Editoriales

Editorial 298

 


Parásitos humanos

 

Se entiende por parásito todo aquel que vive a expensas de otro.


Existen muchos grados de parasitismo y también muchas modalidades.


Los parásitos perjudican a todos. Perjudican a las propias personas parásito porque no crecen, no maduran. Perjudican a sus huéspedes porque les roban muchas oportunidades de crecer y de progresar y perjudican a la sociedad en general, porque son una rémora que frena el progreso.


Si bien, todo lo que existe tiene una función y un propósito, pareciera que los parásitos humanos no tienen ninguna función, y, por tanto, son un error o un fracaso, no de la naturaleza humana, sino del mal uso del libre albedrío.


Los parásitos no crecen por generación espontánea, son producto de una educación errónea, unida a decisiones personales también erróneas.


Todas las conductas humanas importantes obedecen a hábitos creados básicamente en la infancia, buenos o malos, los cuales se fortalecen con los años.


Los hábitos determinan las conductas. Cada hábito tiene una estructura dinámica que, una vez activada por un estímulo interno o externo, se desencadena el proceso correspondiente y la persona poco o nada puede hacer para controlar la acción.


Los seres humanos somos parásitos en muchos aspectos. De aquí la importancia de evitar desde la infancia todos los hábitos que conducen a alguna forma de dependencia.


Todos los seres humanos deben producir, de acuerdo a sus posibilidades, por lo menos lo que consumen.
Existen muchas formas de producir.
Por ejemplo, los niños no producen bienes, pero producen energía, alegría, espontaneidad, lo cual es un bien muy valioso que proporciona ilusión a sus padres. Los hijos ayudan a sus padres a madurar, a esforzarse, a ser más productivos y mejores personas. En la escuela deben producir conocimiento, buena relación con los amigos... de forma que cuando crezcan sean buenos ciudadanos.


Los ancianos ya gastaron sus energías y no tienen capacidad para producir bienes, pero pueden aportar ejemplo de prudencia, experiencia y sabiduría.


Los discapacitados dependen de sus padres, pero no son parásitos. Ellos son, en los designios de la naturaleza, seres especiales que vienen a la vida para enseñarnos la fragilidad del ser humano y para enseñarnos a ser agradecidos por tener una mente sana y un cuerpo que funcionan bien.


Ellos han venido para despertar la compasión, para hacernos humildes y sensibles a las necesidades de los demás


Cada uno a su modo, tiene una forma de producir y de aportar algo a la sociedad.


En la naturaleza nada existe por azar, todo tiene una función y un propósito, que los seres humanos no podemos entender, debido a que nuestro cerebro es muy limitado.


El que se dedica al trabajo tiene la misión de producir bienes de calidad.


Quienes se dedican a la investigación tienen como misión descubrir los secretos de la naturaleza con el fin de utilizarla de forma más inteligente.


Quienes se dedican al deporte deben ser un ejemplo de lucha, de perseverancia, de bien hacer y de buen comportamiento.


Quienes deciden casarse tienen el deber de informarse sobre todo lo necesario para convivir en armonía, de modo que el matrimonio sea una oportunidad para crecer en vez de una confrontación que conduzca al divorcio. El divorcio es un fracaso que afecta a toda la sociedad. Y, si los padres deciden tener hijos, deben aprender lo necesario para educarlos para la convivencia, el éxito y la felicidad. Casi todos los problemas sociales se deben al fracaso de las familias, a la incapacidad de los padres para educar, y, al fracaso de la escuela y de la universidad.

 

Consecuencias del parasitismo humano

La salud mental de una sociedad, su capacidad de supervivencia y su potencial de evolución, se miden por el desarrollo integral de su población y por el aporte que hace cada persona.


El valor de un país es igual a la suma del desarrollo de sus habitantes. Las personas pobres, ignorantes, irresponsables, corruptas... son parásitos que restan valor y frenan el progreso y la evolución. Afectan directamente a sus huéspedes e indirectamente a todos los seres humanos.


Debido a la globalización, los parásitos nos afectan a todos de alguna forma, sin importar en que parte del mundo parasitan.


Los parásitos humanos desarrollan una habilidad muy grande para camuflarse de distintas maneras, con el fin de parasitar sin ser detectados.


El populismo es una forma de parasitismo terrible que frena el avance cultural y económico de muchos países.


En la actualidad hay en Japón más de 10 millones de jóvenes que parasitan en el hogar de sus padres. Jóvenes que pueden ganar buen sueldo pero lo gastan en diversión y no aportan nada a sus padres. Si esto ocurre en Japón, cómo serán las cosas en otros países menos disciplinados.
El parasitismo humano es una forma de abuso, de irresponsabilidad, de corrupción y deterioro de la calidad humana.


A nadie le agradan los piojos, los chinches, las pulgas o las garrapatas, pero existen personas a quienes les encanta tener parásitos humanos.
¿Por qué?
Hay personas que se sienten solas, que nadie les presta atención; si consiguen un parásito humano que les preste atención, lo aceptan, a sabiendas de que está por interés.


Esto explica por qué hay tantas jóvenes parasitando a viejos y muchachos que andan por la vida de chulos parasitando a viejas. Es una forma de parasitismo simbiótico. Tú me das lo que yo necesito (compañía, juventud...) y yo te doy lo que tú necesitas (dinero).


Esta relación es empobrecedora para ambos porque no se basa en el dar sino en recibir. La única intención de cada uno es parasitar al otro.


Hay padres que, con tal de que los hijos no se vayan están dispuestos a mantenerlos por el resto de su vida.


En realidad no habría parásitos humanos si no hubiera personas que los patrocinan. Las personas que los patrocinan son cómplices y culpables.


La ignorancia, el consentimiento, la sobreprotección, la dependencia, la baja autoestima y la falta de disciplina y de dignidad, son el caldo propicio para que surjan los parásitos humanos.


Los parásitos humanos son pobres seres que no tienen vida por sí mismos. Y, considerando que lo más valioso de la vida es el desarrollo y la libertad, lo cual proporciona una sensación interna de éxito y plenitud, podemos concluir que, la vida de los parásitos humanos es muy triste. Puede ocurrir que no tengan conciencia clara de su realidad ni de las oportunidades que han perdido en la vida, pero nadie puede liberarles de su vacío existencial.


Los parásitos no sólo se apoderan del dinero. Hay parásitos que se apoderan del tiempo, de las ideas, del afecto, de las ilusiones. Son un poco como los vampiros psicológicos, por lo cual es importante estar atentos, porque podemos estar siendo utilizados por parásitos camuflados de muchas formas.


Después de lo expuesto, es conveniente analizarse a sí mismo, porque podemos ser parásitos en algún aspecto, lo cual nos impide desarrollar todo nuestro potencial y alcanzar objetivos importantes. También podemos ser víctimas de parásitos que nos roban el tiempo, las ideas, la energía, pero no tenemos conciencia de ello, porque nos hemos acostumbrado a su presencia.


Recomienda Este Editorial
 
    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus