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Editorial 445

 


Mi patria es del mundo

 

Hubo un tiempo en que no existían fronteras y los hombres eran como las aves que emigran de una parte a otra sin pasaporte.


"Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados y no porque en ellos el oro se alcanzase sin fatiga alguna, sino porque entonces, los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras, tuyo y mío" Cervantes. El Quijote. Cap. 11.


La historia de la humanidad es un sin fin de guerras sin cuartel. Sólo en la última década, en áfrica, 30 de los 53 países han tenido guerras que han desembocado en masacres.


La Primavera árabe es una reacción que dice ¡Basta! a la dictadura y a la represión. Los movimientos de indignados son un grito que pide justicia.


En el mundo están ocurriendo muchas cosas que son un insulto a la inteligencia, a la justicia y a la libertad. Son hechos que dejan al descubierto nuestro escaso grado de evolución.


Los emigrantes arriesgan su vida buscando una forma de sobrevivir. Sólo reclaman su derecho a trabajar como ciudadanos del mundo que son; pero los países se han blindado con leyes, para justificar sus abusos. Al final se impondrán las leyes naturales, según las cuales, todos somos ciudadanos del mundo.


Al margen de estas historias, es importante crear la conciencia universal de que todos somos ciudadanos del mundo, que, en definitiva, somos una sola familia, y, queramos o no, estamos condenados a convivir y a entendernos. Y es mejor entedernos por las buenas antes de que el mundo estalle en mil pedazos.


La globalización ha llegado para quedarse. Se están derribando las fronteras ideológicas, religiosas, sociales, políticas y económicas que nos han tenido enfrentados durante miles de años, pero la mayoría de las personas no están preparadas para aceptar estos cambios, y, como es lógico, reaccionan de forma negativa. Tardarán años, décadas o siglos hasta que la globalización se asiente y todas las personas se sientan ciudadanas del mundo, sin necesidad de renunciar a su terruño, a su querencia o a su identidad.


La gente puede vivir unida a pesar de sus diferencias, sólo es cuestión de evolución, de madured, de actitud mental.


El problema de las fronteras, más que físico, es mental. Las fronteras que separan a los hombres son la ignorancia, los prejuicios y los temores.


Las personas más evolucionadas debemos ser las pioneras del cambio, comenzando por eliminar de nuestra mente y de nuestro corazón las barreras que nos separan. Sólo entondes podremos abrirnos a los demás.


Para sentirse ciudadano del mundo es necesario aceptar, respetar y valorar a cada persona y a cada cultura tal como son. Todas las personas y todas las culturas, por humildes que sean, tienen algo que enseñarnos. La humanidad será fuerte cuando todas las personas se sientan ciudadanas del mundo.


Cuando una persona se siente ciudadana del mundo, adquiere una visión universal, se interesa por todo lo que ocurre, se enriquece a nivel cultural y emocional y hace suyas las palabras de Thomas Paine " Mi patria es el mundo y mi religión hacer el bien”


Las personas se sienten más ciudadanas del mundo a medida que adquieren conocimientos más amplios y profundos sobre las distintas culturas, y, a medida que aprenden a amar a las personas que las representan. De esta forma, el conocimiento de otras culturas, además de convertirnos en ciudadanos del mundo, es un medio para expandir la mente y la conciencia.


Las personas que se sienten ciudadanas del mundo suelen ser más seguras, más creativas, más evolucionadas y más satisfechas de la vida. La razón está en que, para sentirse ciudadano del mundo hay que abrir la mente y el corazón. Hay que amar al prójimo. Esta actitud genera buenos dividendos en todos los aspectos.


En definitiva, yo digo como Thomas Paine: " Mi patria es el mundo y mi religión hacer el bien.”


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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