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Editorial 335

 


El bien o el mal que haces a otros te lo haces a ti mismo

 

En la naturaleza todo vibra, pero lo espiritual vibra más. El ser humano es como un imán magnetizado. Tiene el poder de atraer y de rechazar las vibraciones. Cuanto más desarrollada está la persona, más intensas, poderosas y rápidas son sus vibraciones. Según la ley de vibración todo lo que sentimos y pensamos se expresa a través de vibraciones y se expande en todas direcciones, influyendo para bien o para mal en las personas, comenzando por la persona que las produce.


Los seres humanos hemos sido llamados a la vida para cumplir una misión personal y una misión social. La misión personal consiste en el desarrollo de sí mismo a nivel intelectual, moral y espiritual. Se trata de desarrollar la inteligencia, de ser sabios, éticos y espirituales.
Además, hemos nacido para cumplir una misión social : Colaborar para que la humanidad evolucione y el mundo funcione mejor.


La finalidad de la vida es desarrollarse y evolucionar lo más posible en todos los aspectos, pero nadie ha venido a este mundo para ser el fin de sí mismo, por lo cual, el desarrollo personal no tiene sentido si la persona no se transciende a sí misma y contribuye de alguna forma al bien de los demás. Las personas no somos islas, formamos parte de una sociedad a la cual le debemos lo que somos y a la cual debemos retribuirle de alguna forma.


Cada persona se construye a sí misma de acuerdo a la forma en que piensa y actúa. Al hacer bien a otras personas desarrolla una forma positiva de ser que fortalece su parte buena, así como al hacer mal a otros, se autodestruye en proporción al daño que causa


"Haz bien y no mires a quién" es un refrán sabio que nos enseña que la mejor forma de superarse, y tal vez la única forma de superarse, es hacer bien a los demás, para lo cual es necesario desprenderse del egoísmo, ser generoso, tener amplitud de miras y hacer el bien sin acepción de personas y sin interés.


Esto no es fácil, porque estamos acostumbrados a tratar a las personas de acuerdo a la simpatía que sentimos por ellas y a la conveniencia, lo cual no es criticable; el problema es que marginamos a los demás, los cuales necesitan que los tomemos en cuenta (un saludo, una sonrisa, un estímulo) son cosas simples que no cuestan nada pero valen mucho. Tal vez, tu saludo, tu respeto o tu sonrisa, sea el único estímulo que reciban durante el día algunas personas.


Esta forma de ser ayuda, tanto a las personas que reciben el estímulo como a quien lo da, porque genera una energía que activa lo mejor de las personas.


Las personas amables y solidarias suelen tener mucha paz, alegría y satisfacción, debido a que las buenas intenciones y las buenas vibraciones que transmiten a los demás les regresan multiplicadas.

Hay personas que no tienen dinero, sin embargo, derraman riqueza por donde pasan. No se trata de dar dinero, aunque es saludable si está a tu alcance, pero hay algo más importante que tú tienes y que necesitan las personas para alimentar su autoestima, para superar la angustia y la soledad, es el amor, la amistad y el respeto.


Cuánto bien puedes hacer con un gesto, con una mirada, con una sonrisa, con un simple deseo de que les vaya bien a tantas personas con las que te cruzas en la vida. Las personas están muy necesitadas de que alguien las aprecie, las valore y las tome en cuenta, y, como dijimos antes, tal vez tu saludo, tu respeto o tu sonrisa, sea el único estímulo positivo que reciban durante el día.


Y así como puedes hacer mucho bien con tu actitud positiva, también puedes causar mucho daño con tu indiferencia, con tu falta de educación o con tu falta de respeto.


La indiferencia oprime el corazón de las personas y de forma inconsciente nos destruimos unos a otros.


Lo mínimo que se le puede pedir a una persona medianamente civilizada es que salude y que respete, y, nadie puede llamarse civilizado si no ayuda a la gente necesitada cuando está al alcance de su mano. No se trata de complicarse la vida, se trata únicamente de ser un poco más sensible a las necesidades del otro.


Si no fuera por la bondad y por la compasión de muchas personas buenas, la mitad de la humanidad desaparecería ahogada en su miseria, pero, gracias a Dios, hay mucha gente buena que da la mano, de muchas formas, a la gente necesitada. Para que te convenzas de esta verdad, elabora una lista de todas las personas que te han ayudado de alguna forma a lo largo de tu vida, no sólo con dinero sino con su amistad y con su apoyo moral. En vista de lo cual, tenemos el compromiso de llevar paz, estímulo y alegría a donde quiera que vayamos, y, por Ley de Correspondencia, la paz, el estímulo y la alegría regresará a nosotros.


Comienza por algo muy simple: Saluda, desea el bien y el éxito a los demás, dales alguna idea útil, etc. Pronto se convertirá en un hábito y será tu forma natural de ser. Tu actitud positiva hará que la gente te respete y te valore, lo cual nutrirá tu autoestima. Como ves, la mejor forma de ser feliz es ayudar a los demás.

"Poco das si sólo das de lo que tienes, mucho das, cuando das de ti mismo"
Kalil Gibran


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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