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Editorial 366

 


No dramatices las cosas


Una señal de madurez es el control de las emociones, de las reacciones y de los impulsos instintivos.

La lógica, la objetividad y el sentido común ayudan a comprender la realidad de la vida y a actuar de forma efectiva, pero, la mayoría de las personas son poco objetivas y poco coherentes.


La objetividad supone cierto nivel de conocimiento para poder hablar o actuar con lógica, y cierta madurez emocional para no dejarse influenciar por opiniones sin fundamento, por los acontecimientos o por prejuicios personales.

Muchas personas viven un drama real, pero la mayoría de las personas se crean su propio drama para justificar su pereza, su incapacidad, su irresponsabilidad o su fracaso. Este comportamiento es básicamente inconsciente, pero igualmente dañino.


La dramatización consiste en magnificar las cosas (temores, emociones, dificultades, peligros y fracasos) La dramatización hace que las personas perciban las cosas como difíciles o imposibles y, en consecuencia, se inhiban y dejen de actuar.


¿Cómo dramatizamos las cosas?
El país está mal. Los políticos son incapaces. La corrupción es galopante. Los delincuentes se han apoderado de las calles, los hospitales no funcionan, la comida está por las nubes y un sin fin de etc. etc. etc.


En este caso se trataría de una dramatización social que abunda en las conversaciones de cada día, en la prensa y en la televisión. Esta dramatización hace mucho daño, debido a que se convierte en matriz de opinión, con un poder sugestionador negativo muy grande.


Existe también la dramatización personalizada: Yo no sé, no puedo, tengo miedo, lo he intentado todo y he fracasado, tengo mala suerte, es difícil, etc. La dramatización mental que nos hacemos de la vida es muy negativa, y, además es muy repetitiva, con lo cual nos condicionamos para el pesimismo y para el fracaso.


Si la dramatización fuera en positivo: Yo soy importante, yo valgo, yo puedo, soy triunfador, etc. entonces condicionaríamos la mente para el éxito, pero las personas tienden a centrase en lo negativo, debido a que somos hijos de una educación represiva.


Mientras la gente pierde tiempo en dramatizar su vida y en dramatizar lo que pasa en el país y en el mundo, deja de actuar y de capacitarse para salir de su crisis personal y de la crisis social.


La dramatización es teatro, y, como en el teatro, todo es fantasía que no lleva a ninguna parte.


La dramatización puede llegar a un punto en el cual las personas pierden la objetividad de la vida y quedan atrapadas en la fantasía de una realidad que no existe.


Cuando las personas no son capaces de enfrentar la vida tienden a dramatizar las cosas y a evadirse de su responsabilidad.


Es importante entender que la vida es como es, la gente es como es y la realidad es como es. En esta situación podemos actuar de forma inteligente y evitar que nada nos cause daño, lo cual supone que debemos preparararnos para triunfar a pesar de la adversidad. También podemos dramatizar la situación ; es decir, quejarnos, culpar, hacernos la víctima, buscar mil excusas traídas por los cabellos, inventarnos nuestras propias mentiras, etc.


Es fundamental entender que la Ley que rige la vida es drástica: "Adaptarse o morir" y, en vez de perder el tiempo y las oportunidades, pensando en problemas, angustiados por todo lo que nos ocurre y por lo que no logramos alcanzar, lo más inteligente es comenzar a construir el futuro sin esperar nada de los demás.


Deja de compadecerte, de lamentarte o de culparte. Deja de esperar que las cosas cambien. Deja las fantasías, lo temores y los dramas y comienza a caminar hacia el futuro, antes de que el mundo se te venga encima.


Es bueno tener sentimientos pero es negativo ser muy sentimental. Es bueno tener imaginación y fantasía, pero sólo si la inviertes de forma creativa. La dramatización te puede llevar a aterrizar en el país de la nada.


La lógica, la objetividad y el sentido común ayudan a comprender la realidad de la vida y a actuar de forma efectiva, y, cierto grado de sensibilidad ayuda a sentir la vida con intensidad y a implicarte en tu propio desarrollo y en el desarrollo de la sociedad.


Las personas exitosas son objetivas y proactivas; mientras que, las personas no exitosas tienden a dramatizar todo y a evadirse de la realidad.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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