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Editorial 450

 


Los errores se pagan caros

 

En la naturaleza todo se rige por leyes y los animales por el instinto. En ambos casos el comportamiento está predeterminando y ocurre lo que tiene que ocurrir.


En el caso de los seres humanos la situación es distinta. Los seres humanos pertenecemos a una especie evolucionada que a lo largo de los años ha desarrollado la inteligencia , que le sirve para conocer la verdad y el valor de las cosas y la conciencia , que le sirve para distinguir entre el bien y el mal. A estos desarrollos hay que añadir el libre albedrío , que da libertad para elegir.


Este desarrollo alcanzado por la especie humana se transmite genéticamente de padres a hijos, pero sólo es una posibilidad que necesita ser desarrollada a través de la educación. Así pues, la naturaleza funciona por leyes, los animales por instinto y los seres humanos por programaciones adquiridas a través de la educación.


En principio, los padres programan sus los hijos. Estas programaciones son determinantes, porque establecen las bases de la conducta a nivel intelectual, afectivo, social, moral y espiritual.


La experiencia indica que los padres carecen de preparación psicológica y pedagógica, por lo cual, cometan errores graves que luego pagan los hijos a lo largo de toda su vida.


A estas alturas de la vida no podemos regresar al pasado para rectificar las cosas, pero sí podemos entender las razones de nuestros comportamientos, reprogramar la mente y minimizar los daños.


Lo importante es utilizar de forma inteligente el libre albedrío y hacer bien las cosas, pues, en definitiva, dependemos de la calidad de lo que hacemos.


Los seres humanos evitamos cometer errores en aquellos aspectos que producen consecuencias negativas inmediatas. Así, evitamos cruzar la calle si el semáforo está en rojo, evitamos quebrantar la ley si la autoridad está presente, etc. pero cometemos muchos errores en aquellos aspectos que no generan consecuencias negativas inmediatas. Por ejemplo: Dejamos el estudio para último momento, o, lo que es más grave, lo dejamos definitivamente, vaciamos la tarjeta de crédito de forma irresponsable, descuidamos la salud, postergamos decisiones importantes; en definitiva, no prevemos las consecuencias de lo que hacemos o dejamos de hacer.


De esta forma se van acumulando errores que tienden a crecer y a multiplicarse. Algunos de estos errores se convierten en problemas impagables, y, como la vida no perdona a nadie, al final se cobra los errores con intereses muy altos.


Toda conducta correcta genera beneficios y toda conducta errónea genera daños.


La salud, el éxito y la felicidad son productos de conductas correctas; mientras que la enfermedad, el fracaso y la frustración son consecuencia de conductas erróneas.


Muchas personas creen en el destino y en la suerte. El destino y la suerte no existen ni sirven para explicar, por qué en las mismas circunstancias unos triunfan y son felices y otros no.


La vida está llena de oportunidades. Las oportunidades están ahí, delante de nosotros, al alcance de la mano, pero sólo pueden verlas y aprovecharlas quienes están capacitados. Cuántas oportunidades hemos perdido en la vida por no estar atentos o por no estar a la altura de las circunstancias.


La ignorancia es el peor de todos los males, es la que da inicio a todos los errores. Si las personas conocieran el valor real de las cosas y las consecuencias que generan los errores, se esforzarían en conocer las leyes que rigen la vida y en hacer bien las cosas. Asumirían sus responsabilidades y evitarían cometer errores.


Los errores que cometemos en la vida son consecuencia de fallas y errores que tenemos en la mente (falta de información valiosa, ideas poco claras, criterios equivocados sobre aspectos importantes de la vida, como el esfuerzo, el trabajo, la disciplina, la responsabilidad, etc.)
Al hablar de errores nos centramos en aspectos negativos de la vida que no conducen a nada, por lo cual, no debemos dedicarnos a corregir errores porque no terminaremos nunca. Sólo sirven las acciones en positivo.


Los errores importantes no son hechos aislados, son producto de formas erróneas de pensar, por lo cual, para evitar dichos errores es necesario rectificar la forma de pensar que los generan.


Todos sabemos que los errores se pagan caros, sin embargo seguimos cometiendo errores. El título del tema tiene por objeto despertar la mente y recordar que el peor enemigo de cada persona son sus propios errores y que la única forma de superar los errores es desarrollar su opuesto. La mentira se vence con verdad, la ignorancia con conocimiento, la corrupción con honestidad y el odio con amor. No existe otra solución.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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