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Editorial 463

 


Ponle ritmo a tu vida

 

En la naturaleza todo tiene un ritmo natural. Todo está sincronizado y sucede cuando debe suceder, siguiendo el proceso natural correspondiente.


El ritmo hace que todo fluya de forma fácil, natural y sin esfuerzo.


A medida que conocemos la naturaleza podemos predecir casi todo lo que ocurrirá en el futuro; sin embargo, cuando se trata de la vida humana, es muy poco lo que podemos predecir con certeza, debido a que entran en juego el libre albedrío, intereses y pasiones, los cuales escapan al control de las personas, lo que hace que la vida humana esté llena de incertidumbre.


Mientras la naturaleza conserva su ritmo invariable a través de los siglos, el ritmo de la sociedad se acelera cada día. Las cosas cambian con rapidez. Se multiplican los conocimientos y se incrementan las necesidades y los compromisos; sin embargo el tiempo no se multiplica. Esta realidad hace que los seres humanos se encuentren atrapados en un callejón sin salida. Por una parte, no pueden detener el ritmo de la vida porque depende de una máquina social muy poderosa que impone pautas y formas de vida, y, por otra parte, tampoco pueden liberarse de la dinámica de la sociedad ni tienen capacidad para seguir su ritmo.

Este desfase entre las personas y la dinámica de la vida ha existido siempre, sólo que en otras épocas esta situación era manejable, pero hoy desborda la capacidad de resistencia de las personas.


La angustia, la depresión, el estrés y numerosas enfermedades psicosomáticas son características de nuestra época


y surgen como reacción en contra de una forma de vida incompatible con la naturaleza humana.


Por lo que podemos ver, la dinámica de la sociedad sigue impertérrita su camino, aupada por los avances de las telecomunicaciones y de la globalización. Esta dinámica es incontenible y su único objetivo es el progreso. No tiene conciencia ni valores, por lo cual, no le importa la ruina humana que va dejando en el camino.


Se ha producido un desfase muy grande entre el progreso y la evolución. Hemos progresado mucho en información y conocimientos, pero hemos evolucionado poco en conciencia, en valores y en sabiduría.


Hemos creado un monstruo científico y tecnológico y no sabemos cómo controlarlo para que esté al servicio del hombre, más bien, él nos está manejando y convirtiendo en pequeños robots. Los seres humanos se convierten en robots cuando pierden la capacidad crítica, la conciencia y la sensibilidad humana, moral y espiritual. Normalmente, todas estas cosas se pierden a la vez.


Tal vez, lo que está ocurriendo en el mundo es el principio de una nueva forma de vida que no alcanzamos a comprender. El problema está en que, no tenemos tiempo para esperar a ver qué ocurre, ni tenemos por qué pagar las consecuencias de los errores que se han cometido, que se comente y se cometerán en este proceso de cambio y de adaptación. Por otra parte, no sabemos si esta situación va camino de un desastre social.


¿Qué podemos hacer ante este panorama?


Siempre debemos apostar a ganador, porque es la única forma de activar nuestras mejores energías y de ser felices, pero debemos ser realistas y crear distintas alternativas por si...


Debemos estar conscientes de que la sociedad tiene un poder gravitacional inmenso que impide que las personas se salgan de su radio de acción.


La sociedad la formamos todos. Todos estamos programados para ser represores de quienes intentan salirse de la dinámica de la sociedad. Nadie tiene conciencia de su acción represora porque esta acción depende de fuerzas subconscientes. La envidia, la crítica, la falta de apoyo, la indiferencia, etc. son formas de reprimir, descalificar y desanimar. Por esta razón, quienes aspiran a ser líderes o a emprender algo en busca de progreso y libertad, necesitan capacitarse para hacerse un espacio en una sociedad muy competitiva.


Nadie puede liberarse de una fuerza si no desarrolla una fuerza superior que le permita romper la atadura que le esclaviza. Esto ocurre a nivel físico y ocurre también a nivel económico, afectivo, social, moral y espiritual.


Para liberarse de cualquier clase de sometimiento sólo existe una forma: progresar y evolucionar; lo cual exige crear una forma propia de vida y un ritmo propio. Esto no quiere decir que haya que vivir al margen de la sociedad, sino que, en vez de dejarse manejar y utilizar por la sociedad, existe la posibilidad de beneficiarse de sus aspectos positivos.


Ponle ritmo a tu vida significa


1. Sé protagonista de tu vida. No permitas que otros piensen y decidan por ti.


2. Elabora un plan de desarrollo cultural. La cultura es la esencia de la evolución, producto del esfuerzo realizado por millones de personas durante millones de años. La cultura es el disco duro que contiene la información necesaria para la creatividad.


3. Vence a tus enemigos. Tus enemigos no están en la sociedad, están dentro de ti, sus nombres son: ignorancia, egoísmo, temor, baja autoestima, pereza, falta de disciplina y falta de responsabilidad. Si logras derrotar a estos enemigos, no habrá enemigo en la vida que no puedas derrotar.


3. Prevé, adelántate al futuro. Vive en actitud de cambio. Las cosas cambian con rapidez y lo que hoy es novedad, mañana será obsoleto; sin embargo, los aspectos estructurales permanecen en el tiempo. Lo esencial no cambia, lo que cambia son las formas, los estilos y la dinámica de las cosas.


Casi todo ya está inventado y lo que inventamos hoy se parece mucho a lo que ya existe; así ocurre en los carros, modas, etc. Por tanto, da importancia a lo esencial de las cosas y estarás siempre actualizado, sólo necesitarás hacer algún ajuste para vivir adelantado al futuro. De esta forma, no importa por dónde vaya la sociedad, tú ya tienes tu camino trazado.


4. Cambia el ritmo de tu cerebro. Libérate de hábitos mentales viejos que te impiden crecer. Asimila las técnicas de Súper Aprendizaje Alfa y desarrolla una mente ágil, fluida e intuitiva, que te ayude a ir directamente a lo importante de las cosas, a procesar con rapidez, a seleccionar lo esencial y a tomar decisiones rápidas y eficaces. La rapidez de la cual hablamos no tiene nada que ver con la prisa ni el estrés. Se trata de velocidad mental, producto de una programación mental superior.


5. No te dejes engañar ni manipular. Establece objetivos y metas valiosas, por las cuales vale la pena vivir y luchar, para que no te ocurra como a tantas personas que luchan durante toda su vida por objetivos que consideraban importantes y al final sólo les queda cansancio y frustración.


6. Ten siempre presente que tu mayor capital es tu desarrollo personal. Este capital no se devalúa, no te lo pueden robar y lo sientes como un poder, como una riqueza interna y como una felicidad que llevas contigo a donde quiera que vas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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