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Editorial 357

 


El caminante

No sé hasta dónde llegará el camino, pero quisiera que llegara hasta el infinito para poder caminar eternamente; pues el placer de caminar ganándole al destino, es suficiente aliciente para seguir caminando. Mientras caminas estás vivo y te sientes, te perteneces. Vivir y respirar, pensar y desear, amar y soñar, son placeres inmensos que llenan la vida. A medida que caminas los pies se hacen más ligeros, el cuerpo más leve, el pensamiento más sutil y el amor más tierno.

 

De repente, descubres que no hay camino, que no has hecho camino y que no hay camino hacia el futuro; por más que caminas siempre estás en el mismo lugar, porque tu lugar eres tú mismo. Y descubres también que no existe pasado, ni presente, ni mañana. Estás aquí desde siempre. No tienes edad; sólo eres.


La vida se reduce a conciencia. Eres y vives en la medida en que tienes conciencia, en la medida en que te reconoces, en que amas a los demás y te amas a ti mismo


A medida que caminas por los caminos del tiempo, comprendes que las leyes de la vida son, a la vez, complejas y simples y que el arte de vivir consiste en simplificar lo complejo.


Existen leyes físicas, biológicas, psicológicas, intelectuales, morales y espirituales. Estas leyes parecen inflexibles, sin embargo son ellas la que salvan al hombre de perderse en los mil caminos de la vida.


A medida que crece el espíritu, el cuerpo se transforma, se vuelve más sutil y adquiere una libertad increíble. Cuando el cuerpo y el espíritu se armonizan, el camino se hace más fácil y el placer de vivir es tan grande que, olvidado del tiempo y del espacio, te sientes anclado en la eternidad y deseas que el reloj del tiempo se detenga para poder contemplar sin angustia y sin prisa el espectáculo de la naturaleza que se renueva cada día.


Sentir la conciencia plena de ser y de vivir es un placer casi absoluto que da sentido total a la vida. Pero la vida te exige, en primer lugar, una sinceridad absoluta, fidelidad a ti mismo, autorrespeto y amor; amor a ti mismo, amor al prójimo y amor a la naturaleza. Para avanzar, deberás salvar muchas trampas y optar siempre por lo correcto, por lo verdadero, por lo bueno.


La mayoría de las personas piensan que este compromiso supone renuncia y sacrificio, pero no es así. Lo justo, lo verdadero y lo bueno, producen muchas gratificaciones. Esta experiencia es de alto valor nutritivo y deja tal sensación de bienestar y de plenitud, que parece insignificante todo lo que haya que hacer para avanzar en el camino. Y así llegamos a la conclusión de que, el camino de la verdad y del bien son el mismo que el camino de la felicidad.


Por ejemplo, el cuidado y la educación de los hijos, lejos de ser renuncia y sacrificio, son causa de placer para los padres, porque los hijos son el objeto de su amor; los hijos dan sentido a su vida y el trabajo adquiere un valor especial, porque el beneficio del mismo está destinado a lograr que el sueño de los hijos se haga realidad. Pero si un día, los hijos dejaran de ser objeto de amor, entonces, los padres descubrirían que, el criar y educar a los hijos es una tarea sacrificada e insoportable. Lo mismo ocurre con el matrimonio. El día que el cónyuge deja de ser objeto de amor se hace insoportable la convivencia.


Por tanto, el asunto es muy simple: Necesitamos adquirir principios claros, porque sólo a través de ellos tendremos una visión clara de la vida. Además, necesitamos amar dichos principios, porque sólo el amor a los mismos, dará sentido a nuestra acción, luz a nuestra inteligencia para encontrar el camino y fortaleza a nuestra voluntad para llegar hasta el fin.


No sé hasta dónde llegará mi camino, pero quisiera que llegara hasta el infinito para poder caminar eternamente; pues el placer de caminar ganándole al destino es suficiente aliciente para seguir caminando; pero la realidad es que me estoy acercando al final de mi vida y el tiempo avanza de forma inexosable. Ahora trato de detener el tiempo y vivir intensamente cada día, dando un valor infinito hasta los mínimos detalles.


Vivir y respirar, pensar y desear, amar y soñar, son placeres inmensos que llenan la vida. A medida que caminas los pies se hacen más ligeros, el cuerpo más leve, el pensamiento más sutil y el amor más tierno.

“Caminante, no hay camino; se hace camino al andar” Antonio Machado


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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