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Editorial 536

 


Tus ancestros te acompañan

 

Somos parte de una familia extensa cuyos orígenes se pierden en la prehistoria, una familia que vive en proceso de evolución lo mismo que lo vive la humanidad entera.


Nuestros ancestros lucharon por nosotros, lucharon para que tuviéramos un mundo mejor, lucharon para sobrevivir y triunfar a través de nuestros éxitos. Nuestros ancestros nos observan desde el pasado y esperan que demos la talla y realicemos los sueños que ellos comenzaron, y nuestros descendientes también nos observan desde el futuro y esperan que seamos dignos representantes de la estirpe a la que pertenecemos y que les dejemos una herencia genética, intelectual, moral y espiritual que les sirva de base para lograr grandes objetivos.


Si eres observador, verás la lucha intensa de todos los seres vivos por dejar una herencia genética que sobreviva a través del tiempo. Esta tendencia es instintiva y poderosa. En el caso de los seres humanos esta herencia es también cultural. El hecho de que estés leyendo este tema, lo debes en gran medida, a la herencia que has recibido de tus ancestros. La mayor suerte de un sere humano es nacer en una familia buena.


Nosotros no somos entes aislados, somos eslabones de una gran cadena que se proyecta hacia el futuro. Este lazo invisible que une a cada persona con su familia, proporciona el sentido de pertenencia. El sentido de pertenencia proporciona todos los nutrientes afectivos y culturales y hace que cada persona se identifique con su familia, con sus ancestros y con la humanidad entera.


Existe sentido de pertenencia a una familia cuando sus miembros se sienten aceptados, queridos y apoyados, y, cuando se sienten orgullosos de ser parte de la familia.


Existe sentido de pertenencia a una sociedad y a un país, cuando las personas se sienten parte de la sociedad y del país.


Lo fundamental del sentido de pertenencia es sentirse querido, aceptado y valorado. El sentido de pertenencia biológico sirve de poco si no se complementa con el sentimiento afectivo.


Un niño que tiene escaso sentido de pertenencia, debido a distintos problemas, se siente sin piso, lo que hace que tenga serias dificultades para madurar, para aprender y para integrarse en la sociedad.


Muchas personas sufren de soledad debido a que carecen de sentido de pertenencia a una familia, a un grupo de amistades o a un país. El sentido de pertenencia supone una comunión con nuestros ancestros a quienes recordamos, admiramos y respetamos y una comunión con quienes convivimos y compartimos inquietudes e ilusiones.


El sentido de pertenencia se incrementar a medida que conocemos y valoramos nuestras raíces; es decir, el legado moral y espiritual que nos han dejado nuestro padres y nuestros ancestros. De aquí la importancia de conocer nuestras raíces, el árbol genealógico, el origen y significado de nuestros apellidos.


Es importante conservar un álbum con fotografías de familiares. Ellos forman parte de nosotros, nos acompañan y hacen que no nos sintamos solos.


Hoy se habla mucho de olvidar el pasado y mirar hacia el futuro. Es un error grave, porque es renunciar a lo que somos. Recuerda que el árbol crece y da frutos porque se alimenta de sus raíces. Corta las raíces y morirá de inanición.


Cuando uno es niño no le interesan estas cosas, pero, a medida que pasan los años, cuando la gente se da cuenta de lo efímero de las cosas y de la vida, comprende que lo único verdadero es la familia.


Construye tu árbol genealógico. Elabora una lista de todas las personas que han significado algo para ti a lo largo de la vida. Todo esto constituye tu herencia humana, la cual debes recordar con frecuencia, porque alimenta tu sentido de pertenencia y fortalece tu autoestima, seguridad y fe en la vida.


El sentido de pertenencia significa arraigo a algo que se considera importante, como la familia, amigos, organizaciones o instituciones, las cuales ayudan a reducir la soledad.


La globalización, lejos de acercar a los seres humanos, los desarraiga y diluye en una masa indefinida, ajena y extraña. La globalización con todos los elementos que la acompañan, genera soledad, insensibilidad, egoísmo, desconfianza y un sentimiento de desamparo. Produce la sensación de que "El mundo es ancho y ajeno" Sin embargo, el problema no es la globalización en sí, sino de nuestra actitud y de nuestra incapacidad para adaptarnos a los cambios que exige sin perder nuestra identidad.


El sentido de pertenencia da seguridad y valor. Es como la raíz del árbol que le conecta con el suelo del cual extrae la energía para crecer. Un niño sin sentido de pertenencia es como el árbol sin raíz, se encuentra desconectado de la vida, por lo cual, todo le resulta difícil. Cuando crezca no le irán mejor las cosas.


De aquí la importancia de relacionarse bien con la familia y de que los niños se sientan orgullosos de su familia, de su país, de su religión,... pues a través de la familia es que aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos y con las demás personas.

Los hijos se sienten identificados con su familia cuando son amados y respetados. La mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos es el recuerdo de una infancia feliz y el recuerdo de unos padres amorosos.


En definitiva, el sentido de pertenencia es fundamental para desarrollar el sentido de la propia identidad, de la propia dignidad y de la autoestima, lo cual facilita la relación con las personas.


El sentido de pertenencia a una familia, a una institución o a un país, hace que la persona se sienta ciudadana del mundo, unida con lazos de afecto con toda la humanidad.


Necesitamos recuperar y fortalecer nuestras raíces. Nuestros ancestros nos observan y esperan que demos la talla.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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