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Editorial 505

 

 

Discapacitados


Dios estaba en el cielo mirando cómo actuaban los hombres en la Tierra.
Reinaba la desolación.


El Padre vio tantos humanos en guerra, esposos y esposas que no completaban su espíritu, ricos y pobres apartados, sanos y enfermos distantes, libres y esclavos separados, que un buen día reunió un ejército de ángeles y les dijo:
_ ¿Pueden ver a los seres humanos? ¡Necesitan ayuda! Tendrán que baja a la Tierra.

_¿Nosotros? Preguntaron los ángeles asustados.
_ Sí, ustedes son los indicados. Nadie más podría cumplir esta tarea.
Hice al Hombre a imagen y semejanza mía, pero con talentos especiales cada uno. Permití diferencias entre ellos para que juntos formasen el Reino.
Unos alcanzarían riquezas para compartir con los pobres.
Otros gozarían de buena salud para cuidar a los enfermos.
Unos serían sabios y otros muy simples para procurar entre ellos sentimientos de amor, admiración y respeto.
Los buenos tendrían que rezar por los que actuaran mal.
El paciente toleraría al neurótico. En fin, mis planes deben cumplirse para que el hombre goce, desde la Tierra, la felicidad eterna. Y para hacerlo, vosotros bajaréis a la tierra y viviréis con los hombres.


_¿De qué se trata? Preguntaron inquietos los angelitos.

 

_ Los hombres se han olvidado de que los hice distintos para que se complementen unos con otros, pero no han comprendido su misión. Por eso, os envío para cumplir tareas especiales.


Tú tendrás memoria y concentración de excelencia, ¡Serás ciego!


Tú serás elocuente con tu cuerpo y muy creativo para expresarte, ¡Serás sordomudo!


Tú tendrás pensamientos profundos, escribirás libros. ¡Serás poeta! Tendrás parálisis cerebral.


A ti te daré el don del amor. Habrá muchos otros como tú en toda la Tierra y no habrá distinción de raza porque tendrán la cara, los ojos, las manos y el cuerpo como si fueran hermanos de sangre. ¡Tendrás Síndrome de Down!


Tú serás muy bajito de estatura y tu simpatía y sentidos del humor llegaran hasta el cielo, serás gente pequeña.


Tú vivirás en la Tierra, pero tu mente se mantendrá en el cielo; preferirás escuchar mi voz a la de los hombres, ¡Tendrás autismo!


Al último angelito le dijo, serás hábil como ninguno, te faltarán los brazos y harás todo con las piernas y la boca.

Los ángeles se sintieron felices con la distinción del Señor, aunque les causaba enorme pena tener que apartarse del cielo para cumplir su misión.


_ ¿Cuánto tiempo viviremos sin verte? ¿Cuánto tiempo estaremos lejos de ti?

_ No se preocupen, estaré con ustedes todos los días. Además, esto sólo durará unos cuantos años.

_ Está bien, padre. Será sólo un instante en el reloj eterno.

 

Y bajaron a la Tierra emocionados.
Cada uno llegó al vientre de una madre, ahí se formaron durante 9 meses. Al nacer fueron recibidos con profundo dolor, causaron miedo y angustia. Algunos padres rehusaron la tarea; otros la asumieron enojados; otros se echaron culpas hasta disolver su matrimonio y otros lloraron con amor y aceptaron el deber.


Siguen bajando ángeles a la Tierra con espíritus superiores en cuerpos limitados y seguirán llegando mientras haya humanidad en el planeta.


Como los ángeles saben que su misión y sus virtudes son unión, fe, esperanza y caridad, gobernadas por el amor, ellos han sabido perdonar y con gran paciencia pasan la vida iluminando a todo aquel que los ha querido.


Cuando en nuestro camino nos encontremos con alguno de estos angelitos, no debemos compadecerlos, ni sentir pena por ellos, que ellos en su mundo son igual o más felices que nosotros. Tan sólo son angelitos con diferentes capacidades que nosotros, aprendamos a quererlos, respetarlos, aceptarlos y que se sientan amados, sólo así ellos podrán desarrollarse y mostrarnos de lo que so n capaces.


Autor desconocido


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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