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Editorial 326

 


Somos fuertes pero vulnerables

 

Los seres humanos tenemos una capacidad de supervivencia inmensa, gracias a un código genético perfecto que regula las funciones vitales y a un sistema inmunológico poderoso que nos defiende de microbios y bacterias, pero, a la vez, somos frágiles y podemos quebrarnos en cualquier momento como una copa de cristal.


Podemos llegar a 100 años, y los científicos predicen que, en un futuro cercano, podremos llegar a 150, 200 ó más años, gracias a que, el conocimiento del código genético nos permitirá supervisar el funcionamiento del cuerpo, prevenir enfermedades y corregir fallas. Pero siempre existirán imprevistos, accidentes, guerras... que podrán dar al traste con la vida de las personas.

A nivel mental, podemos ser fuertes, dependiendo de las circunstancias en que nacemos, de la forma en que nos educan, de la autoestima, responsabilidad y disciplina que desarrollemos. O bien, podemos ser débiles y vulnerables, si no recibimos una buena educación de base y si no desarrollamos una buena estructura intelectual, afectiva, moral y espiritual.


También es determinante el uso que hagamos del libre albedrío. Podemos tomar decisiones inteligentes y valientes que nos catapulten al éxito y a la felicidad, o podemos hundirnos en el vicio, en el fracaso y en la frustración.


Por qué unas personas son fuertes y otras son débiles y vulnerables

En principio, la fortaleza biológica de todos los seres humanos es similar y el nivel de evolución genética es similar. La fortaleza física y la fortaleza mental suelen ir de la mano, pues, el cuerpo hace lo que le dicta el cerebro.


Un deportista puede tener buena técnica y preparación física pero si no tiene fortaleza mental, nunca llegará a sobresalir. La actitud mental es la base de la fortaleza.


La autoestima, la fe, la ilusión, la motivación, la confianza y la tolerancia a las frustraciones, nos ayudan a mantenernos de pie a pesar de los fracasos. Para quien tiene fortaleza mental, los fracasos son maestros que le enseñan a madurar, a rectificar y a esforzarse más; de modo que, lejos de perjudicarle, llegan a formar parte de sus futuros éxitos.


La fortaleza mental no llega del día a la noche, es una conquista larga y trabajada, supone tiempo, esfuerzo, entusiasmo y dedicación. No se logra con hechos grandiosos, que no suelen ocurrir, sino con pequeños actos diarios, que sumados hacen grandes cosas. De modo que, cuando veas a una persona con gran fortaleza mental, luchadora y exitosa, no pienses que nació con ese don; sino que, un día decidió luchar y asumió las responsabilidades de su reto y fue consecuente y perseverante. El camino se hace día a día, paso a paso.


Las personas con fortaleza mental están claras en la vida. Tienen un proyecto propio y dependen de sí mismas. Tienen alto espíritu de superación. Son honestas, creativas y emprendedoras. En definitiva, son personas libres, exitosas y felices, lo cual no significa que no tengan problemas personales, familiares o económicos, pero su espíritu es libre y vuela por encima de las miserias humanas.


La fortaleza mental no nos hace invulnerables, pues, los instintos y las pasiones están siempre ahí, tratando de liberarse para actuar a sus anchas, de modo que, es necesario mantenerse alerta para controlarlos. Hemos visto sucumbir grandes imperios y hemos visto claudicar grandes personalidades.


La falta de fortaleza mental hace que muchas personas no tengan suficiente control sobre su vida y vivan al ritmo de una sociedad mediocre.


La falta de fortaleza se debe a una estructura mental débil, caracterizada por la falta de criterios claros, de principios y valores sólidos, de motivaciones fuertes, de disciplina, perseverancia, responsabilidad, etc.


Cómo desarrollar una fortaleza mental que nos garantice el éxito

Si la falta de fortaleza se debe a una estructura mental débil, caracterizada por la falta de crierios claros, de principios y valores sólidos, de motivaciones fuertes...; entonces, la fortaleza supone:
1. Adquirir criterios claros sobre los aspectos fundamentales de la vida, pues actuamos como pensamos y somos como actuamos.


2. Desarrollar principios y valores sólidos. Al hablar de principios y valores, muchas personas lo asocian con la religión. En realidad, los principios y valores son leyes de la naturaleza que se imponen porque son lógicas y necesarias para el desarrollo de las personas y para el buen funcionamiento de la sociedad. El quebrantamiento de los principios y valores causa la autodestrucción psicológica, moral y espiritual, además de los daños que causa a la sociedad. Una sociedad sin principios y valores sólidos camina hacia el colapso.


3. La disciplina es condición para lograr éxito en cualquier actividad.

4. Hábitos eficaces. Toda conducta humana depende de hábitos adquiridos (caminar, hablar, pensar, producir... ) Los hábitos no se adquieren de un día para otro. Son el resultado de billones de acciones acumuladas.
Si los hábitos son eficaces podremos lograr grandes objetivos pero si no son eficaces de poco servirá esforzarse.
A cada persona le va de acuerdo a los hábitos adquiridos a lo largo de su vida.
En base a la experiencia podemos potenciar los buenos hábitos y rectificar los que
nos causan problemas.


5. Perseverancia. La perseverancia es la capacidad de insistir, a pesar de las adversidades, convencidos de que el camino conduce al éxito que cada paso que damos, ya es un éxito y que al final nos espera la victoria.


6. Motivación. La palabra motivación proviene del latín = motus (mover)
La motivación es la fuerza o motor que impulsa a la acción. Pero nadie se mueve por lo que no tiene valor. La intensidad de la motivación depende de la importancia que tiene el objeto. Muchas personas luchan hasta la muerte por su libertad porque la consideran un valor supremo, sin el cual, su vida carece de sentido; mientras que, otras personas no luchan por su libertad porque no la valoran.
En consecuencia, las personas sólo luchan con tesón por lo que aman, por lo que valoran. De modo que, para desarrollar fortaleza mental, antes hay que tener objetivos valiosos por los cuales luchar. Cuando una persona elige un objetivo valioso y lo convierte en reto, todas las neuronas del cerebro se enfocan en ello y la persona adquiere tal inteligencia, fortaleza y decisión que nada ni nadie puede desviarle de su camino.

 

Conclusión


Elige objetivos importantes por los que vale la pena luchar. Trata de no equivocarte en la elección, como les ocurre a muchas personas, quienes luchan por la riqueza, el poder o la fama y al final sólo les queda vacío y frustración.


Lucha por aquello que forma parte de ti, por aquello que puedes llevar contigo a donde quiera que vas y que nadie te puede robar. Conviértelo en reto y te sorprenderás de la fortaleza y de la personalidad que puedes desarrollar y de cómo puede cambiar tu vida.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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