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Editorial 415

 


El placer del deber cumplido

 

Existen muchos placeres en la vida, tales como la comida, el sexo, las fiestas... son placeres pasajeros, duran poco y pronto se olvidan. Existen otros placeres, logrados con esfuerzo, lucha y perseverancia, que quedan grabados para siempre en la mente y entran a formar parte de nuestra esencia personal.

Todos los seres humanos tenemos conciencia de nuestros deberes y de los beneficios que proporciona el ser disciplinado y responsable, pero resulta más fácil y agradable funcionar al mínimo y eludir los compromisos.


Esta actitud está muy generalizada y se debe a un enfoque erróneo de la vida. Cómo cambiarían las cosas si en vez de pensar en los beneficios inmediatos pensáramos en los beneficios del deber cumplido.
Los seres humanos no tenemos garantizados los éxitos inmediatos, porque dependen de muchos factores circunstanciales, pero sí podemos garantizar los éxitos definitivos, porque dependen del deber cumplido más que de las circunstancias externas.


En este contexto, lo importante en la vida es cumplir con el deber personal, familiar, profesional, social...


Muchas personas sienten el "deber" como una imposición, cuando en realidad es un aliado que conduce al desarrollo, al progreso y a la libertad. Aquí nos referimos al deber con mayúscula, es decir, al deber que deriva de la propia naturaleza humana. Se trata del deber de seguir las leyes de la conciencia y de la vida.


Cuando las personas aceptan sus deberes como parte fundamental de su vida, entonces, cada esfuerzo y cada decisión, se convierten en un placer, sin que importe el "sacrificio" que haya que hacer, porque sienten que es un paso que les acerca a la meta. Pero, cuando las personas no tienen motivación o razones para luchar, todo se hace cuesta arriba.


Existen demasiados "deberes tontos", impuestos por la sociedad, que distraen y ocupan el tiempo de las personas y que no conducen a ninguna parte. Es importante liberarse de estos deberes y compromisos para centrarse en lo que es importante.


La vida es corta y la energía limitada. No podemos vivir distraídos ni malgastar el tiempo y la energía en cosas superfluas que no dejan ningún beneficio. La frustración de la mayoría de las personas se debe a que malgastan su vida en "deberes tontos"


Las personas sólo pueden ser felices cuando sienten que han cumplido con su deber. Cumplir con el deber no significa que siempre se acierta y se obtiene éxito; significa que se ha hace el esfuerzo necesario y se pone la mejor de las intenciones. Con el tiempo, esta actitud crea las condiciones para obtener éxitos importantes y definitivos.


Los seres humanos buscamos los éxitos fáciles e inmediatos y rehuimos los deberes que significan esfuerzo y perseverancia. Como es lógico, los éxitos fáciles e inmediatos son pasajeros y dejan sabor a poco. Esta es una razón por la cual la sociedad vive insatisfecha y busca con ansiedad nuevas emociones.


La sociedad actual no quiere implicarse en proyectos de envergadura. No quiere asumir deberes ni compromisos que signifiquen mucha responsabilidad; en consecuencia, la vida de la mayoría de las personas está hecha de pequeños compromisos y de pequeños deberes que no sirven para nutrir el corazón ni la mente.


El valor de las personas se mide por la envergadura de sus proyectos, de sus retos y de sus compromisos. En este punto debemos hacer una aclaración. Los seres humanos tenemos muchos conceptos erróneos acerca de los retos. Por ejemplo, admiramos a quienes escalan el Everest, porque es un reto casi inalcanzable, pero consideramos normal el hecho de que los padres consagren su vida al trabajo y al cuidado de sus hijos, que los científicos dediquen su vida a la investigación y que existan personas que consagran su vida al servicio de los demás.


Cuanto mayor es el deber, más esfuerzo exige y mayor es el premio en forma de desarrollo y satisfacción.


Cuando aceptamos el estudio, el trabajo u otra responsabilidad como un deber ineludible, este deber se convierte en un reto que estimula la inteligencia y la voluntad. Este deber convertido en reto, toma el control de la mente y marca la dirección de nuestra vida. En adelante, nada ni nadie podrá apartararnos de nuestro camino. Las personas que triunfan se debe a que se plantearon retos y fueron consecuentes.


Para implicarse en un reto es necesario tener razones importantes y una actitud emocional positiva. Las razones despejan el camino y el amor proporciona la fortaleza para seguir adelante. La tendencia natural del ser humano es rehuir la batalla cuando las cosas se ponen difíciles, por lo cual, cuanto más exigente es el deber, más fortaleza se necesita.


El deber cumplido genera tal satisfacción y tal plenitud que se convierte en el mayor premio de la vida. Es una satisfacción íntima y profunda que da verdadero sentido a la vida. Esta experiencia es el mayor estímulo para asumir mayores compromisos.


Si los padres enseñaran a sus hijos a sentirse felices y orgullosos por el deber cumplido, tendríamos una sociedad, más responsable, más honesta y más feliz.


"No premies con regalos el cumplimiento de sus deberes, porque, además de corromper su conciencia, les privarás del placer del deber cumplido"


En el mundo hay muchas personas consagradas al servicio de Dios y al servicio de los más necesitados (religiosos, médicos, voluntarios de las ONG, etc.) que trabajan sin esperar el reconocimiento, ni el agradecimiento de nadie, y, sin embargo, son felices, porque " el deber cumplido" da pleno sentido a su vida.


Encuentra tu reto, encuentra tu deber y sé fiel a él.


Los seres humanos acostumbramos a medir las cosas por la eficacia externa; sin embargo, lo más valioso de la acción humana es amor que ponemos en lo que hacemos. Más importante que cambiar el mundo por fuera es cambiarlo por dentro.


El deber de todo ser humano es capacitarse, adquirir experiencia, ser eficaz y contribuir al progreso del mundo, pero, el deber más importante es llegar a ser la mejor persona que podamos ser.

Los seres humanos tenemos muchos deberes, unos más importantes que otros, y cada día se añaden más deberes y más necesidades creadas. Además el ritmo de la vida se acelera y el tiempo se acorta.


El cerebro humano es muy poderoso, pero tiene un límite. Muchas personas sufren de angustia, de estrés y de enfermedades psicosomáticas, debido a la tensión acumulada por excesiva responsabilidad.


Es importante que cada persona elija su deberes y se haga responsable de ellos, pero nunca puede ser esclava del deber.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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