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Editorial 490

 


Egoísmo


El egoísmo es instintivo. Tiene como objetivo la supervivencia individual. Lo observamos en los animales y en las personas. Sin embargo, también observamos cómo los animales se asocian, trabajan en equipo y se apoyan mutuamente.


En la especie humana el egoísmo es un instinto primario que predomina especialmente en los niños. El egoísmo es controlado a través de la educación; sin embargo, siempre queda la tendencia.

El egoísta ignora a los demás o bien los utiliza como un medio para satisfacer las propias necesidades y deseos. Ignorando el principio de reciprocidad. El egoísta persigue sus metas personales menospreciando la comunidad de la que forma parte.


El egoísta parte del principio de que sus opiniones e intereses son más importantes que los del resto de los mortales. No se siente culpable por ello, sino que considera que eso es lo que debe hacerse y, en definitiva, lo que todos deberían hacer.


En cierta manera, ser egoísta equivale a la renunciar al aspecto más importantes de la condición humana, ya que no tiene cabida el amor, la compasión, el altruismo ni otros muchos sentimientos que conforman la naturaleza humana.


El egoísta no lo es ocasionalmente, para él, su lo es todo y en todo momento. El egoísmo es un modo de vida, una manera de ser; de sentirse el centro de todo cuando acontece; de ahí el término egocéntrico. Todo su comportamiento, aunque a veces no sea notorio ni perceptible, está encaminado a lograr objetivos egoístas.


Una persona egoísta puede ser percibida por los demás como un luchador. Este tipo de persona es percibido como alguien enérgico, incluso ostentando el liderazgo en algunas facetas, y por tanto generando cierto grado de admiración y respeto. Pero detrás de esta máscara está la persona egoísta con recursos que se vale de ciertas estrategias para lograr objetivos estrictamente personales. Si bien es cierto que esta puede ser una de sus características, conviene advertir que lo que en verdad lo distingue de otros luchadores, es que su lucha no es “a favor de”, sino “en contra de”, obedeciendo siempre su actuación a seguir alimentando un ego que nunca tiene suficiente. En el fondo se podría afirmar que un egoísta es adicto a sí mismo.

El egoísta pasivo suele ser una especie de “vampiro emocional”, dando la imagen de ser desvalido y que necesita la atención y los cuidados de todos los que le rodean, por lo general la familia y la pareja, tal y como sucede en algunos casos de dependencia emocional.

Su debilidad y su sentimiento de inferioridad pueden tener el origen en la infancia. Falta de atención, abusos sexuales, negación narcisista y otras carencias en el aprendizaje pueden llevar al individuo a desarrollar métodos paralelos con el fin de lograr objetivos que de otro modo no son capaces.

Es una pregunta interesante. La personalidad de cada uno se forja desde la infancia y las características esenciales difícilmente se modifican. A título personal creo que la persona egoísta no es fácil que cambie.


Consecuencias


La deshumanización produce graves consecuencias negativas en nosotros los seres humanos , debido a que desintegra la sensibilidad caracterizado por ser inhumano e insensible al dolor ajeno. Motivo por el cual se observan a diario individuos que ocupan un lugar en determinadas empresas sin tener la preparación academica adecuada y sin pensar en el daño daño que causan.


El ser humano egoísta va cultivando un rechazo, de modo tal que llega a quedarse aislado por su propia elección. Estas personas no se detienen a reflexionar y tratan de justificar su conducta.

 

En este punto hay que aclarar que no se trata sólo de lo que se puede ofrecer materialmente, hay muchas formas de dar y todas son válidas. Está dando algo aquél que acompaña a un enfermo desinteresadamente, aquél que presta el oído a la persona que necesita ser escuchada, aquél que brinda una palabra de aliento y una sonrisa al que se encuentra triste y apenado, en fin, son muchas las circunstancias que se nos presentan a lo largo de la vida para entender el valor de “dar”


El egoísmo lleva a las personas a amontonar objetos durante años, cosas que ya no usan pero de las que les cuesta desprenderse, sin tener en cuenta que otros muchos seres humanos pueden estar necesitándolas. Prefieren que se apolillen o se oxiden, pero que sigan siendo propias.

Seres humanos que desperdician su tiempo en la tierra y parafraseando a Gandhi que dijo: “Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, ¿Codemos malgastar tantas horas?”, yo agregaría, “sin notar lo gratificante que es servir a los demás”.

Al final de tu camino, lo que diste, eso tendrás.

 

Las siguientes palabras pertenecen a una persona que ha tenido el valor de confesar su egoísmo.
"

El egoísmo se paga caro. Hace mas de 30 años que soy un egoista y hoy me encuentro totalmente solo. He actuado desmedidamente en contra las personas que me amaron. Siempre abuse de su presencia, de su paciencia y de su bondad. Me alejaba de ellas sabiando que al regresar iban a estar ahí, pero hoy no hay nadie ya, las personas que me amaron, han rehecho sus vidas y estan rodeadas de quienes las aman. Tanto me alejé de la gente que hoy estoy solo. No queda para mi nada más que pagar por lo que he hecho, pues no hay disculpas que perdonen todo el dolor que causé.

 

Alejense del egoismo, amen a la gente que los rodea, no los abandonen, extiendan siempre su mano... si no, terminaran como yo, solo en un mundo lleno de gente.

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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