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Editorial 495

 


El Perdón

 

El odio no es necesariamente irracional. Es razonable odiar a gente u organizaciones que amenazan la existencia o hacen sufrir. La gente suele odiar a lo que se opone a su salud y bienestar. Entre las cosas odiosas para mucha gente están el capitalismo, el socialismo, el nazismo, el comunismo, la guerra, el terrorismo, la esclavitud, las religiones, el genocidio y el autoritarismo, porque son percibidos como enemigos del bienestar y de la paz.


Muchos odian de forma espontánea, sin procesar las razones de su odio, sin embargo, sienten que el odio les produce un estado placentero.

El odio es con frecuencia el preludio de la violencia. Antes de la guerra se enseña a la población a odiar al enemigo o régimen político. Es común inculcar en los partidarios o en los soldados, el odio hacia el enemigo. El racismo, el terrorismo, los fanatismos, la xenofobia... estimulan el odio


El odio sigue siendo el principal motivo de los conflictos personales, sociales y armados, como la guerra y el terrorismo. No es fácil saber cuándo el odio tiene una base lógica y cuándo el odio se contagia emocionalmente y se convierte en algo visceral.


El odio es considerado como un sentimiento natural en contra de todo lo que nos perjudica, pero en el fondo indica falta de evolución. No podemos vivir odiando o combatiendo a quienes no son o no piensan como nosotros.


Las personas evolucionadas no odian; entienden que existen personas distintas, que piensan y actúan de otra forma y tienen derecho a ser como son, a pensar como piensan y a actuar como actúan.

El perdón es una cualidad que poseen únicamente ciertas personas superadas. Significa que cuando alguien viola mis derechos, soy capaz de comprender que es una persona equivocada, que es víctima de sus temores, de sus prejuicios y de su frustración y por tanto, la perdono. La gente respeta y admira a quienes son capaces de perdonar.


Hay que comenzar por perdonarse a sí mismo; por ser humilde y aceptar que somos débiles y que cometemos muchos errores.


A medida que pasan los años se ven las cosas desde otra perspectiva y, liberados de la ira del momento, resulta más fácil comprender y perdonar.


La ira y el perdón se aprenden. La diferencia radica en que en la ira, la persona se deja llevar por un impulso irracional, mientras que, en el perdón, la persona controla la ira y en su lugar produce un sentimiento de perdón.


Un método que puede ayudarnos a comprender y perdonar, consiste en pensar lo mal que se sentirán las personas que nos hacen daño; pues, sólo una persona con serios problemas personales puede actuar de esta forma.


Todos necesitamos ser comprendidos, tolerados y perdonados muchas veces. “El que esté sin pecado que arroje la primera piedra”


Vivimos en una sociedad de competencia despiadada y el instinto nos lleva a reaccionar de forma agresiva. El “Ojo por ojo y diente por diente” es una conducta alienante, pues nos obliga a vivir constantemente en actitud de ataque – defensa y, si alguien no detiene esta guerra, al final, todos terminaremos, como mínimo, ciegos y desdentados.


Si tenemos en cuenta que la gente gasta el 70% de su energía física y mental en defenderse de sus propios temores, complejos, culpas y frustraciones. ¿Qué energía le puede quedar para avanzar en el proyecto de su propio desarrollo?


Los seres humanos tendemos a ser justicieros. Ignoramos que la comprensión, la tolerancia y el perdón son valores superiores a la justicia. La justicia es sólo una ley natural, mientras que, el perdón es una ley superior.


Tenemos que aceptar que, el otro, es una persona de carne y hueso, el cual, por circunstancias de la vida es distinto a nosotros y ponernos en sus zapatos para poder comprenderle.


Nos han enseñado a pensar que quienes no son como nosotros están equivocados (?). Es un error. Todos tenemos un poco de la verdad y es esa verdad la que podemos compartir.


El hecho de perdonar indica que eres capaz de dominar los instintos primitivos, como son: La ira, el odio, la venganza y el resentimiento, pero, aún queda un buen trecho por andar. Es necesario llegar un poco más lejos y ser capaz de amar. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.


Según la Ley de Correspondencia, cada uno recibe lo que da; de modo que: “No juzgues y no serás juzgado. No condenes y no serás condenado. Perdona y serás perdonado” Ama y serás amado.


¿Cuántas veces debo perdonar?

Setenta veces siete” es decir, siempre.


Cuando alguien nos hiera o traicione, podemos pensar en lo mal que se sentirá, porque al traicionarnos, se traiciona a sí mismo.


Nos sentimos amenazados por los demás por la simple razón de que son distintos. En este caso, el problema no son ellos; el problema es nuestra estrechez mental.


El hecho de comprender, tolerar y perdonar, no significa ser complaciente con la mentira y con el mal. La mentira y la injusticia son males y, por tanto, deben ser combatidos; pero las personas que actúan en su nombre, están equivocadas y merecen el perdón.


En conclusión: Necesitamos comprender que cada persona es un mundo, con un esquema mental propio y con una forma particular de reaccionar; por lo cual, no intentes cambiar su rumbo, sólo ofrécele tu ejemplo, tu respeto y tu perdón.


El perdón es una decisión y también es un proceso.


Dicen que el perdón es propio de Dios y de los santos, en realidad es sólo una conducta de personas inteligentes.


Necesitamos perdonar y amar para conservar el equilibrio mental y para sobrevivir.


"Sé como el árbol de sándalo que perfuma el hacha que lo corta" Rabindranath Tagore






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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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