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Editorial 539

 


Raíz de la violencia

 

La violencia es parte de la dinámica de la naturaleza. En el cosmos se producen constantemente explosiones cósmicas de proporciones gigantescas. "En los pocos segundos que puede durar una explosión se libera más energía de la que ha irradiado el Sol en su existencia de cinco mil millones de años", explica Gorosabel.


La Tierra ha sufrido a lo largo de su historia infinidad de cataclismos y nadie puede predecir los efectos que pueden derivarse de las fuerzas geológicas. Lo cierto es que los continentes flotan sobre placas tectónicas que un día podrían saltar por los aires hechas añicos, si son presionadas por las fuerzas internas de la Tierra. Los terremotos y tsunamis están a la orden del día.


Crece el deterioro del ecosistema, crece la contaminación de la naturaleza y crece la extinción de miles de especies que habían logrado evolucionar y sobrevivir durante millones de años. Según algunos especialistas, 17.000 especies se extinguen cada año, como consecuencia de la deforestación y de la contaminación del aire, de la tierra y de las aguas, causadas por el hombre. Sin duda, somos los seres humanos los que producimos más violencia en el reino de las seres vivos.


Siguen las guerras, los genocidios, las crisis económicas y sociales.


La violencia humana existe en todas partes, en forma de guerra, de odio, de injusticia, de explotación, de ignorancia, de pobreza, de fracaso, de frustración,...


La violencia también se disfraza de formas muy sutiles que pasan desapercibidas, pero que causan mucho daño en la mente de las personas, y , en consecuencia, en la sociedad.


Existen muchas ideas e imágenes cargadas de violencia que pululan por las redes, TV,... que se instalan en la mente de las personas generando las conductas correspondientes.


La violencia anda suelta y sin control, creando las condiciones de los futuros conflictos, pero son pocas las personas que tienen conciencia de lo grave de esta realidad, por lo que la aceptamos en nombre de la "libertad de expresión"


La violencia del cosmos está más allá de nuestra comprensión y nada podemos hacer al respecto. Tampoco podemos hacer nada en relación con los tsunamis y terremotos, pero sí podemos hacer mucho en relación con la conservación del ecosistema y de las especies animales. También podemos hacer mucho para evitar las guerras, los genocidios, las crisis y para establecer la justicia y la paz.


Nadie nace violento. La violencia es una conducta adquirida por imitación de modelos familiares o sociales, o como reacción a estímulos o situaciones que atentan contra nuestra seguridad.


La vida es cambio, evolución, lo que significa que las fórmulas de ayer no sirven para hoy. La ley de la vida es "adaptarse o morir" lo cual exige vivir en proceso constante de renovación.


Los seres humanos tienen necesidades biológicas, afectivas, etc. y todo lo que hacen está orientado a satisfacer estas necesidades. Cuando son satisfechas existe paz y entendimiento, pero, en la medida en que no son satisfechas, se activan los mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa son "conductas de emergencia" que utilizan las personas cuando no encuentra otra salida para mantener en pie su autoestima o su dignidad; pero estas conductas no pueden ser frecuentes y menos aún habituales, porque lejos de resolver los problemas, los van represando, y al final estallan de forma violenta.


Raíz de la violencia


Los seis primeros años son los más importantes de la vida, debido a que en ese período se forman las estructuras mentales básicas, especialmente las afectivas, las cuales determinan su forma de ser, de percibir la vida, de sentir las cosas, de pensar y de actuar. De aquí la importancia de proporcionarle estímulos positivos y un buen método de aprendizaje que le ayuden a desarrollar hábitos mentales, autoestima y control mental.


El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración) las respuestas serán positivas. Con el tiempo esta forma de reaccionar se consolida y se convierte en hábito; es decir en forma constante de reaccionar.


Un niño que es educado con respeto y con amor, crece sano, espontáneo y sociable; tiene grabado en su mente un sentimiento de bienestar que le envía en forma constante mensajes de seguridad, de autoestima, de alegría, de motivación. El niño tiende a ser optimista, sociable y generoso; sabe ganarse el respeto y el apoyo de las personas y, en consecuencia, le irá bien en la vida.


Si, por el contrario, el niño no recibe suficiente afecto, respeto y valoración; si es criticado, reprimido o maltratado, entonces se graban sentimientos de temor, de impotencia, de angustia y de soledad en el subconsciente. Estos sentimientos hacen que perciba la vida, las personas y los acontecimientos como una amenaza y hacen que tienda a reaccionar de forma violenta.


Las raíces de la violencia son subconscientes. Son originadas por experiencias negativas grabadas en la infancia y alimentadas posteriormente a través de estímulos negativos (ideas, sentimientos y experiencias cargados de violencia)


Estas vivencias se convierten en hábitos, en fuerzas dinámicas que controlan la mente a nivel subconsciente y hacen que la persona tienda a ser violenta de forma compulsiva. Esta tendencia natural manda en su vida y es poco lo que la persona puede hacer para controlar su impulso natural a la violencia, a menos de que trabaje en rectificar su estructura mental profunda.


De aquí la importancia de educar para la paz desde niños y de aprender a solucionar las cosas de forma civilizada, entendiendo que lo que no se resuelve a través del diálogo no se resuelve de ninguna otra forma.


La violencia es una conducta instintiva que necesita ser controlada y encauzada a través de la educación en principios y valores. Los principios y valores son como el cauce que impide que el agua del río se salga de madre e inunde y destruya todo a su paso.


La violencia que observamos en las personas, en las familias y en la sociedad no es otra cosa que la manifestación de la violencia interna que viven las personas, y, puesto que todo se inicia en la mente, es ahí donde debemos cambiar la forma de percibir las cosas, de pensar y de sentir. No es culpando a los demás, ni dirigiendo nuestra ira contra ellos, como vamos a resolver nuestros problemas. Necesitamos aclarar la mente y reinterpretar la vida de forma constructiva.


La violencia es un problema personal que cada uno debe resolver para luego resolver los problemas familiares o sociales.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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