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Editorial 207

 


La Envidia


La envidia es un sentimiento de tristeza o disgusto por el bien ajeno o por el cariño o estimación que otros disfrutan.

Surge también por la comparación o emulación de alguna cualidad o algún bien que otro posee. Pero, ¿por qué? ¿Es normal entristecerse porque otros son más privilegiados?

Caín es el prototipo de la envidia. Caín amaba a Dios, pero su amor no era tan generoso como el de Abel, por lo cual Dios prefirió a su hermano Abel, lo que hizo que Caín se enfureciera y ciego de envidia, lo matara.

Causas de la envidia


En opinión de Vicente Madoz, "El origen profundo de la envidia suele ser la insatisfacción de sí mismo, el no gustarse ni aceptarse y no haberse perdonado ni haber hecho las paces consigo mismo"

En realidad el envidioso no ha entendido la realidad de la vida. No tiene conciencia de los grandes bienes que le ha dado la vida. La envidia es un grave problema porque, no importa todo lo que el envidioso tenga, siempre envidiará y deseará lo que tienen los demás, lo cual le hará infeliz.


Según María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación, la envidia es universal y viene dada por el contexto cultural. Nada tiene que ver con los genes. Por lo general, se produce hacia personas muy cercanas. Además, en los ambientes en los que existe una fuerte tendencia a evaluar el rendimiento de forma individualista y competitiva hay más riesgo de suscitar envidia.


También es necesario destacar la influencia que ejercen en la actualidad los medios de comunicación. Se utiliza la envidia como motivador para potenciar el consumo. "No es casualidad que en muchos anuncios de automóviles se use la envidia de forma explícita. Los medios de comunicación nos transmiten multitud de estereotipos relacionados con la felicidad. Por eso envidiamos lo que no tenemos y pensamos que si lo conseguimos nos envidiarán", asegura María José Aibar.

 

Quiénes envidian

La envidia se manifiesta con personas próximas, amigos, compañeros de trabajo... entre los cuales se da alguna forma de competencia. Es fácil que un futbolista envidie a otro futbolista pero no a un médico y que un médico envidie a otro médico pero no a un empresario, etc.


El envidioso se compara para valorarse a sí mismo y envidia cuando siente que ocupa una posición inferior que no acepta.


Tal y como dice el sociólogo Francesco Alberoni “Se envidia a alguien que, siendo al principio como nosotros, se transforma en lo que hubiéramos querido ser ”. Este tipo de envidia origina malestar emocional, sentimiento que, en lugar de ayudar a conseguir lo que envidiamos, lo dificulta.
Es fácil aceptar como jefe a una persona desconocida pero resulta difícil aceptarlo cuando provine del mismo grupo de trabajo, porque los demás piensan que tienen el mismo derecho.


La envidia es una característica de todos los seres humanos; pero hay personas más propensas a envidiar, además existen factores educativos, culturales y sociales que ejercen gran influencia. Aunque la envidia es una tendencia natural puede controlarse.


Existe una envidia sana cuando las personas admiran y desean tener las cualidades o cosas que tienen otras personas y existe una envidia perniciosa que hace que las personas se sientan molestas e infelices a causa de las cualidades o bienes que tienen otros.


Cómo saber cuándo una persona es envidiosa


Las personas tratan de ocultar la envidia porque es mal vista y porque indica inferioridad, pero tarde o temprano afloran los sentimientos de envidia. Pueden expresarse de forma directa a través de palabras que expresan crítica o descalificación o bien de forma sutil, a través de palabras aparentemente inofensivas pero cargadas de mala intención.


Las palabras pueden ser manipuladas porque dependen de un proceso racional que la persona puede controlar, de modo que podemos estar ante una persona cuyo lenguaje expresa envidia y no enterarnos; pero también existe una expresión corporal que escapa al control de la mente, dando origen a actitudes, gestos, miradas...que dejan al descubierto los sentimientos verdaderos de la persona.


Deberíamos desarrollar la capacidad intuitiva, llamada sexto sentido, para interpretar la expresión corporal de las personas y descubrir sus intenciones pues la ingenuidad a veces se paga cara.


Con frecuencia es suficiente analizar una palabra, una actitud, un gesto o una mirada para descubrir la estima en que nos tienen las personas.


Como la vida fluye con rapidez, no tenemos tiempo para analizar sobre la marcha las palabras o conductas de las personas, por lo cual, es conveniente volver sobre los hechos, con tiempo y tranquilidad, para visualizar como en una película, las palabras, gestos, mirada...Te aseguro que descubrirás cosas que habías pasado por alto.


Cuando se trate de personas que pueden influir mucho en nuestra vida es importante conocerlas utilizando este método. Poco a poco irás atando cabos y comprenderás hasta dónde te estiman y qué puedes esperar.


Todo lo dicho no es para vivir en estado de alerta. Hay que aprender a vivir la propia vida independientemente de lo que piensen, digan o hagan los demás, pero es mejor estar apercibido que caer por ingenuo.


