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Editorial 377

 


Colapso de las civilizaciones, de los países...

 

Este proceso se aplica también a las personas, matrimonios, sociedades y países.

Una civilización no nace de forma espontánea; surgen estimuladas o presionada por un problema, frente al cual produce una respuesta creativa.


El crecimiento de las civilizaciones no es automático ni constante. La prueba de ello está en que existen civilizaciones que han conseguido nacer, pero que se han estancado en una fase primaria de su evolución. Esto también ocurre a las personas, a los matrimonios y a los países.


Tampoco el crecimiento es producto de la expansión geográfica (conquistas) o del desarrollo tecnológico (progreso), pues, ambos cambios coinciden más con las fases de decadencia de las civilizaciones que con las fases de crecimiento. Lo que indica que, ell poder y el progreso, por sí solos, tampoco garantizan el desarrollo de las personas, ni de los pueblos. La sociedad actual ha experimentado gran progreso científico y económico, pero no se traducirá en bienestar ni en calidad de vida para la sociedad, porque no está acompañado del desarrollo humano.

El crecimiento exige sucesivas respuestas creativas que ofrezcan soluciones a los problemas que surgen, como resultado de la dinámica de la vida. La vida es cambio y evolución, y la ley es: "Adaptarse o morir"


Las civilizaciones, los países, los partidos políticos y las instituciones, colapsan cuando envejecen, cuando no son capaces de dar respuestas a los problemas reales de la vida.

Todo lo que existe está sujeto a un envejecimiento constante e irreversible, pero el espíritu puede renovarse constantemente, de modo que, las civilizaciones, los partidos y las instituciones, podrían sobrevivir durante siglos y milenios, si se dieran los relevos generacionales a tiempo y si mantuvieran un espíritu renovador.


Las soluciones son creadas por una minoría de personas , las más evolucionadas, las cuales necesitan independizarse del funcionamiento “normal” de la civilización a la que pertenecen, para pensar con libertad y luego reencontrarse con su civilización aportándole respuestas superiores para sus problemas y necesidades.


Si deseas evolucionar necesitas salirte de los parámetros establecidos por la sociedad y pensar de forma creativa.

Este proceso de desarrollo de las civilizaciones es constante, lo que hace que sea necesaria la existencia permanente de personas creativas que produzcan soluciones de avanzada que impulsen el desarrollo de la civilización.


Por tanto, el desarrollo de los pueblos y civilizaciones, no depende de la masa de la sociedad en sí, sino de unas pocas personas evolucionadas y creativas que mueven los hilos de la historia.


El crecimiento implica dar un salto quántico. Un salto quántico consiste en el paso de un electrón a otra órbita con una carga mayor de energía. De la misma forma, hay momentos en la vida de las personas, de las sociedades, de los países y de las civilizaciones, en que la energía acumulada (ideas, valores...) genera una transformación, por medio de la cual se traspasan elementos de un plano material a un plano espiritual. En pocas palabras, se produce una evolución mental que da origen a una forma de vida superior en todos los aspectos. De este modo, cuanto más crece una persona o una civilización, más elementos espirituales surgen de ella.

La sociedad actual está llena de soberbia, debido a los grandes avances de la ciencia, pero la ciencia sólo trae progreso material. No hace referencia a sentimientos ni valores, por lo cual, por sí sola, no generan desarrollo humano. El progreso material es positivo pero tampoco está relacionado directamente con el desarrollo de las personas. No es lo mismo progreso que desarrollo. Cuando el progreso y el desarrollo van de la mano, existe justicia, paz y bienestar para todos, pero, cuando se impone el progreso y el desarrollo queda marginado, sobrevienen las injusticias, la explotación, la miseria y las guerras.


El desarrollo humano se debe básicamente al desarrollo de los valores y de la conciencia. Por esta razón, las grandes civilizaciones han colapsado cuando han perdido su consistencia interna, es decir, los valores. Por esta misma razón colapsan los países, las personas, los matrimonios...


Colapso de las civilizaciones, de los países, de los matrimonios, de las personas...


La especie humana vive un proceso constante de evolución, por lo cual, en teoría, las civilizaciones podrían crecer ad infinitum , siempre que exista una minoría creadora que tome el relevo y sea capaz de producir constantemente respuestas creativas. Por tanto, cuando no existe una minoría creadora sobreviene el colapso de la civilización, de los países, de los partidos y de las instituciones. El colapso no significa la desaparición de las personas, sino de su filosofía y de su forma de vivir.

 

El colapso genera dos actitudes: Una pasiva y otra activa.


