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Editorial 375

 


Por qué las personas tienden a justificar sus errores

 

Todo en la vida tiene unos límites de resistencia (los materiales, las plantas, el cuerpo y la mente) Cuando se sobrepasan dichos límites viene el colapso.


El cuerpo humano tiene numerosos mecanismos de control y de ajuste cuyo objetivo es el buen funcionamiento (homeostasis). Estos mecanismos actúan de forma automática e independiente, sin que las personas tengan conciencia de ellos; sin embargo, cuando las cosas llegan al límite, surgen señales de alarma (dolor, fiebre) que tienen como finalidad advertir a las personas para que actúen.


La conciencia psicológica es definida como la capacidad que tiene al ser humano de darse cuenta de sí, de su propia identidad, de lo que ocurre dentro de sí y de lo que ocurre en su entorno. La finalidad de esta conciencia es el control de la propia realidad y la adaptación a la sociedad.

La conciencia moral informa sobre el valor moral de las cosas, es decir, sobre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Esta conciencia se construye a través de la educación familiar. Lo ideal es que la conciencia sea ilustrada (tenga conocimiento de las cosa) y sea equilibrada (considere las cosas en su justo valor)

La conciencia se desarrolla en la famili a, por asimilación de valores, normas y conductas, los cuales se convierten en patrón de conducta. A medida que pasan los años, cada persona puede afianzarse en estos valores o modificarlos; el asunto es que la conciencia establece las normas seguir y exige el cumplimiento de las mismas.

La conciencia actúa como guía, su función es informar acerca del valor moral de las cosas y controlar los instintos y conductas que no responden a las normas de convivencia ni al desarrollo personal, con el fin de evitar que las personas se autodestruyan.


La conciencia actúa también como juez, y, como tal, premia con la paz cuando la persona adapta su conducta a las normas establecidas y castiga con angustia y culpa, cuando la persona quebranta las normas.

La angustia y la culpa, tienen una función similar a la fiebre o el dolor en relación con el cuerpo. La fiebre o el dolor no son en sí el problema, sólo son señales de alarma que advierten de que existe un problema grave y es urgente rectificar. De forma similar la angustia es una señal de alarma que utiliza la mente; el problema no está en la angustia sino en el problema que la genera, por tanto, la angustia no se resuelve con paños calientes sino con un reajuste de la mente.


La culpa es la consecuencia del quebrantamiento grave de una noma moral.

Las personas tienen unos márgenes de acción aceptados por la conciencia, pero, cuando se extralimitan y ponen en peligro su integridad moral, la conciencia reacciona y avisa a través de la culpa. Existen estudios que indican que la conciencia sólo puede soportar ciertos márgenes de incongruencia entre la norma y la conducta.


La verdad es exigente y la conciencia es incorruptible, por lo cual, muchas personas no desean conocer la verdad ni oír la voz de su conciencia, y, para vivir a sus anchas, sin ley y sin remordimiento, terminan lanzando la conciencia por la borda. Sin duda, este es el mayor pecado que puede cometer el hombre contra sí mismo.

Un cuerpo que pierde los sentidos queda incapacitado para sobrevivir; de forma similar, una persona que pierde la conciencia moral queda alienada y se convierte en zombi. Físicamente parece persona, pero en su fuero interno ha perdido lo que caracteriza a un ser humano: la conciencia y la libertad interna, que consiste en discernir entre el bien y el mal y en optar por el bien.

Pero nadie puede matar la conciencia, porque ella constituye la esencia profunda de nuestro ser. Podemos maltratarla, humillarla y desconocerla, pero ella sigue ahí, recordándonos nuestro deber. Sin embargo, se dan casos de personas que, por diversas causas, quedan enajenadas, pierden la conciencia y quedan reducidas a una vida casi instintiva.
Por qué los seres humanos tienden a justificar su conducta.

Es una forma de evitar los remordimientos y el sentimiento de culpa. Pero las acciones repetidas se convierten en hábito, y, poco a poco, las personas van perdiendo la sensibilidad moral y van aceptando como bueno aquello que en otro momento consideraban inaceptable. Es increíble cómo los seres humanos acomodan sus criterios y sus conductas a su conveniencia. La justificación es una forma infantil de autoengaño.


La sociedad evoluciona y hay ciertos criterios y ciertas conductas que necesitan evolucionar, pero, en nombre del desarrollo y de la libertad, se intentan implantar ideas y conductas que tienen poco que ver con la libertad y mucho con el libertinaje. La consecuencia es el relativismo moral que se está imponiendo en la sociedad como consecuencia del debilitamiento de los valores. Es una forma de validar y de justificar cualquier conducta.


Las leyes físicas son inexorables y se cumplen dentro de un orden, ritmo y armonía perfectos. Si dejara de funcionar la ley de gravedad, el cosmos se convertiría en un caos.
El instinto de conservación garantiza la supervivencia del individuo y el instinto sexual asegura la supervivencia de las especies.


La naturaleza es sabia y para garantizar la evolución ha impreso en la conciencia de cada ser humano unas leyes y unos mandatos, que le señalan el camino del bien y le exigen su cumplimiento, pero el hombre tiene libre albedrío y puede utilizarlo bien o mal.


La experiencia y la historia nos enseñan que las personas y las sociedades se desarrollan mientras son impulsadas por principios, valores e ideales y degeneran cuando se debilitan sus estructuras morales.

Hoy está de moda el eslogan: Cada quién puede hacer con su vida lo que le quiere. Lo cual es un error, debido a que lo moral o inmoral de las acciones no lo determina el ser humano; es una característica natural de cada acción. Además vivimos en sociedad y todos influimos en la dinámica de la vida; por lo cual, tenemos una responsabilidad personal y también una responsabilidad social. nadie ha nacido para ser el fin de sí mismo.


El poder sugestionador de la sociedad es terrible, sobre todo para los niños y jóvenes, debido a que su influencia es poderosa y constante, por lo cual es necesario apelar constantemente a los valores morales consistentes.


Es necesario entender que la moral es mucho más que un conjunto de leyes. Es una forma de ver la vida, de actuar, de amar, de creer, de relacionarse y de vivir.


Es importante aprender a asumir la propia responsabilidad y evitar cualquier tipo de justificación. La justificación es propia de personas inmaduras, mediocres e irresponsables.


Los mayores valores de la evolución son el desarrollo de la inteligencia y de la conciencia, es decir, el desarrollo del conocimiento y de los valores; por tanto, lo más grande que puede sucederle a un ser humano es lograr una conciencia ilustrada y sabia.


Para los antiguos griegos, sólo los sabios podían ser felices, porque sólo ellos podían conocer la verdad y el bien, los cuales eran considerados como la máxima felicidad.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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