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Editorial 447

 


Vidas vacías y vidas plenas

 

La vida tiene un valor infinito. Es una oportunidad para aprender, para amar y para convertir los sueños en realidad, y, de esta forma, llegar a la apoteosis final, es decir a la plenitud.


La naturaleza nos da un cerebro poderoso, una inteligencia capaz de conocer el valor de las cosa, una conciencia para distinguir entre el bien y el mal y el libre albedrío para que seamos protagonistas de nuestro destino. Estos dones tienen como objeto el desarrollo y la felicidad.


Entonces:
¿Por qué existen tantas vidas vacías?
¿Por qué existen tantas personas ignorantes, pobres y frustradas?
¿Cuál es la causa de tanta desgracia?


La vida es un proceso que se inicia con la concepción. A las pocas semanas el cerebro del bebé comienza a recibir y grabar vibraciones procedentes de la madre; si el estado emocional de la madre es de paz y de armonía, el cerebro del bebé recibe vibraciones que le transmiten seguridad; en caso contrario recibe vibraciones que significan peligro, a las cuales el bebé reacciona de forma defensiva.


Esta programación primera es la más importante, porque marca pauta.
De modo que, si la madre tiene buena autoestima y es feliz, transmite habitualmente vibraciones positivas a su bebe, las cuales le estimulan a reaccionar de forma positiva. Con el tiempo se crea un patrón positivo de reacción que se va consolidando. Cuando nazca, tenderá a reaccionar de forma positiva, lo que hará que las personas lo amen mucho y que el proceso de desarrollo y adaptación sea exitoso. Pero, si la madre tiene serios problemas durante el embarazo, el bebé recibirá muchas vibraciones negativas que le llevarán a reaccionar de forma defensiva. Cuando nazca tendrá actitudes defensivas, de rechazo y desconfianza, y, aunque sus padres lo amen, él no sentirá el amor, porque lleva una coraza interna para protegerse. Esta situación complica el proceso educativo, el proceso de aprendizaje y el proceso de adaptación.


Para comprender los problemas actuales de las personas y de la sociedad tenemos que ir a la raíz de los mismos.


Lo más importante para un niño cuando viene a este mundo es tener unos padres buenos y cariñosos, que tengan buen carácter y paciencia, que tengan buenos principios y valores, que vivan unidos y formen una familia que le proporcione seguridad. Las desavenencias familiares y el divorcio dejan secuelas graves en los hijos pequeños y también en los grandes.


Como podemos apreciar el amor es lo más importante de la vida.
Nadie nace feliz o infeliz. La felicidad y la infelicidad son sensaciones que se producen como respustas a estímulos recibidos, positivos o negativos.


Existen personas felices e infelices en todas partes y en todos los niveles sociales, lo que indica que la felicidad y la infelicidad no dependen de la riqueza ni del éxito profesional.


Existen personas que siempre están alegres. Son personas positivas, emprendedoras y sociables que disfrutan inmensamente de la vida y existen también personas que viven en estado de angustia y son habitualmente infelices.


Como ya hemos indicado, la conducta de las personas depende de su estructura mental, programada básicamente en la infancia a través de la educación recibida y consolidada a través de los años, por medio de las decisiones personales.


Qué hacer


No podemos regresar al pasado para cambiar las cosas, pero sí podemos conocer y aprender del pasado para evitar cometer los mismos errores con los niños que nacen.


También podemos rectificar. Existen técnicas de programación mental muy eficaces. Como todo se inicia en la mente es necesario comenzar por entender la realidad de las cosas y cambiar el enfoque de la vida.


Muchas personas llevan una vida vacía y la aceptan pasivamente, porque se acostumbraron a esa forma de vivir y porque carecen de ideas, de motivaciones y de fe en la vida. Es como el que está encerrado en una habitación oscura, si un día se abriera una ventana y pudiera ver la luz y el mundo de colores que existe afuera, buscaría la forma de salir a la libertad.


Conclusiones


Es importante tener presente que, por encima de todas las circunstancias, el hombre es libre y responsable de lo que hace, por lo cual, cuanto más adversas son las circunstancias más debe echar mano de su inteligencia y de su voluntad; porque, al final, la vida no perdona. A la vida no le interesan excusas ni razones. Nos ha dado una inteligencia, una conciencia y el libre albedrío, por lo que no acepta el fracaso de nadie; por esta razón, cada uno tiene lo que merece.


Las vidas vacías se deben a que las personas adquieren muchas deudas con la vida en forma de ignorancia, pobreza, fracaso... lo que hace que su autoestima y esperanza se vengan abajo y no encuentren salida.


En la vida de cada persona hay momentos de inflexión, momentos decisivos en los cuales las decisiones que tomamos marcan nuestra vida para siempre. Son momentos en los que hay que actuar con criterio, sabiduría y prudencia. La lectura de este tema es tal vez uno de esos momentos de inflexión en que tienes la oportunidad de tomar conciencia de tu situación y reaccionar, para salvaguardar tu vida plena o para salir del vacío en que te encuentras sumido.


Las vida plena está asociada a una infancia feliz, a la autoestima, honestidad, bondad, dignidad, humildad, espíritu de superación, solidaridad,y al buen uso del libre albedrío; mientras que, la vida vacía está asociada a una infancia con carencias afectivas, a una visión negativa de la vida, a la baja autoestima, al temor, a la inseguridad, a la rigidez mental y a la aceptación sumisa de las cosas.

Para tener una vida plena, de forma habitual, es necesario ser libre de toda dependencia interna y externa; lo cual significa: controlar los temores, la pereza y el egoísmo; capacitarse y producir lo necesario para tener buena calidad de vida y vivir en paz consigo mismo, con Dios y con las personas.


Puesto que todo cambio se inicia en la mente, es necesario desarrollar una visión positiva de la vida y valorar y disfrutar de lo que tenemos en vez de quejarnos por lo que nos falta.
El problema está en que, de tanto luchar por cosas inútiles nos olvidamos de luchar por las cosas importantes.


El ser humano es libre, de modo que, al margen de la programación recibida a través de la educación, lo que determina el vacío o plenitud de las personas es su actitud ante las cosas y la forma en que reaccionan. Al final cada uno tiene lo que merece de acuerdo a sus acciones.


El dinero es necesario y sin él no tenemos paz, pero una vez que hemos logrado el dinero nos damos cuenta de que, el dinero no llena el corazón ni trae la paz a la familia ni a las personas.


Hoy tenemos una calidad de vida infinitamente superior a la que tenía la gente hace cien años, cuando la mayoría vivía en la miseria; sin embargo, no estamos satisfechos, debido a que, la satisfacción o la insatisfacción, no dependen tanto de las cosas que logramos, cuanto del desarrollo que alcanzamos como personas.


De todos modos, los problemas económicos, afectivos y existenciales nos seguirán a donde quiera que vayamos, porque la esencia de la vida es necesidades que satisfacer y problemas que resolver. La diferencia está en la actitud que tomamos hacia ellos y en la forma como los resolvemos.


Si pones el éxito en el logro de cosas materiales no lo alcanzarás nunca. Si lo pones en el desarrollo personal y trabajas por ser la mejor persona que puedas ser, sentirás que has alcanzado todo lo que podías lograr en esta vida y te sentirás realizado.


Para que tu vida sea plena necesitas llenar el bolsillo con dinero, el cerebro con ideas y el corazón con amor.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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