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Editorial 531

 


Cuál es tu aporte a la humanidad

 

Hace unos días escuché en un programa de T.V. al representante de una región indígena de Guatemala. Después de narrar la persecución, torturas atroces y genocidio de indígenas perpetrado hace años por el ejército de Guatemala, comentaba que, los que pudieron huir se ocultaron en lo profundo de la selva.


Decía: Ahora que "llegó la paz" nuestro deber es defender la selva que nos protegió, nos dio de comer y nos salvó la vida. Emocionado no pudo contener las lágrimas.


Como puedes observar el mundo vive en permanente crisis de todo tipo. La ignorancia, la pobreza, la hambruna, las guerras y los genocidios, no son historias del pasado, ocurren constantemente en distintas partes del mundo. Y, mientras estos humildes indígenas están dispuestos a luchar por proteger la selva, se multiplican los depredadores humanos dispuestos a explotar al máximo la naturaleza sin ningún remordimiento por el caos que dejan a su paso por la vida.


¿Cuál es tu aporte a la humanidad?

El instinto de supervivencia hace que cada persona luche por sí misma, lo cual es "normal" El asunto es que formamos parte de la humanidad que funciona como un todo y si no remamos todos en la misma dirección, el barco naufragará.


Cada día se oye con más fuerza la voz de alarma: ¡Sálvese quien pueda!


El temor y el egoísmo no son buenos consejeros. Son los padres de la avaricia, de la corrupción, de la violencia y de la frustración.


Cada ser humano es enviado a la vida para cumplir una misión. La principal misión de todo ser humano es el desarrollo de sí mismo, porque, más importante que cambiar el mundo por fuera es cambiarlo por dentro. Las personas desarrolladas contribuyen de muchas formas al buen funcionamiento de las sociedad, mientras que las personas poco desarrolladas son un peso para la sociedad.

 

Se dice que todo ser humano debe plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. El árbol producirá semillas que se multiplicarán. El libro transmitirá ideas que sobrevivirán a través de las generaciones, así como sobreviven las ideas de los grandes personajes que nos han precedido. El hijo transmitirá la herencia genética, y, de esta forma, todos sobreviviremos a la muerte, como sobreviven nuestros ancestros a través de nosotros.


Muchas personas no cumplen con su misión, por eso existen tantas vidas vacías. Esta realidad nos perjudica a todos porque formamos parte de un mundo globalizado.


Aunque es importante la misión orientada al progreso, pues sin progreso no hay desarrollo; la verdadera evolución de la humanidad viene de dentro, del desarrollo de la inteligencia, de la conciencia y de la libertad. Esta es la misión más importante que hace posible un mundo más justo y más feliz.


Aunque es preocupante la situación del mundo, no te compliques la vida, no la conviertas en un rompecabezas, no pretendas ser un salvador; cada persona debe salvarse a sí misma, tú sólo puedes s er el testimonio vivo de que es posible salvarse a través del desarrollo.


Tú, al igual que todas las personas, has recibido muchas semillas: ideas, amor, fe, ilusión, valores, etc. La finalidad no es que las guardes sino que las obsequies a los demás y a su vez, ellos las obsequien a otras personas para que se multipliquen. De este modo, la vida será una siembra y una cosecha permanente de amor, de progreso y de felicidad.


Tú no puedes ser el sol que ilumine la tierra, pero puedes ser un fósforo que ilumine la oscuridad en que vive mucha gente. A veces, un saludo, una idea, un respeto, un poco de comprensión... puede ser el rayo de luz que ilumine la vida de las personas. En la vida de las personas exitosas hay una idea positiva que un día les dio el arranque para avanzar y llegar a lo que hoy son; así como en la vida de las personas fracasadas hay una idea negativa, una injusticia o un sentimiento negativo que las lanzó por el tobogán del fracaso.


Lo importante es que sientas que el mundo es un poco mejor porque existes tú y porque tu espíritu, tus acciones y tus intenciones son buenos.


Cuento


En el bosque se desató un incendio y todos los animales huían despavoridos. Un pajarito voló hasta el río, llenó su pico con agua y la lanzó sobre el fuego, y, así, iba y venía lo más rápido que le era posible.
El elefante le dijo: Huye, ¿No ves que el bosque se quema?
_ ¿Cómo puedo dejar que se queme el bosque sin hacer nada. Cuando me ha dado todo, me ha dado casa, comida...? y el pajarito siguió trayendo agua del río y derramándola sobre las llamas.


Dios, al ver la bondad del pajarito se compadeció, desató una tormenta y la lluvia apagó el fuego.


Los seres humanos no tenemos mucho más poder que el pajarito, pero nuestras acciones, pueden, por efecto dominó o por el efecto mariposa, influir de muchas formas en el funcionamiento de la sociedad. La gente te observa y tu conducta influye para bien o para mal en muchas personas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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