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Editorial 288

 


Cómo enseñar la religión

 

Cuando vas de visita a casa de los amigos sientes hasta dónde eres bien venido por la forma en que te tratan los niños. Si los padres hablan bien de ti, los niños te verán con admiración y te tratarán con confianza; si no hablan de ti, te verán con indiferencia y si hablan mal, te mirarán con desprecio. Por las mismas razones los niños pueden ver a Dios con admiración, con indiferencia o con desprecio.


No podemos amar a alguien si antes no le admiramos; por tanto, el amor a Dios comienza por la admiración de sus obras. En este sentido es fundamental que enseñes a tus hijos la sensibilidad por la naturaleza (un amanecer, una puesta del sol, una noche estrellada, la inmensidad del mar, el milagro de la vida...) pero no puedes transmitirle esta sensibilidad si tú no la has adquirido antes. La sensibilidad por la naturaleza ayuda a vivir la vida con mayor intensidad.


La admiración genera fe, confianza, alegría y seguridad. Quienes carecen de fe se sienten bastate juguetes en manos del destino, mas, para quienes creen en Dios, la vida tiene sentido más allá de las cosas y la muerte no es el final.


Cuando un hijo percibe la religión de esta forma, acepta con agrado las reglas morales, porque no las percibe como represivas sino como el camino que conduce a la libertad.


Durante siglos, la religión fue enseñada como una doctrina exigente y represiva, en parte, porque la sociedad era "bruta" y ese era el lenguaje que entendía; pero el hombre ha evolucionado y con él también ha evolucionado la religión. La religión actual es más una vivencia de fe en Dios y de solidaridad con los hombres


Si educas a tus hijo en los principios religiosos y morales, fortalecerás su conciencia y el día de mañana podrán surcar con bien “el mar de las tormentas”. No dejes a tu hijo huérfano de Dios, porque le dejarás un vacío existencial que no podrá llenar con nada. Las cosas pasan, la gente pasa, la juventud pasa y en ese devenir sólo Dios permanece al lado del hombre.


Estudios realizados indican que las personas verdaderamente creyentes viven con mayor grado de salud, de satisfacción y de felicidad.


Cuando la religión es causa de angustia o se convierte en freno para nuestra progreso y libertad, se debe a que la hemos interpretado mal y no hemos entendido el verdadero mensaje de Cristo.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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