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Editorial 372



Importancia de la autodisciplina


La finalidad de la disciplina no es reprimir sino encauzar. La finalidad de las leyes es hacer que las cosas funcionen. A nivel del universo todo está regido por leyes. Existe muchas leyes: Leyes físicas que rigen la materia en general. Leyes biológicas que rigen la materia viva. Leyes morales que rigen la conducta de las personas. Leyes espirituales, etc. Estas leyes se imponen porque son lógicas y necesarias.

Existen otras leyes "menores" creadas por los seres humanos, que también son o deben ser, lógicas y necesarias, las cuales se aplican a ámbitos específicos, y, puesto que todo se rige por leyes, es fundamental conocer y cumplir estas leyes para lograr el éxito.

 

Estas leyes civiles rigen la política, la economía, el aprendizaje, el comercio, las finanzas, la educación de los hijos, etc. Se basan en conocimientos y experiencias adquiridos a través de los siglos. Estas leyes indican el camino a seguir para lograr el éxito.


Cuando nace un hijo se rige como cualquier animal por el instinto de supervivencia, pero pertenece a una sociedad evolucionada que ha desarrollado la conciencia y se gobierna por la razón. Para integrarse en ella necesita socializarse, es decir, aprender las “reglas de juego” de la sociedad. Esta labor sólo puede realizarse por medio de una disciplina.


La disciplina externa es necesaria pero no suficiente; sólo funciona mientras el hijo es presionado, pero la presión genera resentimiento y rebeldía. Es necesario internalizarla. El hijo internaliza la disciplina cuando comprende que es necesaria para triunfar en la vida. La disciplina debe convertirse en un hábito interno.


La disciplina no es un fin en sí, es un medio para... Por tanto, antes de implantarla es necesario establecer objetivos y metas importantes que respondan a las necesidades del hijo de modo que tenga interés y razones para actuar. Como podemos observa, la disciplina es parte de un proyecto educativo integral; si no existe el proyecto, carece de sentido.

Existe una disciplina externa basada en normas, premios y castigos. Esta disciplina es necesaria sobre todo en los primeros años. Sin embargo, la verdadera disciplina es interna y se llama “autodisciplina”. Nace de la motivación, de la convicción y del espíritu de superación.


La mayoría de las personas adultas no han internalizado la disciplina, necesitan ser mandadas, controladas y exigidas, lo cual indica alto grado de inmadurez e irresponsabilidad. Esta situación es un grave obstáculo para el desarrollo y el éxito.


La disciplina exige cumplir ciertas reglas que ayudan a encauzar la vida. Las reglas son como el cauce del río que permite canalizar el agua y utilizarla para el riego o para la producción de energía eléctrica. Cuando se rompe el dique el agua se sale de madre y destruye todo lo que encuentra a su paso.


Todas las leyes del mundo resultan insuficientes para controlar el instinto, la violencia y la corrupción, pero si logramos despertar el interés por el desarrollo y por los valores importantes, entonces actuarán las leyes internas de desarrollo y no serán necesarias tantas normas externas, ni premios, ni castigos.

La disciplina es una conducta aprendida, para que se internalice y se convierta en hábito es necesario un entrenamiento, una razón y un beneficio.


La disciplina, más que el cumplimiento de unas leyes, es una actitud, una forma de ser, de pensar y de actuar.


¿Dónde está el problema real de la disciplina?


Tenemos una idea equivocada de la disciplina al concebirla como exigencia y represión. El objeto de la disciplina es el desarrollo y la libertad. Pero somos hijos de una educación represiva y fuimos programados para ser los represores de las futuras generaciones. Como no sabemos estimular recurrimos al temor, al castigo o bien a comprar la sumisión por medio de premios, pero ninguna de estas conductas es eficaz.


La disciplina no puede basarse en recompensas, en amenazas ni en castigos, porque estas conductas hacen depender la disciplina del control externo.


El objeto de la disciplina es el desarrollo y la libertad pero los padres, con la mejor intención, sin duda, controlan a sus hijos por medio de estrategias de sometimiento.


Los hijos aprenden a aceptar esta disciplina porque necesitan sobrevivir, pero el precio que tienen que pagar es muy alto; deben renunciar a su iniciativa, a sus intereses, a su libertad y a su desarrollo. Al actuar en contra de su impulso vital, se represa en su interior la frustración, que luego se convierte en resentimiento y hasta en odio


Pasan los años y los hijos se hacen hombres. En cada adulto vive un niño reprimido, lleno de temores, de frustración y de culpas que tiene muchas dificultades para decidir, debido a que su conducta obedece a pautas externas y no a criterios propios.


¿Qué hacer?


La disciplina es un hábito que es necesario aprender desde niño, porque, como todas las conductas, tiene su proceso y debe ser asimilado de forma progresiva. Cuando un niño o un adulto, experimentan el libertinaje, después, como el potro salvaje, se resisten a la brida.


La disciplina se internaliza cuando se comprende que es necesaria para triunfar en la vida.


Es necesario establecer objetivos y metas importantes que respondan a las verdaderas necesidades de modo que exista interés y razones para actuar.


La disciplina es el resultado de una vida organizada.


La finalidad de la disciplina es liberar la mente, establecer prioridades, ser consciente y responsable, lo cual se traduce en éxito.


No debemos ver la disciplina como una exigencia o una privación de libertad, sino como una aliada para alcanzar el éxito. En la base de todo fracaso existe alto índice de indisciplina y de irresponsabilidad.


Para los filósofos griegos sólo el hombre sabio podía ser libre y feliz, porque sólo él conocía la verdad y el bien, lo que le permitía cumplir con una misión importante en la vida.
Sin duda, una filosofía correcta de la vida es la base de la motivación y de la autodisciplina.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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