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Editorial 609

 


Para qué has nacido

 

El mayor bien que puedes hacer amar. Amar a Dios, amarte a ti, amar a las personas y hacerlas felices.

Al amarlas haces que crean en sí mismas, que aumente su autoestima y que sean felices.

 

Los seres humanos creemos que lo importante en la vida es hacer cosas grandes, de esas que llaman la atención e impresionan.

 

Como puedes ver, existen cosas humildes y sencillas que tienen un valor incalculable y quedan en el recuerdo para siempre, transformando tu propia vida y la vida de las personas.

 

Historia.

 

"En cierta ocasión durante una charla que dicté a un grupo de abogados, me hicieron esta pregunta:  ¿Qué es lo más importante que ha hecho en su vida?

 

En mi calidad de abogado de la industria del espectáculo, sabía que los asistentes deseaban escuchar anécdotas sobre mi trabajo con las celebridades. 


Pero, he aquí la verdadera anécdota que surgió de lo más recóndito de mis recuerdos. 


Lo más importante que he hecho en la vida tuvo lugar el 8 de Octubre de 1990. Mi madre cumplía 65 años, y yo había viajado a casa de mis padres en Massachusetts, para celebrar con mi familia.

 

Comencé el día jugando con un amigo al que no había visto en mucho tiempo. Entre jugada y jugada conversamos acerca de lo que estaba pasando en la vida de cada cual. Me contó que su esposa y él acababan de tener un bebe y que el pequeño los mantenía en vela todas las noches. 

 

Mientras jugábamos, un coche se acercó haciendo rechinar las llantas y tocando el claxon con insistencia. Era el padre de mi amigo, que consternado, le dijo que su bebé había dejado de respirar y lo habían llevado de urgencia al hospital. En un instante mi amigo subió al auto y se marchó, dejando tras de sí una nube de polvo. 

 

Por un momento me quedé donde estaba, sin acertar a reaccionar, pero luego traté de pensar qué debía hacer. ¿Seguir a mi amigo al hospital? Mi presencia allí, me dije, no iba a servir de nada, pues la criatura seguramente estaría al cuidado de médicos y enfermeras, y nada de lo que yo hiciera o dijera iba a cambiar las cosas. 

 

¿Brindarle mi apoyo moral? Bueno, quizá. Pero tanto él como su esposa provenían de familias numerosas y sin duda estarían rodeados de parientes que les ofrecerían el apoyo necesario. Lo único que haría sería estorbar. Además había planeado dedicar todo mi tiempo a mi familia, que estaba aguardando mi regreso. Así que decidí reunirme con mi familia e ir más tarde a ver a mi amigo. 

 

Al poner en marcha el auto que había rentado, me percaté que mi amigo había dejado su camioneta, con las llaves puestas, estacionada junto a las canchas. Me vi entonces ante otro dilema: no podía dejar así el vehículo, pero si lo cerraba y me llevaba las llaves, ¿Qué iba a hacer con ellas?

 

Podía pasar a su casa a dejarlas, pero como no tenía a la mano ni un papel para escribirle una nota, no podría avisarle lo que había hecho. Decidí pues ir al hospital y entregarle las llaves. 

 

Cuando llegué, me indicaron en qué sala estaban mi amigo y su esposa. Como supuse, el recinto estaba lleno de familiares que trataban de consolarlos. Entré sin hacer ruido y me quedé junto a la puerta, tratando de decidir qué hacer. No tardó en presentarse un médico, que se acercó a la pareja, y, en voz baja les comunicó que su bebe había fallecido, víctima del síndrome conocido como muerte en la cuna. 

 

Durante un corto tiempo, que pareció una eternidad, estuvieron abrazados, llorando, mientras todos los demás los rodeamos en medio del silencio y el dolor. 

 

Cuando se recuperaron un poco, el médico les preguntó si deseaban estar unos momentos con su hijo. Mi amigo y su esposa se pusieron de pie caminaron resignadamente hacia la puerta. Al verme allí, en un rincón, la madre se acercó, me abrazo y comenzó a llorar. También mi amigo se refugió en mis brazos. "Gracias por estar aquí" me dijo. 

 

Durante el resto de la mañana permanecí sentado en la sala de urgencias del hospital, viendo a mi amigo y a su esposa sostener en brazos a su bebe y despedirse de él. Eso es lo más importante que he hecho en mi vida. 

