Editoriales

Editorial 356

 


Por qué es tan difícil cambiar

 

¿Por qué nos resulta difícil eliminar ciertos defectos a pesar de los esfuerzos que hacemos?
¿Por qué actuamos con frecuencia de forma inadecuada a pesar de las consecuencias negativas que nos acarrea?
¿Por qué no logramos ciertos objetivos, aparentemente fáciles, a pesar de intentarlo?
¿Por qué reincidimos en comportamientos que nos complican la vida?
¿Por qué otros logran con facilidad lo que a nosotros nos resulta difícil o imposible?
¿Por qué teniendo un cerebro poderoso nos resulta tan difícil el aprendizaje y el éxito?
¿Por qué resulta tan difícil adquirir las virtudes y tan fácil y rápido el adquirir los vicios?
¿Por qué, conociendo la ley y los deberes que conducen al éxito, tendemos a evadirlos sabiendo que la consecuencia es el fracaso?
¿Por qué muchos se inician en las drogas, el tabaco, el alcohol, el juego, los videos juegos, o la corrupción, conociendo los peligros a los cuales se exponen?
¿Qué fuerzas nos impulsan a actuar a veces en contra de nuestra voluntad?


Parece que existiera un determinismo que se impone y controla el destino de las personas, pero no es así. En realidad, todo ocurre por una razón. Los animales se guían por un instinto perfecto que les permite adaptarse al medio de forma rápida y eficaz, pero los seres humanos necesitan ser programados a través de la educación.


La educación deja mucho que desear, debido a que la sociedad es ignorante y represiva. De cada 10 mensajes que recibimos de los padres, maestros, sociedad, medios de comunicación, etc. nueve son represivos de alguna forma y sólo un mensaje es estimulante. En consecuencia, el cerebro de las personas tiene muchas fallas de programación. Las programaciones son las premisas que desencadenan, de forma automática, las conductas correspondientes.


El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración) las respuestas serán positivas. Con el tiempo esta forma de reaccionar se consolida y se convierte en hábito; es decir en forma constante de reaccionar.


Un niño que es educado con respeto y con amor, crece sano, espontáneo y sociable; tiene grabado en su mente un sentimiento de bienestar que le envía en forma constante mensajes de seguridad, de autoestima, de alegría, de motivación. El niño tiende a ser optimista, sociable y generoso; sabe ganarse el respeto y el apoyo de las personas, y, en consecuencia, le irá bien en la vida. Por el contrario, si un niño no recibe suficiente afecto, respeto y valoración; si es criticado, reprimido o maltratado, entonces se graban en el subconsciente sentimientos de soledad, de temor, de impotencia y de angustia. Estos sentimientos hacen que perciba la vida, las personas y los acontecimientos como una amenaza y que tienda a reaccionar de forma defensiva, es decir, con conductas impulsivas, irracionales y desadaptadas que, lejos de resolver, tienden a complicar las cosas.


Los hábitos buenos y malos se van consolidando a través de los años y se convierten en conductas automatizadas, es decir, que, al recibir un estímulo que tiene relación con el hábito adquirido, el cerebro se activa y produce, de forma automática e instantánea, la respuesta correspondiente, lo cual se conoce como reflejo condicionado.


Más del 95 % de lo que hacemos todos los días son comportamientos automatizados que responden a hábitos y a experiencias adquiridas.


Los hábitos son estructuras mentales consolidadas, por lo cual, resulta difícil cambiarlos e imposible eliminarlos; pero existen técnicas de programación muy efectivas que permiten desarrollar nuevos hábitos que tomen el control de nuestra vida.


Esta es la razón por la cual las personas tienen dificultades para rectificar conductas importantes. Las conductas importantes dependen de estructuras profundas y para cambiarlas es necesario realizar cambios estructurales a nivel de creencias, actitudes y sentimientos.


El cambio sólo es posible cuando las personas toman conciencia del daño que se hacen y del daño que causan a los demás


Casi todas las personas, golpeadas por los fracasos, tratan de cambiar, pero no lo consiguen, porque están atrapadas en un círculo vicioso del cual resulta difícil salir, debido a que los hábitos poseen una fuerza gravitacional. Además, como dice Covey: “Ningún problema puede resolverse desde el nivel en el cual se generó”


Para cambiar es necesario adquirir una visión superior de las cosas y una dinámica mental más fluida, lo cual supone adquirir ideas y métodos que ayude a ser más eficaz y exitoso en muchos aspectos.


Es conveniente buscar orientación de una persona capacitada, pues se trata de una labor compleja que supone manejar varios aspectos.


Como todo cambio se inicia en la mente es necesario comenzar por el desarrollo personal. El cambio de Venezuela se dará cuando cada venezolano cambie dentro de sí.


Cuando comprendamos que más importante que cambiar el país por fuera es cambiarlo por dentro.
Si eres de los que piensan que, de poco sirve tu superación cuando la mayoría de la gente no se preocupa por nada, estás equivocado. Hay millones de personas, más valiosas de lo que imaginas, que luchan por mejorar el país, lo que ocurre es que, lo que aparece en escena suele ser lo más negativo. De todos modos, recuerda que, es suficiente un fósforo para incendiar una ciudad o un bosque. ¿Por qué no te conviertes en ese fósforo que incendie de fe, de esperanza y de voluntad, el corazón de los venezolanos? Inténtalo y te sentirás mejor.

"Cuida tus pensamientos, porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras, porque se volverán acciones.
Cuida tus acciones, porque se volverán costumbre.
Cuida tus costumbres, porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter, porque forjará tu destino” Gandhi


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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