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Editorial 425

 


El hijo agresivo

 

 

El hombre primitivo estaba dotado de un instinto de agresividad necesario   para sobrevivir en un mundo terriblemente hostil, La agresividad es un mecanismo de defensa que sirvió en otros tiempos pero hoy es una conducta irracional, arcaica y desadaptada que, lejos de resolver, complica las cosas.


Un niño o un adulto inseguro y temeroso, cuando se siente amenazado, recurre instintivamente a la agresividad. Hasta cierto punto la agresividad es una señal de salud. Es una reacción de supervivencia en contra de un estímulo percibido como peligroso. El error está en querer resolver los problemas en base a agresividad y en vivir a la defensiva.

 

El impulso de agresividad nace del instinto de supervivencia, lo cual es bueno; pero la supervivencia en la actualidad depende de la capacidad para producir soluciones superiores; por tanto, se trata de sublimar el impulso agresivo y dirigirlo hacia la superación.


La agresividad es una conducta aprendida en el hogar. Se aprende a reaccionar violentamente contra los estímulos peligrosos. Con el tiempo estas conductas se convierten en habituales.

 

Muchos padres se preguntan: ¿Por qué mi hijo es agresivo, si en casa ha recibido mensajes de respeto y de paz?


Hay que tener en cuenta que existen muchas formas de agresividad que permanecen latentes, tales como el consentimiento, la sobreprotección, la dependencia, etc. Estos errores de educación pasan desapercibidos pero surgen cuando las personas entran en crisis.


En la raíz de toda agresividad hay mucho mal ejemplo por parte de los padres,  ignorancia, inmadurez, incapacidad, temor, complejos y frustración.

 

¿Cómo enseñar a los hijos a controlar la agresividad?

 

Es necesario enseñarles que:


• En todo ser humano existe una agresividad latente, lista para defender los propios derechos; pero vivimos en un mundo civilizado y necesitamos sublimar la agresividad para expresarla en forma racional y constructiva. Sin embargo en algunas ocasiones es necesario un toque de agresividad para hacerse respetar por ciertas personas habituadas a ganar en base a agresividad.

 

• La agresividad es una conducta irracional y arcaica propia de personas mentalmente subdesarrolladas

 

• Las personas agresivas demuestran que tienen problemas de personalidad; en el fondo son cobardes; lo aconsejable es alejarse de ellas.

 

• La forma más eficaz para controlar la agresividad consiste en desarrollar un Yo (Adulto) seguro, capaz, reflexivo, comprensivo y tolerante. Es la mejor forma de estar protegido contra la propia agresividad y contra la agresividad de la gente.

 

• Muchos padres, cansados de reprimir la agresividad de sus hijos con castigos, terminan por tirar la toalla y aceptarla como algo inevitable. Ya hemos señalado que la agresividad es un S. O. S. que pide rectificación y, los primeros que tienen que rectificar son los padres.

 

• Debemos estar claros. Los niños nacen sanos pero, con frecuencia, los padres los programan para la desobediencia, para la rebeldía, para la agresividad y para la violencia. Es cierto que cada hijo tiene su conciencia y es responsable de sus actos; pero, todos sabemos que son los padres quienes establecen las primeras programaciones mentales de sus hijos.

 

• El primer paso para controlar la agresividad está en eliminar la causa. A medida que el hijo se siente querido, comprendido, respetado y apoyado, comienza a ceder la tensión interna y, en consecuencia, a disminuir la agresividad.

 

• Hay padres que enseñan a sus hijos a ser agresivos, en la creencia de que esta conducta les ayudará a imponerse a los demás. Es un grave error porque esta actitud desata la ira de la gente quien le responderá con la misma moneda.

 

• Los padres deben enseñar a sus hijos a través del ejemplo y a través de tantas experiencias que ofrece la vida, los daños irreversibles que causa la agresividad, de modo que los hijos nunca tengan la tentación de recurrir a ella.

 

• La televisión, el cine y la sociedad ofrecen demasiados patrones de conductas agresivas que se imponen con fuerza sugestiva en la mente de los jóvenes, quienes terminan por creer que son conductas eficaces que ayudan a salir airoso en la vida.

 

La rebeldía de Javier se fue incrementando a medida que crecía su desadaptación y su fracaso escolar. Su rebeldía se ha convertido en intransigencia. En vez de rectificar ante el fracaso que le está hundiendo, ha desarrollado una agresividad casi animal.

 


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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