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Editorial 405

 


Cómo se generan el amor y el odio

 

Nadie nace con amor ni con odio. El amor y el odio son sentimientos que se aprenden como reacción a estímulos recibidos.


Existe un principio psicológico elemental según el cual: Los seres humanos aceptamos y amamos a quienes nos proporcionan placer, seguridad y bienestar y rechazamos todo lo que nos causa angustia, temor o dolor. De modo que, el amor es un sentimiento que se desarrolla en respuesta a estímulos positivos recibidos. Con el tiempo, el amor se convierte en hábito y amamos a las personas que nos programaron con su amor y nos ayudaron a crecer, a aprender y a triunfar.

Amamos a muchas personas con las cuales nos hemos relacionado a lo largo de la vida, las cuales dejaron en nosotros la impronta de su amor y de su amistad. Este amor no sufre el desgaste del tiempo, más bien se intensifica porque lo idealizamos.


El amor y la amistad son sentimientos muy delicados que pueden quebrarse fácilmente, por lo cual, es importante cultivarlos con generosidad y delicadeza.

El odio es un sentimiento profundo de antipatía y aversión hacia quienes nos causan daño de alguna forma. Cuanto mayor sea el daño que nos causan, mayor será la reacción de odio.


Es natural que las personas sientan aversión y hasta odio hacia ciertos seres humanos, organizaciones, ideologías, etc. que son percibidos como enemigos que amenazan su estabilidad. Estos sentimientos obedecen a mecanismos de defensa cuya función es alertar a la persona; pero son mecanismos inconscientes e irracionales que necesitan ser controlados a tiempo. El odio no controlado trastorna el funcionamiento de la mente y puede conducir al crimen.


Cada persona desarrolla una estructura mental, formada por principios, valores y costumbres, La finalidad de esta estructura es mantener el equilibrio mental, controlar los impulsos instintivos (agresividad, ira, odio, venganza) y actuar de forma lógica y adaptada a la realidad.


Una buena estructura mental proporciona seguridad a las personas, porque saben que, cuando surja un problema, tendrán el control necesario para manejar la situación; mientras que, las personas con estructura mental débil, se sienten inseguras y viven a la defensiva. Son impulsivas y actúan de forma desadaptada e irracional o son cobardes y rehúyen la defensa de sus derechos.


Es importante estar conscientes de que nuestros verdaderos enemigos están dentro de nosotros, son: El temor, la ignorancia, el odio y la envidia. Es nuestra propia inferioridad la que nos lleva a percibir a los demás como enemigos. Las personas evolucionadas no luchan contra los demás, luchan por superarse. La superación es la única forma de vencer a los enemigos internos y a los enemigos externos.
Los seres humanos somos poco objetivos y poco racionales. Percibimos a las personas por razones de simpatía, más que por razones lógicas, lo que hace que seamos comprensivos con ciertas personas e intolerantes con otras personas.


Puedes ver la parte positiva o la parte negativa de las personas. Si consideras las razones por las cuales las personas son como son y actúan como actúan, llegarás a comprenderlas, aunque no compartas su punto de vista ni su actuación. Si tú hubieras nacido en su lugar tal vez serías como ellas. Cada persona es como es por muchas razones y nosotros no somos quiénes para juzgarlas.
Nadie puede amar u odiar lo que no conoce, por lo cual, tanto el amor como el odio se basan en el conocimiento. Para amar a alguien necesitamos conocer sus bondades y para odiar a alguien necesitamos conocer sus aspectos perversos.


El problema radica en que nuestros criterios de valoración son muy subjetivos y superficiales. Por lo general, tendemos a idealizar lo que sintoniza con nuestras ideas y afectos y a descalificar aquello con lo cual no comulgamos.


Es importante aceptar que nadie es totalmente bueno y nadie es totalmente malo y entender que, cada apersona tiene razones para ser como es y actuar como actúa; por lo cual, deberíamos ser capaces de amar a unos y de comprender a los otros.


Somos hijos de una sociedad crítica que nos ha enseñado a juzgar y a condenar, en vez de amar y comprender.

"No juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados" Estas máximas dichas por Cristo son muy sabias. Aparte de su contenido religioso y moral son valiosas desde el punto de vista psicológico, pues, por Ley de Causa y Efecto, todo el bien que hacemos a los demás se devuelve sobre nosotros en forma de bendiciones y todo el mal que hacemos a los demás, como odiar, juzgar y condenar, se devuelve sobre nosotros en forma de castigo.


Si la gente supiera que, cuando ama a los demás se ama a sí misma y cuando odia a los demás se odia a sí misma, cambiaría de actitud.


Cuando amamos, activamos nuestro amor y lo desarrollamos, lo cual nos beneficia, y, cuando odiamos, activamos el odio y ayudamos a que crezca el peor enemigo que llevamos dentro de nosotros.


El amor es bueno, porque su naturaleza es esencialmente buena. El amor activa lo mejor de la persona. Y el odio es malo, porque su naturaleza es esencialmente mala. El odio trastorna el buen funcionamiento de la persona. De aquí la importancia de aprender a amar, a comprender y a perdonar, no sólo por razones morales, sino por inteligencia.


Nadie dice que amar es fácil, pues va en contra de la tendencia natural a juzgar y a condenar, pero es la única forma de evolucionar, de vivir en paz y de ser feliz.


Para poder amar a los demás es necesario comenzar por amarse a sí mismo, por valorarse, por reconocer lo mucho que valemos, independientemente de nuestros defectos y errores, sólo después podremos comprender y amar a los demás.


El amor no es un concepto abstracto, es una actitud positiva hacia la vida y hacia las personas, la cual se expresa de muchas formas. Es fácil percibir las personas que aman y se aman y las personas que odian y se odian.


La ira, la rabia, la agresividad y las guerras son la expresión del mal funcionamiento mental de las personas.


El amor y el odio son conductas que se aprenden. El amor conduce al desarrollo y el odio conduce al fracaso y a la guerra.


"Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos" Jacinto Benavente


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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