Editoriales

Editorial 324

 


Tú eres un modelo para bien o para mal

 

Si fueras invisible pasarías desapercibido, pero, aún en este caso, tus vibraciones influirían en los demás para bien o para mal. Pero eres real y estás expuesto como en un escaparate a la vista de las personas.


Eres responsable de todo lo que haces y de lo que influyes en los demás, no importa si tienes conciencia de ello o no. La ignorancia y la inconsciencia no excusan del mal comportamiento ni de las consecuencias del mismo.


Tú sabes que los demás te observan y que tu ejemplo influye en sus vidas, para bien o para mal, y que eres responsable de ello, pues en esta vida, toda acción produce efectos en ti y en los demás y genera responsabilidad.


El hecho de que los seres humanos no demos importancia a esta realidad, le tiene sin cuidado a la naturaleza. La naturaleza se limita a aplicar de forma automática la Ley de Causa y Efecto, según la cual, cada persona recibe lo que da; obtiene el beneficio de lo que hace bien y paga las consecuencias de lo que no hace o de lo que hace mal.


Además de esta ley, existen leyes morales y espirituales que también se aplican de forma automática, seas creyente o no creyente. Estas leyes no son impuestas por Dios ni por las religiones, son leyes naturales que surgen de la naturaleza moral y espiritual del ser humano. Las religiones sólo se limitan a recordarnos que existen dichas leyes y que su quebrantamiento es pecado, no porque se quebrante la ley, sino por el daño que causa.


El ser humano es juzgado por el bien y por el mal que se causa a sí mismo. El bien que nos hacemos genera desarrollo, progreso y bienestar, mientras que, el mal que nos causamos, genera deterioro, pérdida de oportunidades, fracaso y frustración, de lo cual, las personas no solemos tener conciencia, y esa es nuestra mayor desgracia, porque si tuviéramos conciencia podríamos rectificar.

De la misma forma, el bien que hacemos a los demás, a través de la acción o del buen ejemplo, es un bien que nos hacemos a nosotros mismo, porque, por Ley de Causa y Efecto, recibimos lo que damos y somos lo que hacemos. Somos el reflejo de nuestras acciones.


Así también, el mal que causamos a los demás, a través de la acción o del mal ejemplo se revierte de muchas formas, porque en esta vida nada queda impune. La vida hace justicia aunque no nos enteremos de cuándo y cómo se nos aplica esta justicia.


Muchas de las cosas buenas que nos ocurren hoy, son los beneficios que recibimos por cosas bien hechas anteriormente, así como hay cosas que nos salen mal como consecuencia de errores cometidos en el pasado. De aquí la importancia de acumular méritos para el futuro y de no contraer deudas con la vida.


Muchas personas no creen en la Ley de Causa y Efecto, debido a que observan cómo los corruptos, criminales y delincuentes viven a sus anchas, cómo los poderosos oprimen y explotan a los débiles y cómo los astutos engañan a los inocentes.


Así como las plantas buenas producen buenos frutos y las plantas de mala calidad producen malos frutos, así las personas buenas obtienen muchas formas de beneficios y las personas malas obtienen muchas formas de desgracias. Esto no quiere decir que a las personas buenas todo les vaya bien desde la perspectiva que tenemos de la vida. Los seres humanos acostumbramos a valorar el éxito por las cosas materiales que logramos (dinero, fama, poder, placer...) los cuales son efímeros y pasajeros. El verdadero éxito y la verdadera felicidad, son cosas muy distintas, son esa sensación interna de bienestar, satisfacción, plenitud, alegría, seguridad y paz, que da pleno sentido a la vida y que nadie nos puede quitar.


Los sere humanos podemos fingir y aparentar éxito y felicidad. Podemos engañar a los demás, pero no podemos engañar a la naturaleza ni a la propia conciencia, las cuales aplican sus leyes, no con el fin de castigarnos, sino con el fin de salvarnos de la autodestrucción. La Ley de Causa y Efecto nos advierte constantemente a través de lo que nos ocurre en la vida y la conciencia nos guía a través de esa voz interna que nos dice lo que está bien y lo que está mal, y genera remodimiento, como señal de advertencia, cuando procedemos mal, pero somos libres y podemos utilizar el libre albedrío a nuestro antojo.


