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Editorial 602

 


Cómo cambiar las cosas

 

Todo cambio se inicia en la mente.
Todo lo que nos ocurre en la vida es resultado de la forma en que funcionamos, y nuestra forma de funcionar es consecuencia de la forma en que está programada nuestra mente a nivel afectivo, intelectual, social, moral y espiritual.

En la programación de la mente influyen la educación recibida, la sociedad y el uso que hacemos del libre albedrío. Somos lo que somos, y es a partir de aquí que podemos aprender y rectificar. De nada sirve culpar a los demás de nuestros problemas. Nuestros problemas son nuestros y sólo nosotros podemos resolverlos.


A partir de esta realidad, lo más inteligente es asumir nuestra responsabilidad en lo que nos concierne y comenzar a cambiar.


"Si sigues haciendo lo que has hecho hasta ahora, obtendrás lo mismo que has obtenido hasta el presente; para que cambien las cosas, tienes que comenzar por cambiar tú" lo cual no es fácil, porque estás atrapado en ideas, sentimientos, actitudes y hábitos. Casi el 95 % de lo que hacemos todos los días responde a experiencias y a hábitos adquiridos.


El hecho de que la mayoría de los trabajos resulten pesados y desagradables se debe a que las personas no han desarrollados hábitos eficaces.


Los hábitos pueden convertirse en conductas rígidas, de modo que las personas pueden quedar atrapadan en conductas arcaicas que les impiden adaptarse y progresar. El peso de los hábitos es tan grande que las personas repiten todos los días las mismas conductas, porque es lo único que saben hacer, y, como la vida es cambio, progreso y evolución, cada día se alejan más del éxito y de la felicidad.

Para evitar que los hábitos se conviertan en rutina, necesitamos mantener una actitud constante de cambio y renovación. Las personas rectificar con más facilidad cuando comprenden el daño que les causan sus hábitos negativos y los beneficios que proporcionan las conductas correctas.


En épocas pasadas los cambios eran lentos y las personas tenían tiempo para aprender y adaptarse, pero la dinámica de la vida se acelera de tal forma, que, si nos descuidamos, podemos quedar desadaptados a la realidad y perder el tren del futuro. Las personas están conscientes de la dinámica de la vida y tratan de adaptarse pero tienen serias dificultades, porque no se trata de correr más, estudiar más o trabajar más. Se trata de dar un salto quántico, de funcionar mentalmente a nivel superior de modo que exista más eficacia.


En los cursos de Súper Aprendizaje Alfa coloco dos billetes sobre la mesa (uno de 2 bolívares y otro de 100 bolívares) e invito a los asistentes a realizar un ejercicio de imaginación: Supongamos que todo en la vida (el estudio, el trabajo, etc.) fuera recoger dinero. Mientras unos alumnos recogen ideas de valor 2, otros recogen ideas de valor 100. Al final del día estos últimos alumnos habrán aprendido 50 veces más que los primeros. Por tanto, un buen estudiante no es el que estudia mucho sino el que aprende de forma fluida y eficaz. Un buen trabajador no es el que trabaja mucho sino el que es productivo, es decir, el que produce con fluidez cosas de calidad.


Esta idea podemos aplicarla a todos los aspectos de la vida.
Existen asesores de grandes empresas que ganan varios millones de dólares al año, lo cual nos parece una sangría económica para las empresas, pero la empresas no lo ven así. Gracias a estos asesores las empresas sobreviven y progresan en un mundo de competencia feroz; debido a que estos asesores poseen una visión superior de los negocios que no tienen las demás personas, lo cual permite a las empresas posicionarse y competir con ventaja.


Para cambiar las cosas necesitamos cambiar de actitud y necesitamos cambiar la dinámica de la mente, necesitamos aprender a procesar con rapidez y precisión. La velocidad de la que hablamos, no tiene nada que ver con la prisa. Se trata de un proceso mental natural que todos podemos desarrollar.


Con frecuencia me llaman personas que son lectoras habituales de temas de desarrollo humano y me comentan que, a pesar de los esfuerzos que hacen por cambiar ciertas actitudes no logran el cometido. El problema está en que las ideas, por sí solas, no cambian las cosas, es necesario cambiar la dinámica del cerebro, cambiar de hábitos, lo cual supone cierto entrenamiento y el asesoramiento de personas especializadas en aquello que queremos cambiar. De lo contrario seguiremos atrapados en los mismos hábitos mentales.


Antiguamente la gente viajaba en burro, hoy viajamos en avión. No se trata de arrear al burro sino de cambiar de vehículo. No se trata de viajar por caminos intrincados sino de tomar la autopista que lleva directamente al objetivo. etc. etc. etc.


Puesto que toda nuestra vida depende de hábitos, deberíamos aprender, desde niños, numerosos hábitos fluidos y eficaces, tales como: leer bien, pensar, hablar bien, escribir, relacionarnos, disciplina, alimentación, responsabilidad, ser creativos, ser felices, compartir, etc.) Aún estás a tiempo, comienza a cambiar.

Lo expuesto nos enseña la necesidad que tenemos de leer, reflexionar y entrenarnos "todos los días" en temas relacionados con los objetivos que queremos lograr.


Todo cambio se inicia en la mente, por tanto, para cambiar las cosas, necesitamos liberarnos de ciertos paradigmas negativos que controlan nuestra mente y nos impiden crecer. Ahora bien, sólo podemos liberarnos de los paradigmas negativos si adquirimos paradigmas superiores que tomen el control de la mente. Se trata de aquirir ideas, experiencias y valores superiores que nos sirvan de estímulo y de guía. Estos paradigmas los podemos encontrar expresados en los libros y encarnados en muchas personas exitosas.


Hoy la sociedad está plagada de personas que fueron mutiladas mentalmente en la infancia; personas temerosas, inseguras, poco creativas, poco sociables y poco productivas. Las personas viven atrapadas en ciclos inconclusos a nivel intelectual, afectivo, moral y espiritual. Repiten todos los días las mismas acciones, porque es lo único que saben hacer. Quienes no cerraron con éxito el ciclo de aprendizaje en la infancia y en la juventud, están condenados a luchar mucho y lograr poco. De aquí la importancia de prestar más atención a la educación integral de los hijos y programarlos para la vida.


Los ciclos no se cierran hasta que no se resuelven definitivamente las cosas. Mientras las personas no resuelven los ciclos básicos a nivel de conocimientos, relaciones, etc. no pueden aspirar a ciclos superiores. Las personas desean aprender, cambiar, progresar, ser mejores personas, pero no pueden, pues, la vida es como una construcción, cada piso se construye sobre el anterior. De aquí la importancia de cuidar la calidad de lo que hacemos y de construir sobre base sólida... De aquí la importancia de aprender a hacer bien las cosas desde niños, porque, al final, cada uno depende de la calidad de lo que hace.


Paga las deudas contraídas con la vida. Las deudas se pagan al rectificar lo que hemos hecho mal. Cierra los ciclos de tu vida y crea las condiciones para que tus sueños y proyectos se conviertan en realidad. Siembra hoy lo que quieres cosechar mañana.


Revisa tu mapa de ruta y elige el camino correcto para que no te ocurra como a tantas personas que viajan por el camino equivocado y al final sólo les queda fracaso y frustración.


Recuerda que más importante que cambiar el mundo por fuera es cambiarlo por dentro. Que más importante que lograr cosas es ponerte a valer.


Los siguientes ejercicios te dan pautas de cómo puedes cambiar la dinámica de tu mente a través de lo que haces cada día.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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