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Editorial 511

 


El que a hierro mata a hierro muere

 

Todo tiene su causa. Todo sucede por una razón. ¿Por qué unas personas son pacíficas y otras son agresivas? ¿Por qué unas personas resuelven sus diferencias a través del diálogo y otras recurren a la confrontación?


El ser humano es instintivo por naturaleza, lucha por lo que necesita para sobrevivir y trata de eliminar todos los obstáculos que se interponen en su camino hacia el objetivo, inclusive cuando se trata de seres humanos. La competencia y las guerras son una demostración palpable de esta realidad.


El hombre primitivo estaba dotado de un instinto fuerte de agresividad, necesario para sobrevivir en un mundo terriblemente hostil.


La agresividad es un mecanismo de defensa que sirvió en tiempos pasados, pero la sociedad ha evolucionado y hoy es una conducta irracional, arcaica y desadaptada, que, lejos de resolver, complica las cosas.

A medida que la humanidad ha evolucionado, ha aprendido a controlar los instintos y a gobernarse por la razón. Sin embargo, los instintos permanecen latentes, solo que ahora se expresan de forma sofisticada.

La competencia económica actual, es una forma de guerra sofisticada, a través de la cual continúan las guerras ancestrales de dominio y explotación. Las guerras actuales se centran en el dominio económico. Son formas de guerra "aceptadas socialmente", pero, no por eso, menos destructivas. Las guerras de antes destruían los cuerpos, las actuales destruyen la esperanza.

El odio y la agresividad son conductas instintivas que necesitan ser controladas a través de la educación, pues, como hemos señalado, son conducta irracionales, que, lejos de resolver, complica las cosas. Pero lo más importante es eliminar las causas que generan el odio y la agresividad.

Es natural sentir odio pero no es natural dejarse llevar por él, sabiendo las consecuencias que acarrea. También debemos entender que las personas que sienten odio, necesitan sacárselo de encima. El odio ejerce una presión interna insoportable que impulsa a actuar de forma instintiva y violenta.


El que odia cree que tiene razones para odiar y para actuar en consecuencia. Por lo cual, no podemos juzgar los hechos de violencia de forma aislada, sino dentro su contexto.


Con frecuencia ocurren casos de exterminio o de genocidio que se suponía habían quedado en el olvido, pero no, son recientes. El terrorismo avanza y se extiende; pero no es eliminando a los genocidas y terroristas como llegaremos a la paz. Necesitamos ir más al fondo y erradicar las causas que dan origen al odio.


La humanidad ha vivido siempre en crisis, pero ahora vivimos una crisis globalizada a nivel político, económico, laboral, moral, psicológico, familiar, etc.


En tiempo de crisis surgen los temores, se buscan culpables y se incrementa el odio, el resentimiento y la violencia.


En estas circunstancias, necesitamos utilizar el sentido común, tanto a nivel personal como a nivele social, porque todos tenemos mucho que perder.


Si no queremos naufragar como civilización, necesitamos remar todos en la misma dirección, y, sin esperar a lo que hagan los demás, importa, lo que haces tú.


El que a hierro mata a hierro muere


Toda acción humana está precedida de una intención. La intención puede ser consciente o inconsciente. La mayoría de nuestras conductas obedecen a necesidades e intereses inconscientes profundos, pero, debido a la educación, hemos aprendido a planificar y controlar conscientemente la acción.

Para matar es necesario odiar. El ser humano se resiste a hacer daño a personas inocentes. Por esta razón, quienes entrenan a los soldados para la guerra les enseñan odiar al otro, considerado como enemigo. La creación del enemigo es quizás uno de los aspectos esenciales del proceso de entrenamiento para matar.


La deshumanización de los soldados es la base de su preparación para la guerra. De esta forma, los soldados matan sin remordimiento en nombre de su patria, de la justicia o de la libertad. Es una forma de justificar lo injustificable, pues existen otras formas civilizadas de resolver las diferencias.
Las guerras


son una expresión del subdesarrollo mental y de la alienación que afecta a la humanidad. De forma similar, el odio y la violencia que observamos en la vida diaria, indican el estado de enajenación y descontrol en que viven muchas personas.

El odio es una conducta aprendida en respuesta a estímulos que atentan contra nuestra seguridad; de aquí la importancia de que en la familia y en la sociedad reinen la paz, la justicia y la solidaridad. Los conflictos externos son reflejo de los conflictos internos. La guerra y la paz se inician en el corazón del hombre.


En todo conflicto existe una falta de lógica, de verdad y de justicia; por lo cual, necesitamos luchar por la verdad y la justicia.


Conclusión


"El que a hierro mata a hierro muere"
Para matar es necesario crear las condiciones mentales que generen el odio. La persona que odia, necesita crear estructuras mentales de maldad. Esta actitud marca sus ideas, sentimientos e intenciones. Es una forma de envenenarse a sí misma.


El odio es una plaga que tiende a crecer, a contaminar y a destruir todo a su paso; por lo cual, debemos estar atentos para no dejar que surja el odio en nosotros ni en la sociedad.


"Puesto que las guerras comienzan en la mente de las personas, es en la mentes de las personas donde tenemos que erigir las murallas de la paz". Estatutos de la UNESCO.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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