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Editorial 614

 


Todo tiene consecuencias

 

La vida es un tiempo corto que se nos otorga para convertir nuestros sueños en realidad, por lo que, no podemos perder el tiempo en cosas inútiles. Es necesario elaborar, por escrito, un proyecto de vida para centrar los esfuerzos en cosas fundamentales, lo cual no significa vivir con rigidez y excesiva disciplina, pues el cuerpo y la mente necesitan drenar las tensiones y disfrutar de la alegría de vivir.


Todo tiene consecuencias, pero existen ciertas ideas, sentimientos, actitudes y decisiones que tienen más consecuencias que otras. Necesitamos medir el alcance de todo lo que hacemos. Hay acciones, aparentemente insignificantes, que generan graves consecuencias. Un fósforo es una cosa insignificante, pero, si no es manejado con prudencia, puede reducir a cenizas un bosque o una ciudad.


Una bola de nieve lanzada en la cumbre de la montaña, va creciendo a medida que desciende y termina arrasando todo lo que encuentra a su paso.


Una persona insignificante como Hitler, comenzó por sembrar una idea racista que fue tomando cuerpo y causó la muerte a 60 millones de personas. Así ocurre con las revoluciones, comienzan con ideas, aparentemente inofensivas, y terminan en conflictos sociales y en guerras que dejan graves secuelas por décadas y por siglos, debido a que los traumas que generan se transmiten de generación en generación. Los hijos del futuro pagarán las consecuencias de las locuras que cometemos hoy.


Nosotros no podemos controlar al mundo, pero sí podemos controlar nuestra vida y evitar cometer errores graves que luego desencadenan consecuencias lamentables.


Hoy somos el resultado de la forma en que hemos pensado y actuado a lo largo de toda la vida. Cada pensamiento, cada sentimiento y cada decisión producen efectos que se acumulan y determinan el rumbo de la vida. Las personas contran deudas con la vida, desde niños, que les marcan para siempre.

Muchas personas creen que su vida depende del destino, de la suerte y de las circunstancias, pero no es así. Los seres humanos somos libres porque tenemos una inteligencia y una conciencia, es decir, somos capaces de conocer la verdad y el bien. A partir de aquí, a cada quién le va de acuerdo al uso que hace del libre albedrío.


Existen muchas circunstancias que juegan a favor o en contra, pero la decisión final es personal, y, es en este punto crucial en el que cada persona se juega su destino.


Cuando veas a alguien que triunfa, puedes estar seguro de que se trata de una persona con actitud de superación que se ha esforzado y ha perseverado en el camino de la verdad y del bien, y, cuando veas a una persona fracasada, se debe a que no han sabido encontrar el camino correcto o se ha rendido por falta de fortaleza.


Hoy se habla mucho de injusticia y de explotación. Cada día las personas reclaman con más fuerza sus derechos, lo cual es bueno. El problema está en que, todos reclaman sus derechos, pero pocos asumen sus deberes: El deber de aprender y superarse, el deber de buscar la verdad y ser honesto, el deber de hacer bien las cosas, el cumplir con los deberes ciudadanos, etc. etc.


Existe una variedad inmensa de personas, ideas, creencias, valores y comportamientos, por lo que, es responsabilidad de cada uno buscar la verdad y el bien y ser consecuente con ellos, porque, al final, cada uno está solo frente al destino y le va de acuerdo a las ideas y valores que gobiernan su vida. El hombre es siempre responsable, porque, en última instancia, es libre para decidir por encima de todos los condicionantes internos y externos.


Es importante madurar a tiempo, tomar conciencia de la realidad de la vida y renovarse constantemente.

También es importante adquirir hábitos eficaces, pues, nuestra vida se rige por hábitos. Las ideas y los sentimientos que predominan en nuestra mente son hábitos que hemos consolidado con los años, los cuales desencadenan, de forma casi automática las conductas correspondientes; por esta razón, las personas tienen una forma habitual de ser y de actuar, y, por esta razón resulta difícil cambiar.


Esta idea pudiera llevarnos a pensar que, en vista de que nuestras conductas se desencadenan casi automáticamente, no somos responsables de lo que hacemos. El asunto es que, somos responsables de las ideas y de los sentimientos que cultivamos, porque podemos elegir las ideas, los sentimientos y las decisiones que rigen nuestra vida.


Muchas personas, golpeadas por la vida, toman conciencia de sus errores y desean cambiar, pero el mal ya está hecho, y, sólo queda pagar las deudas contraídas con la vida en forma de ignorancia, irresponsabilidad. etc. La rectificación supone un esfuerzo y perseverancia, pero bien vale la pena caminar hacia el éxito.


Conclusiones


1. Como ya hemos indicado, existe una variedad inmensa de personas, ideas, creencias, valores y comportamientos, por lo que, es responsabilidad de cada uno buscar la verdad y el bien y ser consecuente con ellos, porque, al final, cada uno está solo frente al destino y le va de acuerdo a las ideas y valores que gobiernan su vida. El hombre es siempre responsable, porque, en última instancia, es libre para decidir por encima de todos los condicionantes internos y externos.


2. Piensa antes de actuar. Los seres humanos somos impulsivos por naturaleza, lo que nos lleva a cometer muchos errores. La experiencia indica que casi todos los actos impulsivos terminan en fracaso; sin embargo, no aprendemos la lección. A medida que las personas maduran y se vuelven sabias, adquieren paciencia y sopesan las cosas antes de hablar o de actuar. No necesitas llegar a la vejez para madurar y ser prudente.

3. En la vida humana todo es acumulativo. Pequeñas acciones que sumadas dan la experiencia, el conocimiento, la sabiduría, la felicidad,... La vida también se compone de acciones negativas que sumadas producen el fracaso y la frustración.


Muchas personas abusan de la comida chatarra, del alcohol, de las drogas y de otras muchas cosas dañinas con el pretexto de que no les hacen daño. El cuerpo y la mente son muy nobles y poseen una resistencia increíble, por lo cual, los daños no se manifiestan de forma inmediata.


Muchos problemas de salud, de angustia, de soledad y de frustración tienen su origen en errores cometidos hace muchos años. Es importante tener presente que la naturaleza no perdona y se cobra de muchas formas.

4. Puesto que todo lo que pensamos, amamos, hablamos o hacemos, tiene consecuencias, en nosotros está el actuar de forma positiva.


5. Nuestras ideas, sentimientos, lenguaje y decisiones nos modelan de forma lenta pero profunda.

 

Al final cada uno es lo que hace de sí. Si estás satisfecho con lo que eres, sigue adelante; en caso contrario, rectifica. No busques excusas ni culpables a los demás de tus fracasos. Tú eres el único responsable, por acción o por omisión. Tus problemas son tuyos y sólo tú puedes resolverlos. Si no eres capaz, busca ayuda y orientación.


6. Por vivir, se puede vivir de muchas formas, pero, si quieres triunfar, necesitas diseñar tu proyecto de vida y definir con exactitud cuál es la verdad y el bien, de modo que no te ocurra como a tantas personas, que luchan durante toda tu vida por objetivos que creían importantes y al final sólo les queda cansancio y frustración.


"Haz el bien y nomires a quién"

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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