Editoriales

Editorial 299

 


La fuerza del deber


Todo lo que existe, existe por una razón y todo lo que ocurre a nivel personal y social y anivel de la naturaleza y del universo, ocurre por una razón.


Los seres humanos sólo podemos conocer las razones elementales, pero no las razones profundas, debido a que el alcance de nuestro cerebro es muy limitado.


En la actualidad, la mayoría de los científicos, al margen de sus creencias religiosas, admiten que todo en la naturaleza tiene un propósito que escapa al conocimiento del ser humano.


En la actualidad la humanidad está abocada a la investigación científica, al conocimiento de la naturaleza física y al progreso material; pero hubo tiempos en los cuáles el ser humano se interesaba especialmente por la filosofía y metafísica. Se interesaba por conocer el principio y el fin de las cosas. Lo que hay antes de la vida y lo que hay después de la muerte. Las causas primeras y las causas últimas.


El gran deber de cada ser humano es encontrar la verdad y el sentido de la vida, para actuar en consecuencia, pero, lo que observamos es algo muy distinto.


A pocos les interesa conocer la verdad ni el sentido de la vida. La mayoría de la gente sólo piensa en "vivir" y en "disfrutar" sin preguntarse a dónde conduce el camino.

Sin embargo, todos tenemos una conciencia que nos ha dado Dios para que nos guíe en el camino, pero las personas prefieren acallar su voz para vivir a sus anchas. El acallar la conciencia es el error más grave que puede cometer un ser humano contra sí mismo.


La conciencia emite juicios de valor sobre las cosas, sobre nuestras acciones y sentimientos. Es como una guía que nos va indicando el camino a seguir para no caer en el barranco y poder llegar a destino.


La conciencia no obliga. Respeta el libre albedrío. Sólo advierte y avisa con el remordimiento cuando actuamos mal, invitando a rectificar.

El remordimiento es como el dolor y la fiebre. El dolor y la fiebre son una señal de alarma con la cual le ha provisto la naturaleza al cuerpo para que reaccione en defensa de su salud. Si no se manifestara el dolor o la fiebre el final sería la muerte.


La conciencia es la luz interna que guía al hombre hacia la verdad y el bien, pero los seres humanos pueden hacer mal uso del libre albedrío y convertirse en víctima de los bajos instintos y pasiones. El remordimiento, al igual que la fiebre y el dolor es una señal da alarma que invita a rectificar para evitar autodestruirse.

La mente humana sólo puede soportar cierto grado de "disonancia" o de incongruencia entre la conducta y los valores que rigen la vida.


Cuando la "disonancia" es grande, la conciencia activa la alarma, en forma remordimiento. La forma más fácil de evitar el remordimeinto es acallar la conciencia.


Cada día son más las personas que lanzan sus principios y valores por la borda para evitar la disonancia, para acallar la voz de la conciencia y para no sentir remordimientos.


Al insensibilizar la conciencia, las personas carecen de límites morales y su vida es gobernada por impulsos instintivos. La diferencia entre la civilización y la barbarie es el control de los instintos.
Hoy está de moda la frase: "Cada uno es libre y puede hacer con su vida lo que quiera"

Esto es cierto, sólo, si lo que hace coincide con la verdad y con el bien.


De tanto hacer cada uno lo que quiere, en vez de cumplir con su deber, mira cómo está el mundo. Si las personas no ponen orden en su vida y las autoridades (padres, educadores, gobernantes...) no son capaces de cumplir con su deber, es posible que la humanidad regrese a la barbarie.


El hombre tiende por naturaleza al libertinaje y sólo una buena educación y cierta disciplina moral le pueden salvar de autodestruirse.


En otros temas hemos comentado que, nadie viene a este mundo para ser el fin de si mismo, y, menos aún, para vivir de forma libertina.