- Unas personas toman una actitud pasiva y se aferran a sus ideas, aunque resulten inservibles, debido a que forman parte de su ser, de su estructura mental. Es lo único que les queda, pues, renunciar a sus ideas sería perder la razón de vivir. Esta es la actitud racional del vencido que se dedica a vivir de sus recuerdos. Esta actitud puede trasmitirse a las siguientes generaciones. Existen pueblos indígenas, descendientes de civilizaciones que colapsaron hace siglos, que aún siguen soñando en la grandeza de sus antepasados, lo cual es bueno, en la medida en que se convierte en estímulo para avanzar hacia el futuro.


- Otras personas toman una actitud activa, y, en vista de que todo está perdido y no existe posibilidad de solución, actúan de forma emocional , y, por instinto de supervivencia, recurren a un mecanismo de defensa: La agresividad , embarcándose en una carrera suicida que conduce a la ruina.


El colapso puede ser político, económico, psicológico, social, familiar, moral, espiritual; pueden ser varios colapsos a la vez o todos juntos


Desintegración de las civilizaciones, países, familias, personas

Todo lo que existe tiene una estructura que le da consistencia y le permite existir. Los átomos de uranio tienen estructura, pero si fisionamos o desintegramos un átomo de uranio, se producirá una reacción atómica en cadena de consecuencias imprevisibles.


La sociedad tienen una estructura (leyes, instituciones, forma de vivir y de relacionarse, etc.) Las personas tienen una estructura mental.


Pues bien, una civilización, una persona o una familia, colapsan cuando su estructura deja de funcionar, cuando no existe cohesión entre sus elementos. Cuando la estructura colapsa, la desintegración es inevitable.

Así como existe la Ley de Generación que da origen a las cosas, también existe la Ley de Entropía según la cual, lo que no funciona se deteriora y se destruye irremisiblemente.


La desintegración no supone necesariamente la desaparición de las personas, pero sí su alienación.


Los seres humanos tenemos poca conciencia del alcance y de las consecuencias de lo que ocurre en el mundo y de lo que ocurre en nuestra propia vida. Nos hemos acostumbrado a la “cultura” de la muerte, de la corrupción, de la explotación, de la irresponsabilidad, de la viveza, de ése: no es mi problema... Estos son los síntomas que preceden al colapso. Si no surge esa minoría creadora que ha salvado a la humanidad a lo largo de la historia, se impondrá la Ley de Entropía que coloca a cada cosa en el lugar que le corresponde.

Las personas pueden sustraerse al colapso, capacitándose y evolucionando como personas.


Cuando un edificio colapsa, la única solución consiste en retirar los escombros y construir de nuevo, pero no puede hacerse lo mismo cuando colapsa una persona, un matrimonio, una institución o un país, debido a que lo que colapsa son estructuras humanas que no tienen repuesto.


Todos los países que han vivido por décadas bajo un régimen comunista, tardarán décadas en reorganizarse como sociedad medianamente democráticas, pues, al colapsar la estructura ideológica, política, económica y social que les servía de soporte, se quedaron sin base y sin modelo de vida. Su democracia política y mental es un híbrido o mezcolanza de ideas mal estructuradas.


El colapso de una civilización, de un país o de un matrimonio, deja secuelas, a veces, por siglos. La última guerra mundial acabó hace 66 años, pero las secuelas mentales, morales, económicas y sociales, las estamos sufriendo en la actualidad. Los padres que no se divorcian de forma civilizada, dejan secuelas para toda la vida, en ellos mismos, en sus hijos y también en los descendientes que están por venir.


Las personas mueren y se van, pero, sus ideas, sus sentimientos, sus odios... se transmiten de generación en generación, de forma consciente y de forma inconsciente. En cierta forma, son como semillas dotadas de carga genética que se multiplican en cada generación.


De igual modo, las ideas de las personas creadoras iluminan la mente y la conciencia de los seres humanos durante siglos y milenios. Buda, Confucio, Cristo, Mahoma, los grandes filósofos griegos, etc. murieron, pero su mensaje sigue vivo, como una fuerza que pasa de generación en generación, alimentando la fe, los valores y los mejores sentimientos de las personas.


Hoy llevamos sobre nuestros hombros el peso de la historia de muchas generaciones que nos han precedido. Sus traumas y sus errores son causa de nuestros traumas y de nuestros errores; sí como también, la cultura que dejaron nos ha modelado y ha hecho de nosotros lo que somos.


Nosotros estamos poniendo las bases de lo que serán las futuras generaciones. Cada generación programa a la siguiente. Hay personas y pueblos que colapsan por causa de la mala gestión de las generaciones anteriores...


Todos los seres humanos dejamos una historia tras de nosotros, buena o mala, grande o humilde, pero importante; la cual, de alguna forma, influirá en la vida de las futuras generaciones.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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