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Editorial 308

 


Personas siempre felices y otras...

 

Nadie nace feliz o infeliz. La felicidad y la infelicidad son sensaciones que se producen como respusta a estímulos recibidos, positivos o negativos. Hoy sabemos que esta programación se inicia en el vientre materno. El estado emocional de la madre durante el embarazo influye en la tonalidad emocional del niño.


Existen personas felices e infelices en todas partes y en todos los niveles sociales, lo que indica que la felicidad y la infelicidad no dependen de la riqueza ni del éxito profesional.


En la naturaleza existe un determinismo absoluto. Todo depende de leyes que se cumplen de forma inexorable. Todo está preestablecido. Podemos sabe cuándo y cómo terminará el sol, etc.


En la vida del ser humano el determinismo es relativo, en cuanto dependemos, en gran medida, de programaciones recibidas en la infancia. Sin embargo, el ser humano es libre y puede rectificar.


Existen personas que siempre están alegres. Son personas positivas, emprendedoras y sociables que disfrutan inmensamente de la vida y existen también personas que viven en estado de angustia y son habitualmente infelices.


¿Cuál es la razón?


Cuando el cuerpo tiene salud, funciona bien, lo cual se traduce en una sensación de bienestar y cuando funciona mal, produce una sensación de dolor o malestar. De forma similar, cuando la mente funciona bien, produce un estado de ánimo placentero y cuando funciona mal, produce un estado de angustia.


Tanto el dolor como la angustia tienen como finalidad la supervivencia. Son señales de alarma que indican que algo funciona mal y estimulan a rectificar.


Lo lógico es que el estado de ánimo de las personas fuera de satisfacción, con pequeños altibajos y no con sobresaltos, como ocurre en la vida actual.


Como ya hemos indicado, la conducta de las personas depende de su estructura mental, programada básicamente en la infancia a través de la educación recibida y consolidada a través de los años, por medio de las decisiones personales. Todo lo que hacemos nos marca de alguna forma para siempre. Todo, absolutamente todo, queda grabado en el subconsciente, donde permanece activo e influye en nuestra vida.


El ser humano recibe estímulos ante los cuales reacciona. Si los estímulos son positivos (afecto, apoyo, valoración) las respuestas serán positivas. Con el tiempo esta forma de reaccionar se consolida y se convierte en hábito; es decir, en forma constante de reaccionar.


Un niño que es educado con respeto y con amor, crece sano, espontáneo y sociable; tiene grabado en su mente un sentimiento de bienestar que le envía en forma constante mensajes de seguridad, de autoestima, de alegría, de motivación. El niño crecerá y será optimista, sociable, generoso y feliz.


Pero, si el niño no recibe suficiente afecto, respeto y valoración; si es criticado, reprimido o maltratado, entonces, tendrá grabados en el subconsciente sentimientos de soledad, de temor, de impotencia y de angustia. Estos sentimientos aflorarán constantemente a lo largo de su existencia generando angustia. No importa los éxitos que logre, siempre habrá en él un vacío que nada ni nadie podrá llenar. Sin embargo, el ser humano es libre y existen técnicas de desprogramación y de reprogramación que pueden resultar eficaces.


En la base de una persona feliz siempre hay una infancia feliz; sin embargo hay personas que tuvieron una infancia feliz, pero luego no fueron consecuentes o sufrieron desgracias que no supieron enfrentar. Así como hay personas que tuvieron una infancia infeliz pero supieron reconstruir su autoestima y su dignidad y llegaron a ser inmensamente felices.
La felicidad está asociada a una infancia feliz, a la autoestima, a la honestidad, bondad, dignidad, humildad, espíritu de superación, solidaridad, etc. Mientras que, la infelicidad está asociada a una infancia con carencias afectivas, a una visión negativa de la vida, a la baja autoestima, al temor, a la inseguridad, a la rigidez mental, a la culpa y a la aceptación sumisa de la situación. etc.
Conclusiones
El objetivo fundamental de la vida es ser feliz, para lo cual es necesario encontrar el enfoque correcto de la vida, capacitarse y evolucionar.


Es importante cambiar el mundo por fuera pero es más importante cambiarlo por dentro; por tanto, es un deber de todo ser humano evolucionar y ser feliz. Esto es lo más importante que puedes hacer por ti, por tu familia, por tus amigos y por tu país. Las personas que más benefician a la sociedad son la personas felices y quienes más perjudican a la sociedad son las pesonas infelices, porque contagian a los demás de su negatividad. Las personas corruptas son negativas pero obligan a la sociedad a reaccionar, mientras que las personas infelices son deprimentes.


Para ser feliz de forma habitual es necesario ser libre de toda dependencia interna y externa. Lo cual significa: controlar los temores, la pereza, el egoísmo, etc. Capacitarse, producir lo necesario para tener buena calidad de vida. Vivir en paz consigo mismo, con Dios y con las personas.
La felicidad depende más de la autoestima, de una visión positiva de la vida y de la actitud que tomamos ante las cosas, que de las circunstancias.


Feliz no es el que tiene valores (riqueza) sino el que valora lo que tiene.
Feliz no es el que tiene muchos conocimientos sino el que conoce el valor de las cosas y de la vida.
Feliz no es el que ríe por fuera sino el que ríe por dentro.
Feliz no es el que tiene riquezas, fama y poder sino el que tiene sueños, ilusiones y esperanza.
Feliz no es el que hace lo que quiere sino el que ama lo que hace.

Enseñar a vivir en paz y a ser felices debería ser la función primordial de padres y educadores. Entonces sería más fácil que los niños y jóvenes aprendieran y fueran más eficaces. Las personas que no son felices están incapacitadas para aprender y para producir en cantidad y calidad.


Puesto que todo cambio se inicia en la mente, para ser feliz es necesario desarrollar una visión positiva de la vida y valorar y disfrutar de lo que tenemos en vez de quejarnos por lo que nos falta.


El problema está en que, de tanto luchar por cosas inútiles nos olvidamos de luchar por las cosas importantes.


El ser humano es libre, de modo que, al margen de la programación recibida a través de la educación, lo que determina la felicidad o infelicidad de las personas es su actitud permanente ante las cosas. Al final cada uno tiene lo que merece de acuerdo a sus acciones.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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