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Editorial 440

 


Controla a tus enemigos

 

La historia humana es una serie interminable de guerras de conquista y de exterminio. Las guerras están motivadas por la ambición y por el temor; por la ambición de ser superior y por el temor a ser dominando. Se trata de someter al otro y de evitar posibles enemigos y competidores.


Tal vez has oído hablar de la las Guerras Púnicas, fueron una serie de tres guerras que enfrentaron, entre los años 264 a. C. y 146 a. C. a las dos principales potencias del Mediterráneo: Roma y Cartago, ciudad situada en el norte de áfrica, lo que hoy es Túnez. Ambas ciudades se odiaban a muerte.


El final de la historia es que, Aníbal llegó victorioso a las puertas de Roma, pero en vez de atacar decidió esperar en Capua a la espera de refuerzos, pero el senado de Cartago, envidioso y temeroso de que después de la victoria, Aníbal se declarara emperador de Roma y de Cartago, no le envió refuerzos. Entretanto el general romano Escipión reorganizó el ejército de Roma y atacó al ejército cartaginés, que fue derrotado y Aníbal tuvo que huir.


Con el fin de eliminar el peligro que suponía Cartago e impulsado por un odio de más de cien años de guerras, el ejército romano marcho contra Cartago, aniquiló a todos sus habitantes, más de quinientas mil personas y arrasó la ciudad. Como cuentan los historiadores, no dejaron piedra sobre piedra.


Después los romanos reconstruyeron la ciudad. Entre sus restos arqueológicos casi todo lo que queda es de origen romano, no queda ningún resto que sirva para admirar las grandezas de Cartago.

 

Esta historia nos deja muchas enseñanzas.


Una guerra medio ganada es una guerra medio perdida. Un enemigo medio muerto es un enemigo medio vivo que puede recuperarse y atacar de nuevo.


La vida es competencia y en la competencia sólo ganan y sobreviven los más fuertes. Hoy la lucha se libera en el campo del conocimiento, de modo que podemos decir que ganan los más inteligentes, los más hábiles, los luchadores, perseverantes, disciplinados, responsables, emprendedores y creativos.


En realidad no se trata de competir contra nadie sino de competir consigo mismo, de vencer a los enemigos que llevamos dentro, como son: la ignorancia, el temor, la pereza, la falta de disciplina, etc. No se trata de combatir contra los microbios y bacterias del mundo exterior, porque no terminaremos nunca, sino de fortalecer las defensas internas, de volverse inmune e invulnerable.


"Aniquila a tus enemigos" no significa emprender una guerra de exterminio contra nadie, porque es perder tiempo y energía en una destrucción que no beneficia a ninguno. Se trata de luchar por superarse, por llegar a ser la mejor persona que podamos ser. Las guerras son un absurdo que ponen de manifiesto la poca evolución humana y nuestra incapacidad para resolver las cosas de forma inteligente.


" Si vis pacem para bellum" "Si quieres la paz, prepara la guerra"


Tenemos que admitir que la vida es lucha y competencia en todos los sentidos. La competencia es positiva porque obliga a los seres humanos a superarse, pero quienes no están preparados para la competencia sucumben.


Elabora una lista de tus enemigos internos. Es necesario identificarlos y es necesario tomar conciencia del daño que nos causan. A partir de aquí se impone un plan de acción orientado a controlar nuestra vida.


Todo enemigo tiene su antídoto.
El antídoto contra la pereza es la diligencia, la acción, el esfuerzo.
El antídoto contra la ignorancia es el conocimiento, la experiencia, la lectura.
El antídoto contra la pobreza es la capacitación, el trabajo, la iniciativa.
En la vida existen también enemigos de carne y hueso. El mejor antídoto contra ellos es la autoestima, la capacitación y el éxito.


Los enemigos internos son los vicios y las pasiones, provienen de nuestra parte instintiva y están siempre al acecho para aprovechar cualquier distracción y actuar, por lo cual, necesitamos controlar nuestra vida y evitar que los enemigos internos tomen cuerpo.


Los enemigos externos sólo pueden hacernos daño si somos débiles, por lo cual, la mejor forma de protegernos contra ellos es con autoestima y personalidad.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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