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Editorial 595

 


Objeto de la vida

 

El objeto de la vida es el desarrollo y la felicidad. Sin esfuerzo no hay desarrollo y sin desarrollo no hay felicidad.

La esencia de la evolución es el desarrollo de la inteligencia y de la conciencia. Sin inteligencia no hay conciencia y sin conciencia no hay discernimiento entre el bien y el mal; por tanto, tampoco hay discernimiento entre las conductas correctas e incorrectas. En consecuencia, cualquier conducta es aceptable.


Esta realidad hace que muchas personas vayan por la vida sin mapa de ruta, sin valores, sin criterios y sin sentido común.


La inteligencia y la conciencia son fundamentales para el autogobierno de las personas y para la convivencia social. Con sólo leyes no se gobierna a la sociedad. Todas las leyes del mundo son insuficientes para controlar a una persona si ésta no es capaz de controlarse a sí misma.


Las personas y las sociedades que se centran en estos objetivos funcionan bien, viven en justicia, progreso y libertad y disfrutan de paz y felicidad; mientras que, las personas y las sociedades que no desarrollan inteligencia y conciencia, carecen de espíritu de superación, viven frustradas y en crisis, carecen de justicia y de libertad y la angustia y la inseguridad preside sus vidas.


Cada uno de los objetivos señalados son importantes, por lo cual, es necesario grabarlos en la mente y luchar denodadamente para que se hagan realidad en nosotros y en la sociedad, de lo contrario, la ignorancia, la pobreza, la injusticia, y la frustración serán nuestra desgracia.


En teoría somos libres, pero formamos parte de la sociedad y nuestra vida está unida a la suerte de la sociedad. La suerte de la sociedad depende de una minoría que la controla.


El poder de las minorías es una realidad que se da en todos los ámbitos de la vida. En el reino vegetal, las plantas más fuertes se apoderan del espacio, de los nutrientes y de la energía solar. En reino animal, el pez más grande se come al más pequeño. En el campo humano, los más poderosos y los más hábiles se imponen a los demás.


Lo ideal sería que los poderes económico, político y social, actuaran con verdad, con justicia y con otros muchos valores propios de la evolución, entonces estaríamos hablando de progreso, de paz y de felicidad; pero la mayoría de los poderes político, económico, sociales,... están disociados de los valores, de modo que no garantizan la justicia ni el bienestar personal y social.


Es una minoría la que mueve los hilos de la economía. Es una minoría empresarial la que controla la producción y el comercio. Es una minoría la que maneja los laboratorios de medicinas. Es una minoría la que maneja el tema atómico, etc.


En el fondo, son grandes poderes en manos de minorías los que rigen el destino del mundo. Esta situación es irreversible, porque, ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Existen otras minorías, menos conocidas y menos reconocidas, que son más importantes. Son las que impulsan la evolución de la sociedad. Son las que luchan porque se respeten y se hagan realidad los derechos humanos. Entre estas minorías estás tú cuando eres honesto y tratas de dar lo mejor de ti en tu trabajo y en tus relaciones.


A lo largo de la historia siempre han surgido minorías creadoras, tanto en el campo del progreso como en el campo del desarrollo humano. En cada época encontramos nombres de personas importantes que han sobrevivido al tiempo, porque sus ideas y sus obras abrieron caminos hacia el futuro, y, gracias a estas personas hemos progresado y evolucionado y hemos llegado a donde estamos.


Las minorías creadoras son los verdaderos líderes del mundo. Su liderazgo deriva de su desarrollo y creatividad. Es algo que nace de dentro y que se irradia, transformando todo lo que tocan. Una sociedad sin líderes se siente desorientada y abatida, debido a que la sociedad en sí es mediocre y carece de capacidad para progresar y para evolucionar. Por esta razón, cuando te encuentres con un líder que promueva el desarrollo y la paz, respétalo, admíralo y dale tu apoyo.

También existen líderes negativos que utilizan la ignorancia, la pobreza y la frustración de la gente para hacerse con el poder.


Como puedes observar, la vida es una competencia en la que los seres humanos luchan en distintos niveles. La competencia tiene un propósito: Obligar a los seres humanos a evolucionar hacia algo mejor.


Los problemas del mundo no de deben tanto a los monopolios de las minorías que controlan los poderes económicos o políticos, sino a la mediocridad de la sociedad y a su incapacidad para generar soluciones y hacerse respetar.


A lo largo de la historia la humanidad ha creado mitos, religiones, ideologías y códigos morales, en un intento de explicar el sentido de la vida y hacer posible la convivencia. Hoy, todos los científicos, al margen de sus creencias religiosas, opinan que el universo tienen un propósito que nosotros no alcanzamos a comprender. Lo cierto es que tenemos una inteligencia que busca la verdad de las cosas y una conciencia que necesita obrar con cierta congruencia moral.


Hay muchos caminos que llevan a todas partes pero sólo hay un camino que lleva al éxito, a la libertad y a la felicidad. Este camino debes encontrarlo tú mismo.


Ahora bien ¿Cómo encontrar el camino verdadero en una sociedad llena de teorías, de ideologías, de creencias y de costumbres complejas, diversas y hasta contradictorias?


Este es el quid del problema. Cada persona debe hacer su camino paso a paso, aprendiendo de sí misma y revisando constantemente su mapa de ruta, para no perderse en los mil caminos de la vida.


Es importante tener presente que todo lo que hacemos y lo que dejamos de hacer nos marca de alguna forma para toda la vida. Muchos problemas actuales son la consecuencia de decisiones erróneas que tomamos hace años. El camino se hace de pequeños pasos, de pequeñas decisiones, que poco a poco conducen al éxito o al fracaso.


El problema más grave de la sociedad es la ignorancia del valor que tienen la verdad, el bien, el conocimiento, la justicia, el esfuerzo, la disciplina... Cuando las personas conocen su valor, no les importa el esfuerzo que tengan que hacer para lograrlos.


Para los griegos, la sabiduría era considerada como una virtud superior. Sólo los sabios podían conocer la verdad y el bien, y, en consecuencia, sólo los sabios podían ser virtuosos y felices. Sólo los sabio poseían las condiciones para producir juicios reflexivos y maduros y superar el error y las pasiones.


Concluimos diciendo que, el objeto de la vida es buscar la verdad y el bien, pues, sólo a partir de la verdad y del bien podremos encontrar el sentido de la vida, actuar en consecuencia y ser felices.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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