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Editorial 368

 


Conciencia y responsabilidad

 

La genética humana ha evolucionado a través de millones de años, pero esta evolución sirve de poco, si no es activada y orientada a través de la educación. Todos los seres humanos nacemos con un cerebro muy evolucionado capaz de convertirnos en genios, en sabios y en seres de luz, pero la realidad no es tan halagüeña. Al echar una mirada al mundo real nos damos cuenta de cómo la evolución les llega sólo a unos pocos privilegiados.


La mediocridad, la ignorancia y la pobreza son la consecuencia del fracaso de la familia que no desarrolla la conciencia; de la escuela que no desarrolla la inteligencia y de la sociedad que, afanada únicamente en lo económico, no vela por el desarrollo de la conciencia ni de la inteligencia. Al final todos pagamos las consecuencias; pues, sin inteligencia y sin conciencia no funciona bien ninguna sociedad humana.

La esencia de la evolución es el desarrollo de la inteligencia y de la conciencia. Sin inteligencia no hay conciencia y sin conciencia no hay discernimiento entre el bien y el mal; por tanto, tampoco hay discernimiento entre las conductas correctas e incorrectas. En consecuencia, cualquier conducta es aceptable, y, en caso de duda, se impone el criterio de la mayoría o el capricho personal.


Esta realidad hace que muchas personas vayan por la vida sin mapa de ruta, sin valores, sin criterios y sin sentido común.


La inteligencia y la conciencia son fundamentales para el autogobierno de las personas y para la convivencia social. Con sólo leyes no se gobierna a la sociedad. Todas las leyes del mundo son insuficientes para controlar a una persona si ésta no es capaz de controlarse a sí misma.

Son demasiadas las conductas absurdas, instaladas en la sociedad y en la vida de cada persona, con las cuales nos hemos familiarizado, y, de tanto convivir con ellas, las aceptamos como parte normal e inevitable de la vida. Así nos hemos acostumbrado a convivir con la muerte, con la corrupción, con la inseguridad, con las drogas y con otras muchas lacras y absurdos; convertidos en males endémicos; es decir, en males que han echado raíces en la mente de las personas y en la conciencia social.

Todo esto podemos resumirlo en una palabra: "alienación" El alienado pierde la conciencia, la capacidad crítica, el sentido de la realidad y vive a la deriva, sin rumbo, sin destino y sin responsabilidad.


Qué es la responsabilidad


La responsabilidad es el deber de asumir las consecuencias de nuestros actos, de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer.


Nadie ha nacido para ser el fin de sí mismo. Si bien cada persona es un ser "independiente" con derechos propios; lo que es y lo que tiene, lo debe a la sociedad, que le ha traído a esta vida y le ha dado comida, medicinas, lenguaje, conocimientos, etc. En consecuencia, cada ser humano tiene el deber de poner a funcionar lo que ha recibido y retribuirlo a la sociedad para que continúe el proceso de la vida y de la evolución.


Este deber es conocido como Principio de Responsabilidad. Fue formulado por primera vez por Hans Jonas, dice así. “Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra” Este principio es un imperativo categórico, es decir, un deber ineludible. No lo impone nadie, se impone por ley natural, porque es lógico y necesario para el desarrollo de las personas y para el buen funcionamiento de la sociedad. El ser humano es libre y puede cumplirlo o no, pero deberá atenerse a las consecuencias.


"La responsabilidad es una carga muy pesada para quienes actúan obligados por la necesidad pero resulta muy liviana para quienes hacen las cosas con amor"


Las principales responsabilidades del ser humano son consigo mismo. Tienen que ver con el cuidado y desarrollo de su salud física, mental y espiritual. Con su capacitación, productividad y convivencia.


El deber más importante del ser humano es ser feliz, pues, sólo si es feliz podrá asumir con altura sus responsabilidades y sólo si es feliz podrá dar felicidad a los demás.


"He cometido el mayor pecado que puede cometer un ser humano, no ser feliz" Luis Borges


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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