 

Aquella experiencia me dejó tres enseñanzas: 

 

PRIMERA: Lo más importante que he hecho en la vida ocurrió cuando no había absolutamente nada que yo pudiera hacer. Nada de lo que aprendí en la universidad, ni en los seis años que llevaba ejerciendo mi profesión me sirvió en tales circunstancias. A dos personas a las que yo estimaba les sobrevino una desgracia, y lo único que pude hacer fue acompañarlos y esperar el desenlace. Pero estar allí en esos momentos en que alguien me necesitaba era lo principal. 

 

SEGUNDA: Estoy convencido que lo más importante que he hecho en mi vida estuvo a punto de no ocurrir, debido a las cosas que aprendí en la universidad y en mi vida profesional. En la escuela de derecho me enseñaron a tomar los datos, analizarlos y organizarlos y después evaluar esa información sin apasionamiento. Esa habilidad es vital para los abogados. Cuando la gente acude a nosotros en busca de ayuda, suele estar angustiada y necesita que su abogado piense con lógica. Pero, al aprender a pensar, casi me olvide de sentir. Hoy, no tengo duda alguna que debí haber subido al coche sin titubear y seguir a mi amigo al hospital. 

 

TERCERA: Aprendí que la vida puede cambiar en un instante. Creemos que las desdichas les pasan a otros. Así, pues hacemos planes y concebimos nuestro futuro como algo exitoso y feliz y olvidamos que en cualquier momento podemos perder el empleo, sufrir una enfermedad grave, toparnos con un conductor ebrio y miles de cosas más que pueden alterar ese futuro en un abrir y cerrar de ojos. 

 

En ocasiones a uno le hace falta vivir una tragedia para volver a poner las cosas en perspectiva. Desde aquel día he buscado un equilibrio entre el trabajo y la vida; aprendí que ningún empleo, por gratificante que sea, compensa perderse unas vacaciones, romper con la pareja o pasar un día festivo lejos de la familia. Y aprendí que lo más importante en la vida no es ganar dinero, ni ascender en la escala social, ni recibir honores. Lo más importante es el tiempo que dedicamos a amar a los seres queridos, a los amigos y a las personas con las que nos relacionamos a diario"

El amor es la fuerza que mueve el mundo. Es la forma más poderosa de creatividad, así como el odio es la fuerza más destructiva.

 

Cuando amas, te desarrollas a ti mismo y a los seres que amas, a los cuales transmites energía y activas lo mejor de ellos. De aquí la importancia de amarnos a nosotros mismos, de amar a los seres queridos y también a quienes nos caen mal, pues, todos los seres humanos son naturalmente buenos, nacidos para amar, pero muchas personas, debido a programaciones erróneas, son víctimas de su propio proceder. Compréndelas, perdónalas y ámalas. Sólo a través del amor que les brindes pueden sanar sus heridas.

 

Lo que la gente espera de ti no son cosas, sino respeto, atención, interés por su persona,..."Poco das si das de lo que tienes, mucho das cuando das de ti mismo" Kalhil Gibrán.

 

Un saludo, una sonrisa o un respeto, tal vez son cosas insignificantes para ti, pero pueden ser transcendentales para alguien que lleva días sin recibir un saludo, una sonrisa o una palabra de apoyo. Nunca se sabe cuándo alguna de estas actitudes puede marcar la vida de las personas para siempre.


Las personas tienen carencias de amor, y agradecen profundamente estos gestos que pueden parecerte de poca importancia.

 

Trata bien a las personas. Es una muestra de amor en esta sociedad ajena e indiferente.

 

Ayuda a las personas. Tú no puedes resolver sus problemas, pero puedes ser solidario y hacerles sentir que no están solas.

 

Escucha a las personas. La gente vive de prisa y no tiene tiempo ni paciencia para escuchar a los demás. Escuchar es una forma de amar, una forma de solidaridad que ayuda a elevar la autoestima, a mitigar la soledad y la angustia existencial.

 

Recuerda que la vida es como un espejo, nos devuelve nuestra propia imagen; por lo que, el bien que haces a los demás, te lo haces a ti mismo, y el amor que das a los demás, por Ley de Correspondencia, regresa a ti. Por tanto, amar es la mejor inversión.

 

Cuando no somos felices se debe a que no amamos. Solo el amor es capaz de transformar nuestra vida.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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