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Editorial 576

 


Cómo reaccionar ante la adversidad

 

Ante la adversidad cada persona reacciona de una forma muy personal. Unas personas controlan sus emociones y actúan con criterio y otras pierden los estribos.

La capacidad y la fortaleza de las personas se prueban en tiempo de adversidad. Mientras todo funciona bien pueden pasar desapercibidos mucho defectos y debilidades, pero, cuando aparecen las crisis, surge la verdadera realidad de las personas.


A través de la educación, del esfuerzo y del cumplimiento de las responsabilidades, cada persona desarrolla un grado de fortaleza. Es a partir de esta fortaleza interna que las personas enfrentan las dificultades.


A lo largo de los años, las personas construyen una imagen de sí, que suele distar bastante de la realidad. Las personas optimistas se forman una imagen superior a la realidad y las personas pesimistas tienden a subestimarse, a valorarse en menos de lo que son. Lo ideal es ser objetivos, tener los pies en la tierra, buscar el equilibrio.


Cada persona percibe las cosas de acuerdo a la clase de persona que es, es decir, de acuerdo a su desarrollo; de modo que, lo que somos determina la forma en que percibimos el mundo, las personas y los hechos, y, en consecuencia, la forma en que reaccionamos y la forma como nos va en la vida.


Como la vida es lucha y competencia, todos los días tenemos que enfrentar situaciones adversas. Cuando las personas tienen capacidad y fortaleza, las resuelven con facilidad, en caso contrario, las adversidades pueden convertirse en obstáculos infranqueables que bloquean el camino hacia el éxito.


Debido a las crisis (económicas, laborales, políticas, sociales, etc.) en que vive inmersa la sociedad, las personas perciben la vida como una lucha sin cuartel. La incertidumbre reinante hace que se llenen de angustia y de temor y que vivan a la defensiva. Esta actitud es muy negativa, porque hace que las personas pierdan el control de sí, inhiban su inteligencia y su creatividad y actúen de forma cobarde o agresiva. Ambas conductas son contraproducentes, porque en vez de resolver las cosas las complican.


Muchas personas son hábiles en crear situaciones conflictivas, por eso de "En río revuelto ganancia de pescadores" Se trata de personas, empresas o gobiernos, que han desarrollado habilidades para sacar beneficio de las adversidades de los demás. Muchos de los problemas políticos, económicos, religiosos, raciales, etc. no son resultado de la dinámica natural de la sociedad, sino de un plan orquestado y planificado. Es poco lo que podemos hacer contra estas "superpotencias" que, en cierta forma, controlan el mundo, pero es mucho lo que podemos hacer para enfrentar las adversidades personales.


Qué podemos hacer


Las dificultades no dependen tanto de las adversidades en sí, sino de la forma incorrecta en que reaccionamos ante ellas. Conscientes de que nos sobrevendrán adversidades por distintas razones, necesitamos estar preparados mentalmente para reaccionar de forma inteligente y controlada. Lo peor que podemos hacer es angustiarnos más allá de lo normal, pues, necesitamos la mente fría para encontrar la solución.


Necesitamos prever, planificar y tener control sobre los aspectos más importantes de nuestra vida para evitar que los problemas tomen cuerpo. Es importante ser lo más autosuficiente posible y depender lo menos posible de los demás.


Es fundamental el control de la emociones. Las emociones son reacciones instintivas. Son un mecanismo de supervivencia. Nacen del instinto de conservación y aparecen cuando la persona percibe algo que puede causarle un daño grave.


El ser humano percibe el mundo de acuerdo a sus conocimientos y experiencias, pero, sobre todo, de acuerdo a su estado emocional. De aquí la importancia de tener una filosofía positiva de la vida.
Las personas emocionalmente equilibradas y sanas, perciben el mundo en positivo y piensan, sienten y actúan en positivo, en consecuencia, les va bien, lo cual incrementa su autoestima y fortalece su estado emocional; mientras que, las personas con problemas emocionales se sienten inseguras y perciben la vida como difícil y peligrosa, por lo cual, viven a la defensiva. Como es lógico, reaccionan mal y les va mal.

Existen numerosas clases de emociones. Emociones positivas que nos impulsan al bien, tales como: La alegría, la felicidad, la ilusión, la fe, la esperanza, el amor, la compasión, la solidaridad, el espíritu de superación, etc. y emociones negativas, como la ira, la rabia, el odio, el resentimiento, la frustración, la envidia, numerosos temores (temor al fracaso, al futuro...) Estas emociones desencadenan conductas desadaptadas y destructivas, por lo cual, debemos controlarlas a tiempo.

Tanto el control como el descontrol de las emociones son conductas aprendidas especialmente en la infancia. El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración, disciplina y motivación) las reacciones serán positivas. Si los estímulos son negativos, las reacciones serán negativas. Con el tiempo estas formas de reaccionar se consolidan y se convierten en hábito; es decir, en forma constante de reaccionar.


Las personas pueden aprender y rectificar con el tiempo, pero lo cierto es que cada persona tiene una forma de percibir las cosas y de reaccionar ante las adversidades.


Ante cualquier forma de adversidad es importante, tomar conciencia de lo que está ocurriendo y pensar que no es el fin del mundo. De esta forma la emoción pierde energía y queda desactivada.
Es importante pensar que, ocurra lo que ocurra, siempre tenemos capacidad para salir adelante. A veces el problema es grave y no vemos luz al final del camino, pero debemos tener fe en que, poco a poco, la mente irá encontrando ideas y soluciones.

En las adversidades no todo es negativo. Las adversidades son el crisol que pone a prueba el valor de las personas. Quienes no han tenido que superar adversidades tienen poco valor como persona. Gracias a las adversidades nos hemos visto obligados a reaccionar, a aprender, a encontrar mejores formas de hacer las cosas, a superarnos. Sin embargo, no necesitamos adversidades para evolucionar, podemos hacerlo a través del espíritu de superación.


Las adversidades hunden a los hombres débiles en el fracaso y encumbran a los fuertes en el éxito.
"No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba" Séneca


Por tanto, no temas a las adversidades sino a tu incapacidad para superarlas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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