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Editorial 239

 


El valor real de las cosas

 

Las cosas tienen un valor en sí, pero su verdadero valor depende de la utilidad que tinen para las personas. A primera vista todos prefieren un lingote de oro a un trozo de pan, pero la cosa puede cambiar radicalmente si se trata de una persona que se ha perdido en la selva y está a punto de desfallecer porque lleva una semana sin comer; seguro que preferirá el trozo de pan.


Cuenta la leyenda que los dioses concedieron al Rey Midas un deseo y Midas, cegado por la avaricia, pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro, de modo que, a la hora de comer todo se convertía en oro. No podía tocar a sus hijos ni a su esposa porque los convertiría en oro...


Los seres humanos somos ricos "multimillonarios" pero no tenemos conciencia de ello.

¿Cuánto pagaría el ciego por ver, el paralítico por caminar, el que tiene un dolor crónico por liberarse de él, el condenado a cadena perpetua por recobrar la libertad, el enfermo terminal por recuperar las salud y la vida?

 

Las personas pagarían todo el oro del mundo por salir de cualquiera de estas situaciones.

A medida que pasan los años, las personas se van dando cuenta de lo que es verdaderamente importante.


El valor de las cosas es relativo; el verdadero valor lo ponemos las personas. Las mismas cosas no tienen el mismo valor para todas las personas.

Quienes sufren por enfermedad, valoran más la salud.

Quienes han perdido su techo, valora más el tener un hogar.

Quienes han sufrido los rigores de la guerra, valoran más la paz.

Quienes han vivido la soledad de la prisión, valoran más la libertad.

Quienes han pasado hambre, disfrutan más la comida.

Quienes han estado al borde de la muerte, valoran más el milagro de vivir cada día.


Como podemos observar, valoramos más las cosas que hemos perdido, las cosas que nos han faltado, las cosas que hemos tenido que luchar y las cosas que necesitamos.


Mi esposa es diabética y sufrió un coma diabético que le mantuvo inconsciente durante varios días. Hace un tiempo me desperté en la noche y creí que había muerto porque estaba fría, asustado le sacudí y ellas respondió con una voz débil, le medí el nivel de glicemia y estaba muy bajo...Desde entonces, cuando amanece lo primero que hago es ver si respira...Ahora valoro cada día y agradezco a Dios que esté viva porque su presencia llena la casa. Cuando la beso lo hago con toda mi alma como si fuera el último beso y me arrepiento de no haber sido más cariñoso años atrás. Si volviera a repetirse la historia haría muchas cosas que no he hecho y dejaría de hacer otras, a las cuales le di mucha importancia, pero que vistas a la distancia del tiempo, no la tienen.


Esta situación me ha ayudado a entender más a la gente, a vivir plenamente cada día, a disfrutar más de la familia y de los amigos y en general de toda relación humana y a tratar de ayudar más a las personas... Hay cosas que pasan y se esfuman y hay cosas que permanecen, estas últimas son las cosas valiosas.


Cuando las personas toman conciencia real de la vida se dan cuenta de que son muy pocas las cosas que necesitamos para vivir y ser felices, pero vivimos en una sociedad de consumo y las necesidades superfluas crecen cada día y se imponen con fuerza incontenible, sobre todo, entre la juventud.


Es fundamental determinar qué cosas son las más importantes. Qué principios. Qué valores. Qué creencias. Qué criterios. Qué conductas. Qué ideas. Qué proyectos...para no quedar atrapados en la dinámica de la vida, que cada día nos aleja más de los verdaderos valores y de las cosas fundamentales


Es importante valorar las cosas correctamente, porque si valoramos lo superfluo como importante o lo importante como superfluo, vendrá la quiebra.


Imagina que tienes que realizar un viaje hacia el futuro en el que tendrás que vivir muchos años y no te permiten llevar ninguna cosa.


Si eres una persona que se llenó de cosas materiales pero no te desarrollaste suficientemente, te sentirás totalmente desamparado, pero si estás capacitado, si has desarrollado autoestima y creatividad, comenzarás a organizarte y surgirás de nuevo en cualquier parte del mundo.


Recuerda, la vida es un viaje hacia el futuro. No te llenes de cosas que no puedes llevar. Desarrolla aquello que forma parte de ti y que puedes llevarlo a donde quiera que vayas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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