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Editorial 247

 


Cómo disfrutar de la vida

 

Necesitamos aprender de los niños.
El mayor placer de los niños es el juego. El juego es una necesidad impulsiva. A través del juego expresan su energía, su creatividad y su alegría de vivir. Un niño o un adulto que no se divierte tiene problemas.


A través del juego los niños aprenden a conocer las cosas y a manipularlas. Aprenden también a conocer sus habilidades y sus límites.


Todo niño sano es feliz porque ve la vida en positivo, tiene sueños e ilusiones, se siente libre y vive sin preocupaciones. Pero pronto se impone la sociedad con un sin número de exigencias que tienen poco que ver con sus necesidades e intereses y los niño deben cambiar el juego libre y creativo por el estudio y después por el trabajo. El estudio y el trabajo también deberían ser como un juego creativo pero se impone la ley de competencia que lo complica todo.


La competencia es un instinto natural que tiene como objetivo imponerse a los demás para sentirse protegido de cualquier amenaza, pero esta actitud en el caso del ser humano es errónea, pues le lleva a vivir en una confrontación constante.


El ser humano ha evolucionado y debería cambiar el espíritu de competencia por el espíritu de superación. En la competencia siempre existe el riesgo de perder, lo cual genera temor, angustia y conductas agresivas. Esto no ocurre cuando existe espíritu de superación, porque el objetivo no es ganar al otro sino dar lo mejor de sí, lo cual siempre es posible porque depende de la propia decisión. El que vive con actitud competitiva está obligado a ganar en cada momento lo cual impide disfrutar de la vida, mientras que, el que vive con espíritu de superación, trabaja sobre un proyecto en el que lo importante no es ganar a nadie sino superarse poco a poco.


Si bien los acontecimientos influyen en nuestra vida; lo que nos marca en un sentido o en otro es la actitud que tomamos ante ellos.


Mientras que el pesimista se centra en las desgracias, el optimista disfruta las oportunidades de aprender, de triunfar y de ser feliz.


Mientras el pesimista sufre el optimista disfruta.


Cada persona trata de disfrutar de la vida a su modo. Las personas poco evolucionadas disfrutan especialmente a través del logro de cosas, mientras que, las personas más evolucionadas, disfrutan a través del logro de objetivos que significan desarrollo.


Existen ciertos parámetros que sirven para determinar las condiciones necesarias para disfrutar verdaderamente de la vida.

Tales como:


Estar en paz consigo mismo.

Es fundamental no tener grandes problemas personales, a ceptarse y valorarse positivamente, etc.


Estar en paz con la gente.

Lo cual supone aceptar a cada quien como es, comprender, perdonar, convivir, manejar las emociones.


Estar en paz con la vida.

Se trata de entender que todo funciona de acuerdo a leyes y que nos va de acuerdo a nuestra actitudes y decisiones. Por tanto, no hay espacio para la crítica ni para la queja sino para el aprendizaje y la rectificación


Estar en paz con Dios.

Supone creer que la vida tienen un sentido transcendente más allá de lo que acontece y que tenemos una misión humana y espiritual. Esta idea resulta un poco obsoleta para muchas personas pero estudios realizados indican que las personas verdaderamente creyentes tienen más salud mental, una visión más positiva de la vida y mayor plenitud interna.


Habría que añadir otros muchos aspectos que son necesarios para disfrutar de la vida, tales como: la autoestima, la libertad, la solvencia económica, la calidad de vida, etc.


Si en una situación similar unas personas disfrutan de la vida y otras no, debemos concluir que el disfrute depende básicamente de la actitud personal.


Elabora un plan para funcionar bien y para controlar tu vida. Esta es la mejor forma de disfrutar en cada instante de todo lo que te da la vida

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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