Lo cierto es que, en la medida en que las personas son auténticas, son felices, y, en la medida en que están alienadas, son infelices.


Así como el buen perfume exhala un aroma agradable y la podredumbre exhala un olor nauseabundo, así las buenas personas irradian bondad, paz, felicidad (Este es su verdadero premio) y las malas personas irradian maldad, angustia y frustración (Este es su verdadero castigo).


Los seres humanos somos modelos e influimos en los demás para bien o para mal

Esta influencia no se limita a los momentos concretos en los cuales afectamos a las personas, sino que tiene una resonancia que puede influir durante toda su vida e inclusive puede transmitirse a futuras generaciones.


A lo largo de tu vida has recibido ideas y ejemplos, buenos y malos, los cuales recuerdas con frecuencia y siguen influyendo en tu vida. Todos estos contenidos forman parte de tu estructura mental y son determinantes en tu conducta. Imagina el mérito que tienen aquellas personas que te han ayudado a ser buena persona... y la culpa que tienen las personas que con sus ideas o malos ejemplos perjudicaron tu desarrollo.


Es importante que tomemos conciencia de que los efectos (buenos o malos) de nuestras acciones y ejemplos los cuales permanecerán indefinidamente en el tiempo y se expandirán a otras personas y a otras generaciones.


De aquí la necesidad que tenemos de ser buenas personas, de ser un ejemplo de principios y valores, de educación, de respeto y de solidaridad, que estimule la autoestima y el deseo de superación en las personas.


Visto de esta forma, es terrible el daño que causan las personas criminales, corruptas, mal educadas, vulgares, egoístas, abusadoras. No sólo por lo que hacen hoy, sino porque contaminan a futuras generaciones. Los malos ejemplos son semillas que crecen y se multiplican, de lo cual somos responsables.
La humanidad ha tardado miles de años, ha pasado por guerras, sangre y dolor, hasta lograr la libertad que hoy disfrutamos, pero es suficiente un tirano para robar la libertad a toda la humanidad.
La paz, al igual que la libertad, es un logro de miles de generaciones, pero hoy, un pequeño grupo de terroristas de Al Qaeda mantiene en jaque a siete mil millones de personas, y si dejamos que tome cuerpo, se convertirá en el futuro cáncer de la humanidad.


En nombre de la libertad hoy se permiten todas formas de libertinaje. Es importante que las personas buenas constituyan una fuerza unida y entren en acción. Es necesario erradicar muchas formas de abuso y de libertinaje antes de que tomen fuerza, porque son como el fuego que se expande arrasando todo a su paso.


El cuerpo humano es atacado constantemente por microbios y bacterias, pero se defiende por medio del sistema inmunológico, si el sistema inmunológico no respondiera la consecuencia sería la muerte. De forma similar, la sociedad es atacada constantemente por poderes e intereses, a los cuales no les importa las personas, ni el dolor, ni las miserias que causan, y, si la sociedad no activa su sistema inmunológico, formado por las personas buenas, se impondrá la corrupción y la barbarie.


Las personas te observan. Sé un modelo que estimule a la superación, a la honestidad, a la educación y a la paz. Recuerda que cada buen ejemplo se multiplicará en millones de buenos ejemplos, sobre los cuales tendrás ciertos derechos y beneficios, así como cada mal ejemplo se multiplicará millones de veces, por los cuales tendrás cierta responsabilidad. Por esta razón, los seres humanos estamos obligados a hacer el bien y a evitar el mal. Y por la misma razón, estamos obligados a estimular a los demás para que hagan el bien y eviten el mal. Tenemos un compromiso personal y un compromiso social.


Recomienda Este Editorial
 
    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus