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Editorial 591

 


Cuánto vale tu corazón

 

El corazón es el símbolo de lo más grande que existe en el mundo, es símbolo del amor, de la bondad y de la felicidad. Lo más grande que podemos decir de una persona es que tiene buen corazón. Creo que todos deseamos que digan de nosotros que somos una buena persona y que nos recuerden con amor.


En todas las culturas se da importancia a la inteligencia, a la riqueza y al poder, pero sobre todo, se valora el corazón. Hace más de cinco mil años los egipcios ya rendían culto a los muertos.
Según el Libro de los Muertos, el centro de la ceremonia lo ocupaba el corazón. El difunto era conducido de la mano por Anubis, "el conductor de almas". Al llegar al centro de la escena había una balanza; en un platillo se colocaba el corazón del difunto y en el otro platillo se colocaba una pluma (símbolo de la diosa Maat, que personificaba la verdad, la justicia y la armonía universal). Si los platillos quedaban en equilibrio, el difunto era considerado libre de culpa y alcanzaba la inmortalidad. Si los platillos no quedaban en equilibrio el difunto era devorado por un cocodrilo.

El universo es casi infinito y es un derroche de inteligencia y de belleza, pero no tiene conciencia de sí, ni tiene la capacidad de sentir el amor. Sólo el hombre es capaz de sentir y de amar. El universo entero carece de sentido sin la presencia de seres que lo conozcan y amen. La tierra, sin la presencia humana es sólo un planeta vacío. Una familia sin amor es únicamente un grupo de personas solas. Una persona sin amor es un ser vacío, sin sentido de pertenencia, sin misión en la vida y sin destino.


El amor es la fuerza que mueve el mundo. También el odio es una fuerza que influye de forma poderosa en la conducta de los seres humanos. Cuando las personas sienten frustrado su amor, producen odio. Según Sigmund Freud, el odio surge del deseo de destruir lo que nos causa infelicidad. A través del odio las personas intentan descargar la tensión producida por la pérdida del objeto amado.


Hasta hace unas décadas el hombre era definido como ser racional, debido a la visión racionalista propia de la cultura occidental, pero, desde hace un tiempo se habla mucho y se escribe mucho sobre inteligencia emocional.


Sin duda, es importante lo que piensas, pero es más importante cómo te sientes.


Es importante ser inteligente, pero es más importante ser feliz.

La inteligencia ilumina el camino a seguir pero es la emoción la que impulsa a la acción. El amor activa la inteligencia emocional. Es impresionante la facilidad con la cual las personas aprenden aquello que aman. Se cree que el 90 % de todas las cosas grandes que se han realizado en el mundo se deben a la inspiración generada por la inteligencia emocional y el 10% a la inteligencia racional, la cual se encarga de organizar en forma lógica el producto de la inspiración.

Hoy sabemos que las emociones siempre han determinando la dirección de todas nuestras decisiones, incluso de aquellas que aparentan ser puramente racionales.

La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, de entender, de guiar el pensamiento de forma inteligente, de controlar y modificar los estados anímicos en sí mismo y en los demás, de enfrentar con éxito las presiones de la vida, de saber actuar con determinación y firmeza cuando se trata de defender posiciones fundamentales.

La inteligencia emocional está reñida con la ira, el odio, la envidia, el egoísmo, la pereza, la hipocresía y con la mediocridad.

La psicología moderna ha demostrado el poder del amor como fuerza para la salud, para el conocimiento y para la creatividad.


Ahora bien, ¿Cuánto vale tu corazón?, ¿Cuál es tu capacidad para amar, para comprender, perdonar y establecer lazos sólidos? y ¿Cuál es tu grado de sensibilidad afectiva?


La afectividad es la base de la vida psíquica; es decir, de la vida afectiva, intelectual, social, moral y espiritual. La afectividad abarca todas las reacciones de carácter humano. La afectividad nos hace humanos, nos hace sensibles a las cosas y nos impulsa a reaccionar según las circunstancias con el fin de adaptarnos a la realidad. La afectividad impulsa al ser humano, a salir de sí mismo, del egoísmo y de la soledad para relacionarse con las personas, aprender y crecer


La afectividad, al igual que la inteligencia son capacidades que necesitan ser desarrolladas por medio de estímulos adecuados. La madre juega un papel insustituible en el desarrollo de la afectividad. Una madre cariñosa desarrolla una afectividad sana, libre y espontánea. Cuando el niño llegue a adulto, será capaz de amar y de relacionarse en forma exitosa; mientras que, una madre poco afectiva, bloquea la expresión de la afectividad y graba en el hijo la imagen de un mundo frío y hostil. A partir de ahí, el hijo tendrá dificultad para relacionarse y para hacer amigos. Su motivación y capacidad creativa también quedarán bloqueadas.


Hoy son muchas las personas con problemas de autoestima, de afectividad y de relación debido a errores que cometieron sus padres en el proceso educativo, pero los seres humanos son inteligentes y libres para rectificar, por lo cual, no se justifica que las personas sean poco amorosas.


En la sociedad encontramos personas maravillosas, con gran corazón; así como también encontramos personas mezquinas, egoístas, insensibles, crueles y despiadadas.


Lo más valioso que podemos decir de una persona es que tiene buen corazón. Creo que a todos nos gustaría que dijeran de nosotros que fuimos una persona de buen corazón y que nos recordaran con amor.


En el mundo hay un problema grave de ignorancia, pero, sobre todo, hay falta de amor. Muchas personas temen amar porque corren el riesgo de ser rechazadas o de ser traicionadas y no aceptan ser amadas porque temen quedar atrapadas en una responsabilidad. Para evitar cualquier compromiso de amor que amenace su libertad, eluden la amistad, el matrimonio y cualquier otro compromiso afectivo.


Nadie puede amar si no ha sido amado y son muchos, demasiados, los que no han recibido en la vida el beso del amor; por esta razón, los que se sienten poseedores de la chispa del amor, tienen la gran responsabilidad de despertar el corazón dormido de tantas personas con las que se encuentran a diario.


Es importante tener alguien que nos ame, pero es más importante amar a alguien, porque el dar enriquece más que el recibir. El que recibe amor es un simple receptor de amor, pero el que lo da es una fuente productora de amor y no hay nada más valioso y gratificante en esta vida que producir amor


La psicología enseña que la inteligencia emocional es el camino obligado para el conocimiento de las cosas. Resulta muy fácil conocer lo que amamos y resulta imposible conocer lo que no amamos.
"Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos" El Principito de Antoine de Saint Exupery


Si en el jardín de tu vida no crecen las flores del amor y del perdón, entonces, tu corazón está muerto. Sin amor, la vida carece de transcendencia y se reduce a una existencia biológica, simplemente animal.


Realiza cada día por lo menos un acto de amor y un acto de perdón, porque, mientras no seas capaz de perdonarte ni de perdonar a los demás estarás incapacitados para amar.


Busca siempre razones para amar y para perdonar, en vez de criticar, de juzgar y de condenar.
Después de lo expuesto podemos afirmar que, el valor de cada persona es igual al valor de su corazón. En adelante presta más atención a tus sentimientos y recuerda que, el examen final no será sobre cuánto sabes o cuánto has ganado, sino sobre cuánto has amado, ayudado y comprendido a los demás.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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