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Editorial 384

 


Cuál es tu reto

 

Un reto es un desafío.


La vida es un desafío constante.


El desafío se inicia antes del nacimiento. El cerebro del niño comienza a procesar información desde el vientre materno. Como es lógico, el niño no percibe los mensajes por los sentidos, ni posee lenguaje, ni conoce el significado de las palabras, pero procesa las vibraciones de acuerdo a lo que su mamá piensa, habla y siente y comienza a reaccionar de acuerdo al signo de estas vibraciones.


Si la mamá es una persona positiva y feliz, el niño recibirá mensajes positivos en forma de vibraciones, lo cual le prepara para entrar con pie derecho en la vida. Por el contrario, si la mamá lleva una vida complicada durante el embarazo, el niño recibirá mensajes de angustia y tenderá a reaccionar de forma defensiva. Estas reacciones van consolidando una estructura mental de tipo defensivo. Cuando nazca sentirá la vida como una amenaza y desconfiará de sí mismo y de los demás, lo cual le hará difícil el desarrollo de la inteligencia, el aprendizaje y la integración social.


Una vez que nacemos comenzamos a reaccionar ante los estímulos. Si los estímulos son positivos nuestras reacciones será positivas y nos preparan para crecer sanos, adaptados e inteligentes. En la infancia dependemos demasiado de los padres, y, en cierta forma, son los padres, no la sociedad, quienes programan a los hijos para el éxito o el fracaso.


Luego, a medida que crecemos, dependemos más de nuestras propias decisiones, y, ahora que somos adultos, dependemos exclusivamente de nosotros mismos; de modo que, a cada uno le va en la vida como merece que le vaya.


Las programaciones que recibimos cuando éramos niños, buenas o malas, fueron muy importantes y nos han marcado para toda la vida. Estas programaciones siguen activas en nuestro subconsciente y siguen influyendo en nuestra vida.


Muchas personas desean cambiar y les resulta difícil o imposible, debido a que las conductas humanas importantes no dependen de la voluntad del momento sino de la dinámica profunda de la mente; es decir, de las programaciones consolidadas a lo largo de los años.


En la naturaleza existe un determinismo absoluto. Todo está preestablecido y funciona de acuerdo a leyes inexorables; pero el ser humano es inteligente y libre, lo cual le permite programarse y desprogramarse; es decir, puede desactivar las programaciones negativas y puede desarrollar estructuras mentales positivas que le garanticen el éxito y la felicidad. Esta tarea no es fácil, pero es posible cuando las personas toman conciencia de los sufrimientos y fracasos vividos, cuando se dan cuenta de las oportunidades perdidas y cuando comprenden los beneficios que pueden obtener si cambian su enfoque de la vida.


Por tanto, el reto más importante de la vida es desarrollarse de forma integral y trabajar por ser la mejor persona que uno puede ser, pues, sólo funcionando bien y sintiéndose bien se pueden lograr los demás objetivos.


Las personas tienen muchos retos de tipo profesional y económico, lo cual no está mal. La profesión es un medio para lograr estatus social y riqueza. A simple vista, este objetivo es razonable; pero, en el fondo, contiene un error de base: El no establecer como prioridad el desarrollo de sí mismo. Este error se paga muy caro a lo largo de la vida, en forma de vacío y frustración. Son demasiados los profesionales “exitosos” que se lamentan de haber descuidado su desarrollo humano; sobre todo, porque saben que no les exigía ningún esfuerzo extra, sólo era cuestión de incluirlo en la programación general de su vida, pero nadie les informó de esta posibilidad.


Ahora ya sabes cuál es tu reto. No te llenes de cosas. Desarrolla aquello que forma parte de ti y que puedes llevarlo a donde quiera que vayas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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