas agnósticas, existencialistas y nihilistas. Para los nihilistas la vida carece de significado, de propósito.


Vivimos en una sociedad muy conflictiva, saturada de ideas confusas y de conductas contradictorias. La dinámica de la sociedad es muy poderosa y dispone de muchos mecanismos de sugestión que atrapan a las personas en formas de vida que no responden a sus verdaderas necesidades. Dada esta situación ¿Cómo pueden las personas, especialmente los jóvenes, encontrar el sentido de la vida?


El sentido de la vida determina la actitud, la visión y el comportamiento de las personas; en consecuencia, el éxito y la felicidad, o bien, el fracaso y la frustración. De aquí la importancia de encontrar el sentido correcto de la vida.


El sentido de la vida está relacionado con la verdad y con el bien. Sólo conociendo la verdad y realizando el bien podremos cumplir con el objeto de nuestra vida.


Como es lógico, existen muchas religiones, ideologías, culturas y personas; en consecuencia existen distintas posiciones acerca de la verdad y del bien; sin embargo, la verdad y el bien son conceptos universales, que se imponen por su propio peso. Cada persona está obligada a buscar la verdad y a realizar el bien; es decir, a encontrar el sentido de la vida. Se trata de un imperativo de la naturaleza que acarrea responsabilidades y consecuencia.


Mientras unas personas se esfuerzan por conocer la verdad y hacer el bien, otras prefieren vivir de forma irresponsable, pero la vida, que hace justicia, premia de muchas formas y castiga de muchas formas, aunque las personas no se enteren de cuándo, dónde ni cómo premia o castiga.


Si nuestra vida no tiene sentido, si no somos felices, algo funciona mal. Es fundamental encontrar el sentido de la vida, lograr éxitos razonables y ser feliz; lo cual supone conocer la verdad y el bien, actuar en consecuencia y esforzarse por ser la mejor persona que podamos ser.


Existen muchas formas de pensar, de trabajar, de vivir y de ser feliz.; de modo que, no necesitamos pensar todos igual ni hacer lo mismo para ser felices. Lo importante es lograr los objetivos deseados y que dichos objetivos satisfagan nuestras verdaderas necesidades y nos hagan felices; para lo cual, debemos actuar dentro de ciertos parámetros de verdad y de bien. Muchas personas luchan durante toda su vida por objetivos que creían importantes (dinero, fama, poder,...) pero al final sólo les queda cansancio y frustración.


Existen muchas opiones acerca del sentido de la vida, del éxito y de la felicidad, pero existe un denominador común en las personas que logran el verdadero éxito y la verdadera felicidad.


1. Ven la parte buena de las personas y de los acontecimientos : Son optimistas. Siempre ven el vaso medio lleno y en cada cosa negativa buscan lo positivo.


2. Muestran gratitud : Saben decir gracias naturalmente por tantas cosas buenas que obsequia la vida.


3. Recuerdan los buenos momentos de la infancia y de la juventud : Es otra buena forma de mantener la felicidad aunque sea sólo por instantes. Sin los buenos recuerdos de la infancia y de la juventud resulta muy difícil la vejez.


4. Pasan más tiempo con las personas queridas y con los amigos.


5. Viven el presente. Saborean cada momento de la vida como un regalo maravilloso. Se refiere a que no están pendientes de lo que vendrá ni de preocupaciones futuras, ni angustiados por lo que no pueden resolver. Confían en su capacidad y no dependen de las circunstancias.


6. Descansan : Saben crear momentos para descansar, relajarse y aminorar el ritmo de las actividades cotidianas. El cansancio y el estrés complican todas las cosas.


7. Hacen ejercicio y se mueven : El ejercicio genera en las personas una actitud positiva frente a las cosas y mejora el estado de ánimo.


8. Fijan metas razonables y luchan hasta alcanzarlas.


9. Aprecian todo lo que tienen : Valoran lo alcanzado y sienten gratitud por ello.

10. Hacen el bien. El hecho de amar a alguien y de ayudar a otros nos humaniza y hace que nuestra vida tenga un sentido transcendental. Cada vez que damos y nos dedicamos a otras personas, somos más felices. Existen muchas personas dedicadas al servicio de los demás (religiosos, voluntarios de ONGs , etc. ) que expresan haber encontrado un sentido superior en la vida.


Hace años leí una frase que me ayudó a comprender esta realidad. Decía: "Al final de tu camino, lo que diste, éso tendrás"



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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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