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Editorial 448

 


Tú dependes de la calidad de lo que haces

 

Los padres programan la mente de los hijos, sobre todo en la infancia, pero los seres humanos tenemos una inteligencia que nos permite analizar y valorar las cosas y el libre albedrío que nos permite actuar por iniciativa propia; por esta razón, somos responsables de lo que hacemos o dejamos de hacer. A cada persona le va en la vida de acuerdo a sus decisiones. Al final, cada uno tiene lo que merece.


Existen muchas circunstancias adversas que se oponen al desarrollo personal y al éxito. En este caso, el deber de cada persona es encontrar la forma de superar las dificultades, pues, de lo contrario, pagará las consecuencias.


La forma de superar las dificultades no es luchar contra ellas, sino superarse (ser más inteligente, más previsor, más prudente, más constante, más disciplinado, más responsable)


Sabiendo que las dificultades y problemas están a la vuelta de la esquina, es fundamental vivir en actitud de superación constante, no sólo a nivel profesional, sino también a nivel de autoestima, de valores y de espiritualidad.


Lo peor que podemos hacer es conformarnos con lo que hacemos, esperar que cambien las cosas o esperar ayuda de los demás.


La vida es cambio y evolución, de modo que, al conformarnos con lo que hacemos, vamos quedando desfasados, desadaptados y devaluados. Al final quedamos marginados.


Tampoco podemos esperar que cambien las cosas, pues, las cosas sociales tienen procesos muy lentos y la vida es corta para esperar. Además, cuando cambien las cosas, sólo las personas capacitadas se beneficiarán de los cambios, los demás tendrán que conformarse con las migajas.
Tampoco podemos esperar ayuda de los demás, pues, cada persona tiene que luchar su propia batalla. Tal vez podamos recibir alguna ayuda económica o de estímulo, pero estas ayudas no sirven para resolver la vida, pues el conocimiento, el desarrollo, el éxito, la felicidad y la libertad son una conquista personal que viene de dentro y depende exclusivamente de cada persona, no de las circunstancias externas.


Los problemas que nos afligen, a nivel personal y a nivel social, se deben a que funcionamos mal, como personas y como sociedad. En la vida siempre habrá problemas, debido a que la vida es lucha, crisis, cambio y evolución; sin embargo, no es lógico lo que está ocurriendo en el mundo. La humanidad ha progresado mucho, por lo que no deberían existir tantos problemas de ignorancia, de pobreza y de violencia. Sin duda, hemos fallado en la calidad de nuestro desarrollo personal. Hemos progresado mucho pero hemos evolucionado poco. Hemos desarrollado las áreas del conocimiento, de la capacidad profesional y de la productividad, pero no hemos desarrollado suficiente calidad como personas.


La situación social es el reflejo de lo que ocurre en el interior de las personas. Para que cambie la sociedad es necesario que cambien las personas.

Este proceso es largo y complicado, porque se trata de cambios estructurales.

Este proceso supone años, décadas, y, a veces, siglos; por lo cual, olvídate de cómo funciona la sociedad. La sociedad siempre será ignorante, pobre y mediocre; por tanto, céntrate en ti y trabaja por mejorar tu calidad en todos los aspectos.

En realidad, tú no dependes de lo que ocurre en el mundo sino de lo que ocurre en tu mente.

Tú aprendes de lo que haces. La calidad de lo que haces hoy, prepara las condiciones para que mañana puedas hacer mejor las cosas.

Las personas no se superan porque todos los días hacen las cosas de la misma forma. Coloca el listón un poco más alto cada día y te sorprenderás de hasta dónde puedes llegar.


Cuida la calidad de lo que haces porque es lo que establece la diferencia entre el éxito y el fracaso.

 

El hacer las cosas de calidad no exige esfuerzo extra, sólo exige un poco de sentido común.


Evita el perfeccionismo y la prisa por lograr los objetivos, porque generan angustia y estrés.


Tú dependes de la calidad de lo que haces, pero la calidad de lo que haces depende de la calidad de tus ideas, de la calidad de tus sentimientos, de la calidad de tu lenguaje y de la calidad de tus valores; es decir, de la calidad de lo que eres. La calidad es algo íntimo y profundo que sólo tú conoces y sientes como un valor y como una plenitud. Esa calidad la expresas en forma de vibraciones y los demás las perciben, y, de acuerdo a la calidad de tus vibraciones, las personas te valoran y te respetan.


Lo más grande que puede ocurrirnos en la vida es sentirnos personas de calidad. Esta experiencia ayuda a ver las cosas en positivo y a ser feliz a pesar de las adversidades. Quienes no se sienten personas de calidad están condenadas a ser infelices por el resto de su vida.


Cuida tu calidad como persona y como profesional. No te dejes contaminar por la mediocridad ni por la corrupción. Lucha cada día por ser mejor y no te confíes mucho de ti mismo, pues, somos débiles, tendemos al libertinaje y existen muchas tentaciones. Además, la Ley de Entropía tiende a desintegrar las cosas, por lo cual, necesitamos dar cohesión y coherencia a nuestra vida.


Cómo mejorar la calidad de lo que somos y de lo que hacemos


Todo cambio se inicia en la mente. Nuestra vida y nuestras acciones son producto de las programaciones que dominan en nuestra mente. Estas programaciones las hemos construido a través de los años. Cuanto más pensamos en algo más se graba en la mente y cuando nos ejercitamos en algo se convierte en habito.


Las ideas y los hábitos que predominan en nosotros, determinan la dirección de nuestra vida.


La calidad de lo que hacemos depende de tener ideas claras, convicciones sólidas y hábitos fluidos; por lo cual es importante dedicar un tiempo todos los días a mejorar estos aspectos.


Tú dependes de la calidad de lo que haces, por lo cual, no valen la mentira, la viveza ni el engaño, sólo valen la honestidad y la autenticidad.


Las grandes empresas han comprendido que la calidad del producto y de los servicios es garantía de supervivencia en el tiempo.


Las personas podemos fingir ante la sociedad, pero no podemos fingirle a la vida ni a la conciencia. Al final, la forma en que nos sentimos, depende de la calidad de lo que somos y de la calidad de lo que hacemos; lo cual no significa ser perfecto, pero sí ser honesto y esforzado.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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