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Editorial 568

 


Aprende a crecer

 

Todos los seres humanos somos similares al nacer. Nuestro desarrollo filogenético es casi igual, pero luego, unos aprenden, crecen y evolucionan, mientras que, otros quedan rezagados en la carrera de la vida.


La actitud personal es determinante. En base a las actitudes se puede predecir, con bastante seguridad, qué personas triunfarán en la vida y qué personas fracasarán. Las actitudes son formas habituales de reaccionar ante las cosas. Las actitudes, son aprendidas en la primera infancia, en respuesta a los estímulos del medio ambiente. Con los años estas actitudes tienden a consolidarse.


Existen actitudes externas. Las actitudes externas determinan la forma en que nos relacionamos con los demás, y, en consecuencia, favorecen o perjudican la convivencia y el éxito. Existen también actitudes internas , que son la forma de reaccionar a los estímulos que vienen de dentro (ideas, sentimientos, temores y recuerdos...) Las reacciones internas son más profundas e instintivas y cuesta más controlarlas. Estas reacciones son las que más influyen en nuestra vida, por lo cual, es fundamental aprender a manejarlas.


El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración) las respuestas serán positivas. Con el tiempo esta forma de reaccionar se consolida y se convierte en hábito; es decir en forma constante de reaccionar que le ayudará a triunfar en la vida. De aquí la importancia de recibir una buena educación en la infancia y de aprender, desde niño, a tener conciencia clara de las cosas y a responsabilizarse del propio desarrollo.


Las personas crecen a medida que asimilan ideas, valores, criterios y experiencias de calidad, y en la medida en que los aplican a su propia vida y en las relaciones con las demás personas. Este proceso es lento y progresivo, por esta razón, el crecimiento está relacionado con la madurez, con la sabiduría de la vida, con los años.


Hoy tenemos mucha información de todo tipo. La información, en sí, es buena. Cuanta más información tengamos, más posibilidades tenemos de aprender, de progresar y de evolucionar. El problema surge, cuando las personas son desbordadas por la información, debido a que no tienen capacidad para procesarla, ni criterios para seleccionar los datos que les conviene para aprender y crecer.


La información no es conocimiento. En la actualidad las personas tienen mucha información sobre las cosas y sobre los acontecimientos, pero les sirve de poco, debido a que no sacan enseñanzas o aplicaciones para la vida. La información queda en simples datos estadísticos


El conocimiento genera progreso material, y, si bien crea las condiciones para el crecimiento y para una mejor calidad de vida, no la garantiza, a menos que vaya asociado a la sabiduría, es decir, a los principios y valores que sirven para controlar y orientar la conducta humana.


La sabiduría está relacionada con los principio, con los valores y con la experiencia; enseña el valor real de las cosas, el sentido de la vida y el arte de vivir. Para los filósofos griegos, sólo los sabios podían ser libres y felices, porque eran los únicos que conocían la verdad y el bien, y, por tanto, podían actuar de forma correcta.


En términos generales, la humanidad evoluciona de forma rápida e irreversible, sin embargo, en cada persona siguen latentes los instintos salvajes que luchan por expresarse, los cuales, sólo podemos controlar por medio de una educación en principios y valores.


Existen grupos pequeños de personas muy evolucionadas que guían a la humanidad y la salvan de autodestruirse, pero, la mayoría de las personas son inmaduras, inconscientes e irresponsables.

La ley de la vida es crecer, adaptarse y evolucionar, permitiendo que la energía fluya de forma constructiva. Cuando las personas no crecen surge la desadaptación, la frustración y las crisis. A través de las crisis, la naturaleza ayuda a tomar conciencia de la gravedad de la situación y las personas se ven obligadas a reaccionar. Lo ideal no es esperar a que surjan las crisis sino crecer y actualizarse constantemente.


En conclusión:

El objeto de la vida es crecer y llegar a ser la persona más inteligente, más sabia, más buena y más feliz que podamos ser.

Para lo cual:
Si quieres ser inteligente, debes actuar de forma inteligente y creativa
Si quieres tener amigos, debes ser buen amigo y cultivar la amistad como un valor importante.
Si quieres ser rico, debes saber producir, administrar e invertir de forma inteligente.
Si quieres triunfar en un negocio o en un asunto, debes conocer las leyes que rigen ese negocio, porque todo en la vida se rige por leyes. Además necesitas experiencia y habilidad en el negocio.
Si quieres ser respetado, debes comenzar por respetarte a ti mismo, por ser una persona digna.
Si quieres ser tomado en cuenta, debes ser educado, respetuoso, sociable...
Si quieres ser libre, debes comenzar por liberarte de tus enemigos internos: de la ignorancia, de los temores, del egoísmo, de la pereza, de la ira, de la envidia, etc.
Si quieres cosechar amor, éxito y felicidad, debes sembrarlos y cultivarlos.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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