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Editorial 383

 


El precio del éxito y el precio del fracaso

 

Antes de iniciar un camino o un proyecto es fundamental preguntarse por qué iniciar el camino o el proyecto. ¿Cuáles son las razones? ¿Existen posibilidades de alcanzar el objetivo? ¿Cuáles son los beneficios y cuál es el precio que hay que pagar?


Es importante comenzar por definir el éxito con claridad y precisión. Existen muchas clases de éxitos. Cada persona tiene un concepto del éxito de acuerdo a su nivel de desarrollo humano. Las personas poco evolucionadas conciben el éxito como el logro de cosas materiales, tales como dinero, poder, placer... Las pesonas bastante evolucionadas conciben el éxito como logro de conocimientos, éxito profesional, bienestar económico, estatus social, y, las personas muy evolucionadas conciben el éxito como el logro de todas las cosas importantes y necesarias que nos ofrece la vida, pero dan especial importancia a su desarrollo personal, a los valores y a la sabiduría.

 

Muchas personas luchan durante toda su vida por objetivos que consideran importantes y al final sólo les queda vacío y desilusión, debido a que los objetivos por los cuales han luchado no satisfacen sus expectativas.


Los seres humanos necesitan llenar el bolsillo con dinero, la inteligencia con conocimientos y el corazón con afecto.


L a solvencia económica es fundamental, debido a que vivimos en una sociedad en la que manda la economía. La solvencia económica proporciona seguridad y ayuda a satisfacer las necesidades de supervivencia, de modo que la mente queda libre de preocupaciones materiales para dedicarse a labores de superación.


La riqueza, por sí sola, no garantiza el desarrollo, pero crea las condiciones para lograrlo; mientras que, la pobreza dificulta o impide el desarrollo; por lo cual, las personas necesitan alcanzar cierta solvencia económica.


El conocimiento desarrolla la inteligencia y la conciencia. La inteligencia y la conciencia son los valores más importantes de la evolución, por lo cual, los mayores objetivos de los seres humanos deberían ser el logro de una cultura general, el logro de sabiduría y el desarrollo de una conciencia ilustrada en principios, criterios y valores.

El amor es la fuerza que mueve el mundo. Existen muchas formas de "amor", amor al sexo, amor al dinero, amor a... todos estos amores son aceptables en su justa medida, pero no son los amores que mueven el mundo. Son amores que buscan la satisfacción personal sin la intención de compartir ni dar nada al otro. Por tanto, pueden convertirse en un obstáculo para lograr el verdadero éxito.

El verdadero amor es una fuerza que nace de dentro y que impulsa a la expansión, a salir de sí, a dar, a crear y a convertir los sueños en realidad.


Las cosas que hacemos por deber o necesidad suelen ser de baja calidad, debido a que no está presente el amor, y, en consecuencia, tampoco está presente la creatividad. En cambio, lo que hacemos con amor lleva el sello distintivo de calidad.


Las cosas más importantes que se han logrado en el mundo se deben al amor. Es cierto que el poder y la ambición han logrado grandes conquistas y han construido imperios, pero siempre ha sido a costa de otros, los cuales han sido explotados, sometidos o aniquilados.


Cuando vemos a alguien que triunfa en el deporte, en la ciencia, en el arte o en cualquier otro aspecto de la vida, enseguida pensamos que se trata de gente privilegiada. Hacen las cosas con tanta facilidad que pensamos que son seres superdotados, que nacieron con habilidades especiales, pero no es así. Existen casos excepcionales, pero la inmensa mayoría triunfa porque un día decidieron triunfar, y, a partir de ese momento su mente se enfocó en la dirección correcta e invirtieron el tiempo, la energía y la vida entera en el proyecto, convertido en un reto ineludible.


Cuando el cerebro se dispersa porque presta atención a cosas diversas, no logra nada importante, pero cuando se centra en un objetivo importante, es capaz de lograr cosas increíbles.


Todo éxito importante tiene un precio. El que quiere escalar el Everest, necesita entrenarse de forma constante e intensa. Necesita disciplina, entrega absoluta y perseverancia, lo cual supone renunciar a muchas comodidades y placeres de la vida. Las personas mediocres jamás podrán entender a los escaladores que "sacrifican" su vida por el sólo placer de conquistar la cumbre. En cambio, los escaladores, no ven su actividad como un sacrificio sino como un placer. Es cuestión de mentalidad.


Cuando amamos lo que hacemos, deja de ser un trabajo pesado para convertirse en una actividad agradable, estimulante y gratificante.


Vistas las cosas de esta forma, el precio del éxito es muy bajo si tenemos en cuenta los beneficios que reporta. En cambio, el precio del fracaso es alto y doloroso.


Con demasiada frecuencia vemos cómo personas responsables y luchadoras fracasan en su vida personal, matrimonial, profesional o empresarial. Sin duda algo han hecho mal. La solución no está en quejarse, culpar o esperar que los demás cambien. El dolor y la frustración que causa el fracaso es una invitación para rectificar y evitar futuros fracasos. Hay personas que viven de fracaso en fracaso porque no cambian de actitud y hay personas que viven de éxito en éxito porque su programación mental es la correcta.


Mientras que el éxito es el resultado de un sueño o de proyecto convertidos en realidad, el fracaso es el resultado de un sueño o de un proyecto abortado. Las razones para triunfar o para fracasar son muchas y los factores que entran en el resultado también son muchos.


Si estás satisfecho con lo que has logrando en la vida, sigue adelante; de lo contrario, haz un alto en el camino, reflexiona y cambia. Lo más absurdo que podemos hacer es seguir en la misma dirección sabiendo que el camino no conduce a ninguna parte.


No es suficiente con cambiar las ideas, es necesario cambias los hábitos (acción).


Cada persona es causa de sus éxitos y de sus fracasos por encima de lo que pueda ocurrir en la sociedad. Y, puesto que, de todas formas, debemos recorrer el camino de la vida, vale la pena hacerlo a paso de vencedores.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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