Editoriales

Editorial 275

 


Cómo será el futuro

 

La humanidad vive un proceso constante de evolución, lo que significa un crecimiento de la inteligencia, de la conciencia y de la libertad; por tanto, el futuro ofrecerá más oportunidades para convertir los sueños en realidad


Los niños nacen más inteligentes y con un instinto muy desarrollado de la justicia y de la libertad. Ven la vida a través de su fantasía y piensan que algún día sus ilusiones se convertirán en realidad, luego, con el paso de los años van comprendiendo que las cosas y la gente se resisten al cambio y se impone el principio de realidad.

Cada generación sólo puede dar un paso adelante; de modo que, el futuro será casi como el presente, debido a que la naturaleza humana es siempre la misma; los instintos, las necesidades básicas, los intereses y los valores humanos son y serán siempre los mismo.

En la actualidad, la ciencia ha dado un salto quántico y ha producido cambios impresionantes a nivel técnico, debido a que la materia se puede manejar con facilidad, porque no ofrece resistencia a la acción del hombre. Estos cambios impresionantes hacen creer que el hombre ha tomado el control del futuro; pero esto es una simple fantasía. El progreso es bueno pero no es garantía de desarrollo humano. Basta ver la ignorancia, la pobreza y la violencia que impera en el mundo para comprender que la ciencia por sí sóla no puede resolver el problema humano


Si bien la materia no se resiste al cambio, los seres humanos sí se resisten a cambiar, debido a que, desde niños quedan marcados con una programación mental muy compleja que les condiciona para toda su vida. Esta es la razón por la cual los cambios sociales son superficiales y puntuales. Los cambios de fondo son el resultado de un proceso evolutivo lento y largo. De modo que, la vida seguirá cambiando en muchos aspectos, tal vez de forma impresionante, pero superficial. Los seres humanos seguimos siendo muy semejantes a nuestros ancestros prehistóricos, sólo que más pulidos y controlados, pero cuando se desatan las crisis (conflictos, guerras...) aflora nuestra realidad profunda.


Aunque la evolución de la humanidad es lenta, las personas, de forma individual o grupal, pueden evolucionar con rapidez si asimilan los principios, valores, criterios y conductas que constituyen la esencia de la evolución. Si quieres acelerar tu proceso evolutivo necesitas conocer estos principios...y trabajar en ellos.


La sociedad vive siempre en crisis. Crisis significa lucha: La crisis es buena porque es señal de salud; obliga a los seres humanos a buscar respuestas, a cambiar, a evolucionar... La ley de la vida es “Adaptarse o morir”. Pero, adaptarse, ¿a qué?

Los padres, conocedores de que la vida es una lucha interminable por sobrevivir; deben fortalecer a sus hijos con una educación consistente, fundamentada en principios religiosos, morales y sociales y en criterios claros sobre los aspectos fundamentales de la vida, tales como el valor del estudio, del trabajo, de la libertad, de la familia, de la amistad, de la disciplina, etc. para que nadie les engañe, pues, vivimos en una sociedad mediocre, materialista y manipuladora en la que la ingenuidad y la ignorancia se pagan muy caras.


Los grandes cambios políticos, económicos y sociales son simples cambios externos. Con frecuencia aparecen ideologías, costumbres y modas que parece que fueran a acabar con el orden establecido, pero pronto se desvanecen y vuelve la calma.

La verdadera historia es interna, y, como las grandes corrientes marinas, sigue impertérrita su camino. La historia personal depende básicamente de las propias decisiones; y, si bien es cierto que las circunstancias nos condicionan fuertemente, también es cierto que el hombre es libre por encima de todos los condicionantes, y, por tanto, es el protagonista y el responsable de su futuro. De modo que, el futuro de cada persona lo construye ella misma.

El futuro es por naturaleza riesgo e incertidumbre pero son estas características las que le dan a la vida ese aspecto de novedad permanente.


Antiguamente la ignorancia y la miseria eran inmensas, pero no existían los medios de comunicación ni se oían voces de libertad, de modo que, la gente aceptaba pasivamente su situación. En la actualidad ha despertado la conciencia dormida de los pueblos y la gente reclama sus derechos.


Los padres observan angustiados cómo la sociedad está perdiendo valores fundamentales y cómo las personas son aplastadas por una competencia despiadada. Por su mente cruzan mil preguntas cargadas de angustia. ¿Qué será de mi hijo? ¿Cómo puedo educarle para que sobreviva en una sociedad que se anuncia tremendamente hostil?

