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Editorial 277

 


La Mediocridad


Se entiende por mediocridad lo que tiene baja calidad.
La mediocridad es una plaga social que afecta a la mayoría de las personas. Abunda en todos los estratos socioeconómicos, en los gobiernos, en las gerencias, en las universidades, en las empresas, en las familias y en la calle.


Basta escuchar un momento a las personas para darse cuenta de su bajo perfil. En sus conversaciones abundan las quejas, las criticar, los asuntos banales. Carecen de proyectos y de ambición, no se interesan por ser, ni por saber. Su único objetivo es sobrevivir.


Por suerte, en medio de esta sociedad mediocre surgen personas excepcionales, muy evolucionadas, creativas y emprendedora... que dan la cara por la humanidad y echan el mundo adelante.


Son pocos los que se esfuerzan por elevar su nivel cultural, moral y espiritual; es decir, por ser mejores personas y hacer algo importante por los demás.


La gente mediocre no tiene conciencia clara de su dignidad, de su capacidad, ni de las oportunidades que le brinda la vida.


¿Por qué que los mediocres llegan a tomar el control?


Porque las personas buenas y capaces no cumplen con su misión social.


La ignorancia, la pobreza y la injusticia son el caldo de la mediocridad, por lo cual, las personas más evolucionadas tienen el compromiso de trabajar para erradicar la mediocridad de todas partes y a todos los niveles, pues, la mediocridad humana es un plaga que, si no se controla a tiempo, puede engullirnos a todos.


En tiempo de Roma sólo podían votar quienes sabían leer y escribir. Se suponía que sólo ellos tenían criterio y sabiduría para elegir a los mejores representantes para el senado; pero, desde que llegó la "democracia" todos valemos igual, los mediocres y los capacitados, los corruptos y los honestos. Tal vez, el mayor defecto de la democracia es que permite el acceso al poder a los mediocres y corruptos.


No hay que confundir mediocridad con ignorancia y pobreza. Existen personas humildes e ignorantes que poseen criterios claros y alta responsabilidad. Así como existen personas con títulos universitarios que son mediocres, mal educadas, irresponsables y corruptas.


Como es lógico, los mediocres sienten que son poca cosa y que valen poco, por lo cual están llenos de complejos, temores, inseguridad y angustia, lo cual activa sus mecanismos de defensa y viven a la contra. Temen, odian y critican a la gente capacitada, a la gente educada, a la gente que triunfa y a la gente responsable, porque representan lo que quisieran ser y no pueden ser.


Los mediocres se agrupan porque el número les hace sentir poderosos.
Se agrupan también para frenar el progreso de los que avanzan hacia el futuro. No hay nada más negativo en cualquier grupo social que las personas mediocres, porque constituyen un peso muerto que echa a pique todo intento de cambio y de progreso.

 

Cómo distinguir las personas mediocres

Por su actitud indiferente y pasiva.
Por su falta de criterio, de lógica y de sentido común.
Carecen de proyectos y de metas. Viven esperando que las cosas cambien en vez de actuar.
Carecen de iniciativa y de espíritu de superación.
No le encuentran sentido ni valor a la vida ni a las cosas.
Viven según su conveniencia y no logran aprender a amar. Son personas acomodaticias. Los mediocres no son genios, ni héroes, ni santos.


Según Ortega y Gasset: "El mediocre pertenece al hombre-masa, con escasa conciencia de su realidad; el cual, siente que funciona bien y se niega a escuchar, a aprender y a cambiar"


Sólo se preocupan por su bienestar y al mismo tiempo no son solidarios con el bienestar de los demás. Ambos rasgos componen la psicología del niño inmaduro. El mediocre es el niño inmaduro de la historia.


La tendencia de la educación actual y los parámetros de la vida social están generando una sociedad masa mediocre, que tal vez no frene el progreso, porque la ciencia está en manos de sabios y científicos emprendedores, pero que sí puede frenar el desarrollo humano y generar tal nivel de conflictos, que comprometa gravemente la convivencia social.


Todos conocemos la historia de muchos países en los cuales los mediocres han tomado el poder. Las consecuencias han sido la destrucción de las instituciones que tantos años costó crearlas; la destrucción de las empresas, de la economía, el deterioro de la educación, etc. etc.


Las personas y la sociedad puede defenderse de los enemigos declarados. El problema de los mediocres es que aparentan ser inofensivos y pasan desapercibidos. Realizan su acción destructiva en silencio, como las termitas, y, cuando vienes a ver, sólo queda el caparazón de las estructuras, de modo que el edificio se viene abajo.


La mejor forma de erradicar la mediocridad es comnbatirla en sí mismo.


Los seres humanos no están obligados a ser perfectos pero sí a intentar hacer bien las cosas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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