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Editorial 571

 

 

Rutinas diarias

 

Los animales se guían por el instinto. Sus comportamiento está grabado en el código genético. El instinto es innato, heredado y específico de cada especie. La finalidad del instinto es la adaptación y la supervivencia.


Gracias al instinto, la mayoría de los animales pueden sobrevivir desde el día de su nacimiento, sin la ayuda de sus padres; otros animales necesitan un poco de cuidado y algunos tardan en independizarse de sus padres, pero los seres humanos necesitan muchos años para aprender a sobrevivir.


El instinto es tan poderoso y tan sabio que ha permitido sobrevivir a los tiburones durante más de 400.000.000 de años.


En un principio el hombre era instintivo como los demás animales, pero a medida que evolucionó, el instinto fue perdiendo fuerza en beneficio del desarrollo de la inteligencia y de la conciencia.


A diferencia de los animales, los niños nacen desvalidos y no podrían sobrevivir sin los cuidados y la educación proporcionados por los padres.


Las conductas humanas son adquiridas por repetición. Con el ejercicio se integran cada vez más los movimientos que participan en cada acción. A medida que se van corrigiendo los movimientos inadecuados, la acción se hace más perfecta y eficaz. Con el tiempo se convierten en hábitos. Lol hábitos se convierte en conductas automáticas, de modo que la mente queda libre para ocuparse de otras cosas.

Los buenos hábitos son indispensables para triunfar en lo que deseamos. Cuando recibimos un estímulo o información, se pone en marcha un proceso químico que genera la formación de una proteína, lo cual hace que el estímulo o información se propague por las neuronas y quede grabado en ellas.


Al principio la grabación es muy leve y temporal. Si el estímulo o información se repite, la grabación se hace cada vez más profunda.


Una vez que el "hábito" o aprendizaje, se ha grabado de forma sólida, queda automatizado, es decir, que, al recibir un estímulo que tiene relación con el hábito o aprendizaje ya adquirido, el cerebro se activa y produce de forma automática e instantánea la respuesta correspondiente. El aprendizaje inicial, convertido en hábito, desencadena un reflejo condicionado.


Más del 95 % de lo que hacemos todos los días responde a hábitos y a experiencias adquiridos.


El desarrollo y el éxito en toda actividad depende de la adquisición de hábitos eficaces. Todo lo que realizas (caminar, hablar, leer, escribir, pensar, resolver problemas, etc.), es el resultado de hábitos. Cuanto más perfectos son los hábitos, más fluidas y eficaces son las conductas y mayores las posibilidades de éxito.


Los hábitos no se adquieren por simple repetición sino por una integración y jerarquización de los movimientos en una estructura cada vez más simple, perfecta y fluida; por lo cual es indispensable aprender a hacer bien las cosas, porque al hacerlas bien creamos las condiciones para hacerlas mejor. Por esta razón. "Tú dependes de la calidad de lo que haces"

Los hábitos pueden convertirse en conductas rígidas, de modo que la persona puede quedar atrapada en conductas arcaicas que le impiden adaptarse y progresar. Para evitar que los hábitos se conviertan en rutina, necesitamos mantener una actitud creativa, de cambio y renovación.


Es importante vivir alerta para no adquirir hábitos negativos que podrían llevarnos al fracaso. Los hábitos (alcohol, fumar, drogas, sexo, juego, compras, deportes, videos, televisión, internet, trabajo, comida, etc.) pueden convertirse en adicciones, cuyas consecuencias todos conocemos; por lo cual, es aconsejable poner unos límites razonables a tiempo, pues, una vez puestas las premisas se desencadanan atomáticamente las consecuencias.


Puesto que toda nuestra vida depende de hábitos, deberíamos aprender, desde niños, numerosos hábitos fluidos y eficaces, tales como: leer bien, pensar, hablar bien, escribir, relacionarnos, disciplina, alimentación, responsabilidad, ser felices, compartir, etc.)


Estos hábitos hacen que la vida fluya de forma natural y espontánea y que el hecho de vivir sea un placer maravilloso. Los hábitos eficaces transmiten mensajes internos de seguridad. La persona siente un poder interno y la certeza de que puede resolver exitosamente las dificultades de la vida. Tal vez esta sensación interna de seguridad sea el mayor beneficio de tener hábitos eficaces.


Ahora bien, existe la Ley de Entropía. La entropía se refiere al grado de desorden que poseen las moléculas que integran un cuerpo, o también al grado de irreversibilidad alcanzada después de un proceso que implique transformación de energía.


La entropía significa, que todo va hacia peor, se deteriora y se destruye irremisiblemente. A cada instante el Universo se hace más desordenado. Hay un deterioro general e inexorable hacia el caos. Las cosas tienden a desgastarse y agotarse. Los edificios se derrumban, la gente envejece, las montañas y las costas se erosionan, los recursos naturales se agotan, el sol se apagará un día y terminará en una gran explosión. Todo, camina sin retorno hacia su destrucción. El nacimiento es el inicio de un proceso de desarrollo pero a la vez es el inicio de un proceso de envejecimiento. Nacer es comenzar a morir.


Además de la Ley de Entropía que tiende a eliminar lo que no funciona, existe la tendencia natural del ser humano a la pereza y la comodidad, por lo cual, necesitamos vivir alerta y luchar constantemente para fortalecer y perfeccionar los buenos hábitos. Necesitamos salir de nuestras "zonas de confort"


Muchas personas se adaptan a formas de vida cómoda, pierden el espíritu de superación, y, sin darse cuenta, quedan atrapadas en la mediocridad.


Puesto que la vida es cambio y evolución, necesitamos diseñar un proyecto de vida y establecer, por escrito, un plan de rutinas o ejercicios diarios para fortalecer y perfeccionar los hábitos físicos y mentales; es decir, todo lo relacionado con la salud física y mental, con el desarrollo de la inteligencia, de la autoestima, de los valores, etc.


Cuantas más veces traemos a la mente ciertas ideas, sentimientos, ideales... más se fortalecen. Esta idea es aplicable, tanto a lo positivo como a lo negativo, de aquí la importancia de pensar y de actuar siempre en positivo.


Es conveniente elaborar una lista detallada de los objetivos (intelectuales, económicos, sociales, afectivos, morales y espirituales que consideras más importantes y repasarlos todos los días con atención e interés. Este ejercicio puede durar uno o dos minutos. El simple recuerdo estimula al cerebro para que trabaje a nivel subconsciente y busque la forma de convertirlos en realidad. Es una forma de programación mental que proporciona grandes dividendos.


Lo expuesto nos enseña la necesidad que tenemos de mantener ciertas rutinas diarias , tales como leer, reflexionar, caminar, fortalecer las amistades,... Todo cambio se inicia en la mente y se consolida con la repetición activa, consciente y frecuente.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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