Las personas envidiosas son peligrosas porque de muchas formas tratan de descalificar o destruir a quienes envidian. Piensan que al descalificarlo o destruirlo dejará de ser envidiable y se sentirán mejor.


De todas formas es bueno saber que la indiferencia, la envidia y la crítica son parte natural de la vida y que la mejor forma de superarlas es "volar alto"


Algunos rasgos característicos del envidioso


Una de las características del envidioso es su incapacidad para la espontaneidad y para la creatividad. La verdadera creación surge de uno mismo. Por tanto, en una persona cuya meta es ser como otro, la consecuencia es la imitación y la negación de la originalidad.


El envidioso es un ser frustrado por no poder conseguir lo que anhela. Ansía ser como otro, algo que nunca podrá alcanzar; por ello, su sentimiento de tristeza es muy intenso.


El envidioso es suspicaz y desconfiado. Aunque trate de ocultarlo, tarde o temprano queda al descubierto. Su actitud de acecho hacia los demás y de control de sí mismo para no ser descubierto, le convierten en un sujeto receloso y suspicaz.

En la envidia se mezclan emociones de naturaleza contradictoria, como, por ejemplo, el deseo de tener lo que otro tiene, la admiración por lo que el otro ha conseguido, el dolor por no tenerlo, la indignación por no lograr lo que otros logran. Se trata de personas.

Con baja autoestima física, intelectual... Egocéntricas. Antisociales Mediocres, poco maduras y bastante neuróticas. Temorosas, inseguras, acomplejadas e incapaces. Conflictivas. Con pocos valores morales.


Las personas envidiosas tienden a envidiar cualquier cosa por insignificante que sea. En cierta forma la envidia es como una enfermedad generalizada. "Si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría" Refrán.


Tradicionalmente ha sido considerada como uno de los siete pecados capitales, debido a que es cabeza de otros muchos pecados, tales como la crítica , la ira, el resentimiento, la mentira, la traición, el odio, la venganza.


La persona envidiosa no se conforma con envidiar, sino que critica. La crítica le produce un placer, siente que al criticar rebaja o destruye a la persona que es objeto de envidia. Es como si de esta forma devaluara el objeto de la envidia, lo cual le hace sentir que no pierde nada importante. Es un poco el cuento de la zorra que al no poder alcanzar las uvas se dijo: "Las uvas están verdes" Es una forma de racionalizar y de justificar su incapacidad y sus fracasos.


La envidia también genera ira y resentimiento hacia las personas que son objeto de envidia por considerarlas causantes de la frustración Por lo cual es importante evitar generar envidia de forma gratuita porque va acompañada de odio y resentimiento y puede causarnos daño. Sin embargo, debemos estar conscientes de que la envidia y la crítica son conductas humanas habituales, de las cuales debemos aprender a protegernos.


Las personas mediocres no generan envidia sino desprecio, pero las personas buenas, educadas, capaces, exitosas y felices son objeto de la envidia porque representan los valores más importantes que todos desearían tener.


Miguel de Unamuno escribió la novela Abel Sánchez para ejemplarizar la envidia.

El verdadero protagonista, que significativamente no da título a la obra, vive preocupado por hacer el bien a la humanidad, pero sólo recibe desprecio y falta de afecto; mientras que, el falso protagonista, Abel Sánchez, recibe todo tipo de recompensas y afecto por cosas que no ha hecho, debido a que es el tipo de persona que cae bien a todo el mundo porque no vale para nada y puede ser despreciado en secreto y porque no hace sentir mal a la gente, debido a que su conducta no es una crítica a la mediocridad de las personas y no hiere a su inferioridad.


La gente envidiosa no suele envidiar las cualidades humanas (bondad, sabiduría o virtud) aunque le molestan mucho, sino las cosas que tienen los demás (fama, poder, riqueza...)


Consejos para prevenir la envidia o superarla cuando ya nos domina:


Acepta la envidia como una emoción natural que nace de las necesidades humanas y despojarla de sus connotaciones negativas. Conocernos mejor y aceptar nuestras carencias o miserias. Perdona y acepta tus limitaciones y entiende que cada persona tiene sus limitaciones

Ajusta tus deseos a tus capacidades y posibilidades reales.

Acepta y disfruta lo que eres, lo que tienes y lo que puedes hacer.

Reconoce que algunas situaciones o personas provocan envidia.

Evita las comparaciones.

Procura educar a los niños para que sean positivos y se alegren del bien ajeno.

Comprende que la envidia es autodestructiva.

Aprende a reconocer las capacidades de los demás y felicítales por sus éxitos.

Entiende que la envidia es enemigo mortal de la paz y de la felicidad personal y social.

Alégrate del éxito de los demás. Es una forma de hacerlo tuyo y de de disfrutarlo.

Agradece, felicita... y las personas te enviarán sus mejores vibraciones.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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