Editoriales

Editorial 565

 


Todo tiene un propósito

 

Todo existe por una razón.


El mundo es contingente, es decir imperfecto, por tanto, no puede ser la causa de sí mismo. La existencia del Universo exige una Causa Primera. Esta causa debe ser eterna, perfecta, sabia, poderosa, etc. Podernos llamarla Dios, Ser Supremo, Energía u otro de tantos nombres ideados por el hombre. No importa el nombre que le demos; su significado es el mismo. Lo cierto es que los seres humanos jamás podremos comprender la magnitud de lo que significa la creación y el funcionamiento del Universo.


Suponemos que la Causa Primera crea el mundo y lo pone a funcionar de acuerdo a leyes sabias y perfectas y que ha evolucionado a través de un proceso que ha durado miles de millones de años.
La inmensa mayoría de los científicos, independientemente de su posición religiosa, creen que todo en el Universo tiene un propósito que los seres humanos no alcanzamos a comprender.


Muchas personas creen que existe el Determinismo. El Determinismo es una doctrina filosófica según la cual, todo está predeterminado y los acontecimientos se suceden de forma inexorable, impulsados por leyes y fuerzas poderosas que escapan a nuestro conocimiento y a nuestro control.
Según esta doctrina sería el Destino quien gobierna el mundo. El Destino , también llamado fato , hado o sino , es una fuerza poderosa que rige el mundo y conduce las cosas hacia un fin, generalmente fatal. Según esta creencia, los seres humanos seríamos simples monigotes en manos del Destino.


Esta creencia ha echado raíces en la cultura de los pueblos y en muchas religiones, como el tao del confucianismo chino, el karma del hinduismo , la predestinación del calvinismo, etc. para quienes la suerte ya está echada y nada podemos hacer para cambiar las cosas.


Frente al Determinismo se opone la Providencia del catolicismo, que reconoce a Dios como Causa Primera del Universo, el cual gobierna el mundo con amor y sabiduría y dirige todas las cosas hacia un punto final que nosotros no alcanzamos a comprender. Dios es el Alfa y el Omega. El principio y el fin.


En este concierto el hombre tiene libre albedrío, lo cual le permite liberarse, hasta cierto punto, del determinismo de la naturaleza y ser protagonistas de su propia vida.


Existe un determinismo cósmico y biológico, que depende de un desencadenamiento automático de fenómenos naturales que se rigen por leyes universales, y existe también cierto determinismo psíquico, social y personal que depende de ciertas causas primeras o programaciones iniciales, a partir de las cuales se desencadenan ciertos procesos o conductas.


En el universo, todo se rige por leyes que se cumplen de forma inexorable. Hasta en el caos existe un orden y una lógica.


Existen muchas leyes, algunas de las cuales parecen oponerse entre sí, como la Ley de Evolución y la Ley de Entropía o Desintegración, sin embargo cada una de estas leyes cumple una función, un propósito, que contribuye al buen funcionamiento del Universo.


Los científicos tratan de desentrañar los misterios de la naturaleza, pero cuantas más cosas descubren, más complejas y misteriosas son las preguntas que surgen. La ciencia actual nos dice que la historia del universo comienza después de la gran explosión o Big Bang. Hace unos quince mil millones de años. Toda la materia del Universo estaba concentrada en una zona extraordinariamente pequeña del espacio y explotó. Pero, qué había antes del Big Bang. ¿Cuántos millones de años llevaba ahí la materia? ¿Quién la creó? ¿Por qué explotó? ¿Qué significado tiene tanto derroche de materia y de energía? Etc. Etc.


Ante tantas preguntas sin respuesta, los científicos sólo pueden opinar que el universo tiene un propósito que los seres humanos no alcanzamos a comprender.


Ahora bien: ¿Cuál es el propósito de la existencia humana?

La cruda realidad nos dice que los hombres nacen, crecen y mueren. Que todo es efímero y que el tiempo se lleva todo lo que amamos. Que la vida es corta y sólo nos dan unos pocos años para evolucionar y para convertir nuestros sueños en realidad.


¿Cuál es el propósito de mi vida?

Es la pregunta que se hacen todas las personas, pero pocas saben contestarla.


Según los sabios, la meta de la vida es evitar el sufrimiento y alcanzar la felicidad; por tanto, el propósito de la vida es la felicidad. Para obtener felicidad estudiamos, desarrollamos habilidades y conocimientos, logramos éxitos profesionales, hacemos dinero, etc. Lo cual es positivo, pero esa búsqueda de metas externas jamás termina de satisfacer nuestras expectativas.


La profesión es un medio para lograr estatus social y riqueza. A simple vista, este objetivo es razonable; pero, en el fondo, contiene un error de base: El no establecer como prioridad el desarrollo de sí mismo y el desarrollo de los seres queridos. Este error se paga muy caro, a lo largo de la vida, en forma de vacío y frustración.


Son demasiados los profesionales “exitosos” que se lamentan de haber descuidado su desarrollo humano; sobre todo, porque saben que no les exigía ningún esfuerzo extra, sólo era cuestión de incluirlo en la programación general de su vida, pero nadie les informó de esta posibilidad.

El propósito de la vida es la felicidad. La felicidad que buscamos sólo podemos encontrarla en nuestro interior, procede del desarrollo de la inteligencia, de la conciencia y de la libertad.


Más importante que cambiar el mundo por fuera es cambiarlo por dentro



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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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