Para bien o para mal, lo que hacemos, bueno o malo, influye en cada uno de nosotros y en los demás. Los seres humanos emitimos vibraciones positivas que generan salud y estímulo, o bien, vibraciones negativas que generan angustia y enfermedad; por lo cual, es importante que las personas vayamos comprendiendo quiénes son los verdaderos enemigos de la sociedad, porque no son sólo los delincuentes de pistola en mano; existen otras muchas clases de enemigos.


La ignorancia de los principios y valores es el peor de todos los males, porque incapacitan a las personas para conocer la verdad y para cumplir con su deber, pero, así como a nivel legal "La ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento" a nivel de la vida, la ignorancia de la verdad no excusa del cumplimiento del deber.


La conciencia es el único faro que te señala el rumbo hacia puerto seguro.
¿Qué dirías del marinero que destruye la luz del faro?

Lo dicho hasta aquí sólo tiene como finalidad hacer una reflexión, abrir los ojos y tomar conciencia de que, a la hora de la verdad, cada uno está sólo en este mundo y nadie puede ayudarnos a resolver nuestra vida, porque es una responsabilidad personal.


Es importante establecer con claridad las premisas de lo que queremos llegar a ser y controlar todos los aspectos importantes de nuestra vida, porque la dinámica de la sociedad es muy poderosa, y, si nos descuidamos, podemos llegar a parar a donde nunca habríamos deseado.


Es importante tener, desde niños, una conciencia clara de los deberes que nos impone la vida y evitar cometer errores serios que nos marquen para siempre. Las personas que no adquieren desde niños una buena base de conocimientos, de valores, de disciplina, de motivación y de responsabilidad, crecen con una estructura mental débil, que luego se convierte en un obstáculo serio para lograr objetivos importantes.


Es necesario hacer bien las cosas y evitar contraer deudas con la vida, pues, la naturaleza no perdona. Con el paso de los años, muchas personas quieren cambiar y no pueden, porque las deudas contraídas con la vida son impagables.

 

Cuál es la solución

Para hacer algo importante hay que amarlo y para amarlo es necesario ver la bondades que tiene. Los seres humanos necesitan razones importantes para actuar.


Cuando el Deber coincide con la Verdad y con el Bien, se convierte en un reto poderoso e ineludible que estimula al cerebro a producir tal cantidad de energía, de ineteligencia y de voluntad que podemos lograr cosas increíbles.

Establece cuáles son tus "deberes" personales, familiares, sociales, políticos, económicos, morales y espirituales en los que debes "implicarte" y ser parte de la solución.


El verdadero deber se impone porque es lógico, porque es necesario y porque es bueno. El cumplimiento del deber es el camino necesario para llegar a ser lo que debes ser y lograr lo que debes lograr.


Existen muchos "deberes" impuestos por la sociedad, parte de los cuales no responden a la realidad ni a la lógica de las cosas, y, por tanto, carecen de utilidad, pero las personas se ven obligadas a cumplirlos porque la dinámica de la sociedad les arrastra. Podíamos nobrar miles de "deberes absurdos", de los cuales no nos damos cuenta porque forman parte de nuestra rutina diaria.

Cuando aceptamos el estudio, el trabajo u otra responsabilidad como un deber indiscutible, este deber se convierte en un reto que estimula la inteligencia y la voluntad, toma el control de la mente y marca la dirección de nuestra vida.


En adelante, nada ni nadie puede apartarnos del reto.


Cuando aceptamos algo como un deber resulta fácil asumirlo. Con frecuencia nos cuesta hacer ciertas cosas porque internamente las rechazamos, debido a que exigen esfuerzo; pero, cuando tenemos una actitud favorable hacia ellas, se convierten en reto, y, hasta se disfruta al hacerlas.


Las personas que triunfan se debe a que aceptan los retos y son consecuentes.


El deber cumplido genera tal satisfacción y tal plenitud que se convierte en el mayor premio de la vida. Es una satisfacción íntima y profunda que da verdadero sentido a la vida.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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