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Editorial 380

 


Cómo multiplicar el dinero


Hace años dicté un curso de Liderazgo a directores de las escuelas de la Gobernación de Caracas. Eran profesionales con experiencia y titulos universitarios.

En uno de los grupos les asomé la idea de que les iba a enseñar a convertir un bolívar en cien. Sus ojos se iluminaron. Todos sabemos la situación económica de los educadores.

A cada rato se repetía la pregunta: ¿Cuándo nos va a esnseñar a convertir un bolívar en cien? y la respuesta era: "Todavía no es el momento"


Un día, alguien volvió a preguntar y una maestra levantó la mano y pidió hablar.
_ Colegas, yo les voy a decir cómo convertir un bolívar en cien.
Sus colegas le respondieron con una carcajada espontánea y sonora. La maestra era directora de una escuela. Todos la conocían muy bien y sabían que era buena persona pero con poca iniciativa.
_ "Esperen que les cuente". Y la historia fue la siguiente: "Estoy a punto de jubilarme y he venido pensando desde hace mucho tiempo que la pensión no me va a alcanzar para cubrir mis gastos. Tengo una casa humilde pero la cocina es amplia y como soy buena para la cocina, se me ha ocurrido dictar un curso de "Cocina para hombres" que viven solos. Acabo de poner un aviso en la prensa y ya se han inscrito diez personas que es el límite.
En cuatro sábados que va a durar el curso voy a ganar lo que gano durante medio año como directora, sin la obligación de levantarme a la seis de la mañana para estar en la escuela a las siete, sin tener que escuchar durante todo el día problemas de los alumnos, problemas de los profesores y problemas de los representantes, para llegar a casa al final del día agotada y con la cabeza resonando como un bombo. Creo que esto es convertir un bolívar en cien.
Se podía escuchar un silencio absoluto.

 

Todos tenemos grandes tesoros que desconocemos. Tenemos numerosas inteligencias y en alguna de ellas podemos ser brillantes, pero necesitamos saber con qué contamos y para qué somos buenos.

Hace muchos años caminaba por un bulevar de Caracas cuando se me acercó un niño de unos nueve años:
_ "Señor, le limpio los zapatos"
Esta fue, más o menos, nuestra conversación, mientras realizaba su trabajo..
_ ¿Trabajas todo el día como limpiabotas?
_ No, trabajo hasta las doce, después voy a comer y en la tarde voy a la escuela.
_ Y, ¿Qué hace tu papá?
_ Mi papá nos abandonó a mí y a mis cuatro hermanos.
_ ¿Qué edad tienen tus hermanos?
_ Son más pequeños que yo?
_ ¿Qué hace tu mamá?
_ Mi mamá está en casa cuidando de mis hermanos?
_ Y, Cómo hacen para vivir?
_ Lo que gano se lo doy a mi mamá y ella compra la comida...
_ ¿Vas a seguir siempre de limpiabotas?
_ No. Estoy ahorrando algo y pronto voy a comprar una caja de manzanas para venderlas en la calle y entonces ganaré el doble.

 

Hace muchos años que sucedió esta historia pero la imagen de este niño me viene a la mente a cada rato. él no sabe la lección que me dio ni lo mucho que está influyendo en numerosas personas, pues este hecho lo cuento con frecuencia en los cursos que dicto.


Es impresionante. Un niño de nueve años mantiene una familia de seis personas, estudia y está convirtiéndose en un pequeño empresario. Les aseguro que hoy, este niño convertido en hombre, es una buena persona, un buen hijo, un buen hermano, un buen profesional y un empresario exitoso.


El niño pudo tomar parte de su ganancia para gastarla en chucherías o descuidar su trabajo y dedicarse a jugar como lo hacen otros niños, pero no, a sus nueve años tenía tal conciencia y tal responsabilidad que le deja a uno sin palabras.


Te recomiendo leas la vida de grandes personajes. La mayoría de ellos surgieron de la nada, pero creyeron en ellos mismos, creyeron en sus sueños y lucharon por alcanzarlos.


Lo importante es intentar, levantarse las veces que sean necesarias, porque lo grave no es caer sino quedarse en el suelo. Thomas Edison intentó cientos de veces hasta que por fin descubrió la luz. Lo más triste es vivir sin sueños, sin proyectos y sin intentar alcanzar lo que soñamos.


Nadie puede convertir un bolívar en cien si no es capaz de soñar y de crear respuestas nuevas. La pobreza de las personas no es física, es mental. Es el resultado de programaciones mentales pobres que dan origen a ideas pobres, a motivaciones débiles y aspiraciones mediocres. Todo cambio se inica en la mente.


El dinero están delante de ti, al alcance de tu mano, pero no podrás alcanzarlo hasta que no crees en tu mente las condiciones necesarias, hasta que no encuentres la forma correcta de lograrlo.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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