No te preocupes. La vida humana está sujeta a las leyes de evolución; por tanto, el futuro ofrecerá más oportunidades para crecer y ser más libre. Eso sí, quienes no se capaciten lo pasarán muy mal.


Como ya hemos señalado, los niños nacen más inteligentes cada día, con más sentido de la justicia y de la libertad. Educa a tus hijos siguiendo las pautas que hemos señalado en distintos lugares y confía en ellos.


Los seres humanos somos muy dados a excusarnos y a culpar a los demás; pero esa actitud le tiene sin cuidado a la naturaleza; la ley de vida dice que: Cada persona recibe beneficios de acuerdo a lo que hace, como también paga las consecuencias de su incapacidad, sin importar cuáles sean las causas; de modo que, cada uno debe hacerse cargo de sí mismo y no esperar mucho de nadie, ni siquiera de Dios, porque Dios ya nos ha dado todo lo necesario para convertir los sueños en realidad. Esto no impide el pedir y el agradecer a Dios; pues al pedirle estamos afirmando nuestros propios poderes y al agradecerle estamos reconociendo nuestros éxitos. Ambas cosas son fundamentales para robustecer la autoestima.

Cómo será el futuro. Leyenda

Cuenta una leyenda persa que a la orilla del camino que conducía de Nínive a Arbela vivía una anciano cuya fama se extendía por todo el reino. Unos decían que era un santo, otros que era un sabio y otros que era adivino. Acertó a pasar por allí un joven procedente de Nínive; su caminar era lento y su mirada triste. Atraído por la fama del anciano se atrevió a preguntarle:
_ Dígame anciano. ¿Cuál será mi futuro?
_ Dime joven. ¿Cómo te ha ido en Nínive? Le preguntó el anciano.
_ Mal. La gente es egoísta y poco amistosa...
_ Amigo. En la ciudad de Arbela te irá mal, porque la gente es egoísta y poco amistosa.

En efecto, le ocurrió como el anciano le había dicho.

 

Poco después llegó otro joven de paso ágil y mirada alegre.
_ Dígame señor. ¿Cómo será mi futuro?
_ Responde joven. ¿Cómo te ha tratado la gente de Nínive?
_ Bien. Es amable, hospitalaria...
_ Amigo. En Arbela y en todas las ciudades que visites encontrarás que la gente es amable y hospitalaria, te tratarán bien y harás muchos amigos.

Y ocurrió exactamente como dijo el anciano.

 

¿Qué piensa del anciano?, ¿Era un santo, un sabio o un adivino?
En realidad era una persona con gran sentido común, para quien la vida es como un espejo que nos devuelve nuestra propia imagen. Cada uno recibe lo que da.

La vida es un gran teatro y cada uno elige el papel que desea desempeñar. Unos eligen el papel de rey, otros el de villano, otros el de bufón...
Muchas personas, abrumadas por sentimientos de indignidad eligen papeles irrelevantes, de modo que pasan la vida sin pena y sin gloria. Otras eligen un papel protagónico y triunfan a lo grande.
Para triunfar en el teatro de la vida no se necesitan cualidades especiales, lo importante es identificarse con el personaje elegido; luego, la mente se programa para actuar con éxito.
Elabora un proyecto de vida valioso y motivador, piensa en él con fe y con amor y tu inteligencia encontrará el camino y tu voluntad la fuerza para llevarlo a feliz término.

 

El futuro es la casa de los sueños y de la esperanza. El temor al futuro mata los sueños y la esperanza y sin ellos, el hombre es un barco a la deriva. Así que, visualiza un futuro exitoso, luego sueña, trabaja y espera lo mejor, seguro de que te acontecerá lo mejor.


Es maravilloso levantarse cada día y ver que la vida nos ofrece otra oportunidad.


Vive intensamente cada día como si fuera el último de tu vida.


Ama, ayuda, perdona y disfruta cada día, porque mañana tal vez sea tarde.

No te preocupes demasiado por el mañana porque “A cada día le basta su propio afán”.

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Siembra ideales en tu corazón y en el corazón de tus hijos y mañana los verás florecer.
El mejor momento para vivir es el presente, pero no olvides que somos a la vez: pasado, presente y futuro


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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