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Editorial 328

 


La descalificación como argumento

 

Se supone que somos seres evolucionados y deberíamos resolver nuestras diferencias a través del razonamiento y del diálogo; sin embargo, muchas personas recurren a la descalificación y al insulto.

 

Lo que no se resuelve a trav é s del diálogo no se resuelve de ninguna otra forma.


La descalificación y el insulto son formas de agresividad. Hay personas que están acostumbradas a ganar a través de la fuerza, del insulto, de la descalificación, de la mentira, de la agresividad. La agresividad es un mecanismo de defensa que sirvió en la prehistoria, pero la sociedad ha evolucionado y hoy es una conducta irracional, arcaica y desadaptada, que, lejos de resolver, complica las cosas.


El impulso de agresividad nace del instinto de supervivencia, lo cual es bueno; pero la supervivencia en la actualidad depende de la capacidad para producir soluciones; por tanto, se trata de sublimar el impulso agresivo y dirigirlo hacia la superación.


La agresividad, al igual que otras muchas conductas, se aprende en el hogar y en la sociedad, como reacción en contra de estímulos percibidos como peligrosos. Todo estímulo positivo genera conductas positivas y todo estímulo negativo genera conductas negativas. Con el tiempo estas conductas se convierten en hábitos.


En la educación de los hijos existen muchas formas de agresividad, tales como la violencia verbal o física, el consentimiento, el abandono, la sobreprotección, la dependencia, la ignorancia, etc. Estos errores de educación pueden pasar desapercibidos pero surgen a lo largo de la vida, cuando las personas tienen dificultades.


En la raíz de toda descalificación o agresividad hay mucha ignorancia, inmadurez, impotencia, temor, rabia, complejos y frustración.


El insulto, la descalificación y la agresividad se intensifican cuando hay de por medio intereses importantes.


Cómo resolver los conflictos

El ser humano vive en conflicto permanente consigo mismo y con los demás, debido a que dentro de él actúan dos fuerzas opuestas; los mecanismos de defensa y las fuerzas de desarrollo.


Las personas evolucionadas funcionan movidas por mecanismos de desarrollo que le impulsan al diálogo, a la solidaridad, etc. pero la mayoría de las personas funcionan en base a mecanismos de defensa.


Los conflictos externos son reflejo de los conflictos internos. La guerra se inician en el corazón del hombre.


Existen muchas personas reactivas que viven a la defensiva. Son muy susceptibles y conflictivas, tienden a desconocer su cuota de responsabilidad, por lo cual resulta difícil entenderse con ellas. Estas personas rehúyen el terreno de la lógica y del diálogo porque saben que carecen de argumentos y llevan la de perder; por lo cual, se atrincheran en el autoritarismo y utilizan la descalificación y la agresividad.


Recuerda que, las personas conflictivas han desarrollado una habilidad increíble para manipular a los demás, pues esa es la única forma que conocen para sobrevivir. De modo que, debemos desaprobar sus acciones, pero no tenemos derecho a juzgarlas, pues, nosotros en su situación haríamos lo mismo.


Estas personas actúan, más por impulsos emocionales que por razones, sobre todo, cuando están en grupo, debido a que se impone la conciencia de la masa. Cuando se impone la conciencia de la masa, es como si cada persona fuera poseída por un ente superior que controla su pensamiento. En estas circunstancias, las personas dependen de una fuerza superior que les arrastra, decide por ellas y las libera de la responsabilidad de lo que hacen.


En todo movimiento de masas hay un líder, que manipula a las personas y dirige la acción. Este líder suele tener un carisma especial y un prestigio que capta el interés y la admiración de sus seguidores. Este líder no es cuestionable por sus acciones, aunque sean ilógicas o inmorales, porque lo único que importa es el objetivo a lograr.


La conciencia de masa hace que nadie se sienta responsable de los hechos y que actúe impunemente, sin reparos y sin sentimientos de culpa; más bien, se sienten elegidos y protagonistas de una lucha que les honra y enaltece.


La implicación de cada persona depende de su estructura psicológica, intelectual, moral y espiritual, pues, la conciencia humana tiene unos límites. Unas personas son extremistas e irreconciliables y otras son moderadas y abiertas al diálogo..


Las razones por las cuales las personas se implican en una causa u otra son más de tipo subconsciente que consciente. En realidad, "todos nuestros actos derivan del inconsciente, creado por las influencias hereditarias, que son las huellas ancestrales que forman el alma de las razas. En consecuencia, los motivos de nuestros actos son: desconocidos, secretos, profundos y ocultos."
Por tal razón, no hay que hacerse ilusiones de poder resolver las cosas a través del dialogo; sin embargo es necesario mantenerse siempre en el Adulto y tender puentes.


Cómo enfrentar a esta clase de personas


La Ley de Polaridad no enseña que la vida es una lucha permanente entre contrarios, entre el bien y el mal, el amor y el odio, la verdad y la mentira, el éxito y el fracaso, la paz y la guerra, etc. de modo que, si deseamos ser libres y protagonistas de nuestro propio destino, estamos obligados a luchar sin descanso por aquello en lo cual creemos, de lo contrario, otros impondrán sus criterios y nos obligarán a vivir subordinados a sus intereses.

Las personas mencionadas no tienen poder en sí, debido a su escaso desarrollo y eficacia, pero se sienten poderosas, sobre todo, cuando ofenden, hieren y humillan. Esto ocurre, sólo, porque las personas ofendidas no actúan. Pero las cosas son muy distintas cuando las personas libres reclaman su espacio y sus derechos con actitud y convicción.

Es fundamental evitar la confrontación y actuar en el terreno de la verdad, de la ley y de la lógica, en el cual, ellos se sienten inferiores porque carecen de argumentos.


La clave está en mantenerse siempre en el Adulto. Mientras te mantengas en el Adulto (Lógica y control de los sentimientos) nadie podrá vencerte.


En la tierra hay suficiente espacio y bienes para todos, pero necesitamos aprender a convivir y a compartir las riquezas que nos obsequia la tierra.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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